Por: Fernando Jesús Obando Reyes
El sueño agonizante de Bandcamp…
Hace unos 13 años (más o menos) bajé mi primer disco de Bandcamp. “Cry Out Loud” de Las Robertas. Quedé fascinado con la experiencia. En ese momento el disco estaba para descarga y escucha gratuita; no era una modalidad totalmente nueva en el internet pero digamos que aún no había sido depurada al grado que se encuentra hoy. Además, todo se sentía muy legal…porque debo admitir algo. Sí, había mucha música gratis en el internet PERO durante la primera década de este siglo, casi toda la conseguíamos por medio de aplicaciones como LimeWire, Ares, Bearshare y muchas otras que deseo bloquear de mi memoria debido a la gran cantidad de daño que hicieron a la computadora de la familia (sí, sé que han visto ese meme).
Pero no. Bandcamp era otra cosa. No albergaba música tan “comercial”, pero a cambio prometía no destruirnos en virus. Su falta de “mainstream” era mermada por un sitio con una navegación muy amigable que iba directo al grano y buscaba a través de sus sugerencias, y la de otros usuarios, ofrecernos oportunidades de exploración musical provenientes de todo el mundo. Y quizás esto fue lo que más me enamoró de Bandcamp, su llamado a la exploración musical; el saber que era posible descargar discos completos (muchísimos de ellos gratuitos) de cientos de bandas con grandísimo talento que quizás no sonaban en la radio, pero estaban deambulando por el internet. Además, la plataforma invitaba a subir nuestra propia música y comprar la de otras personas artistas a través de un sistema de ganancias sumamente atractivo para las partes interesadas. Una nueva comunidad crecía, finalmente se vislumbraba una plataforma capaz de generar oportunidades reales en la era de la distribución digital, no todas las iniciativas tenían que ser absorbidas por el voraz capitalismo digital. Bueno… eso creíamos algunos ingenuos.
Hablar sobre Bandcamp no es algo nuevo en esta sección. De hecho, mi necedad de hablar sobre este espacio de manera sistemática empezó hace unos 4 años durante el período de pandemia. Para ese momento la plataforma iniciaba con sus famosos “Bandcamp Friday”, días específicos en donde prácticamente todas las ganancias de las compras iban directo a la persona artista, sin las usuales rebajas hechas por la plataforma, las cuales nunca realmente han sido muy altas. Esta situación inspiró un par de discusiones que intentaron colocar a Bandcamp como un espacio de alianza vital para las bandas locales, el cual perfilaba importantes diferencias respecto a las lógicas del streaming contemporáneo impulsado por la industria musical. Debo admitir que hasta ahora vuelvo a dedicarle la atención necesaria a Bandcamp (¡ya era hora!), sin embargo su presencia ha sido introducida tangencialmente en varias discusiones alrededor del panorama musical local que se han traído a la mesa en este blog. En fin, digamos que esta es una muy breve actualización del estado de la plataforma y de algunos de los hechos a los que deberíamos ponerle cuidado.
Pongamos primero el ojo en 2021, tiempo de pandemia por Covid-19, definitivamente un momento bastante convulso y complicado, pero al menos de cierta prosperidad para Bandcamp. En los últimos días del 2020 la plataforma anunció con entusiasmo que su iniciativa de Bandcamp Friday seguiría disponible a lo largo del 2021, pues se consideraba que esta había sido vital para ayudar al gremio musical durante la pandemia ante la constante cancelación de giras y la dificultad para realizar ciertas labores de producción musical de manera más tradicional. Como se mencionó antes, lo importante de esta iniciativa es que se entregan prácticamente el 100% de las ganancias al artista. Normalmente Bandcamp cobra una comisión que va entre el 10 al 18% por cada ítem vendido, esto puede tener variaciones debido a ciertos impuestos de venta o ciertas especificaciones de compra de la plataforma. En el Bandcamp Friday la plataforma sigue cobrando una pequeña comisión, pero es tan pequeñita que el ingreso del artista queda casi intacto. Es fácil entender porque esta iniciativa fue acogida muy positivamente por las personas y críticos del ámbito musical. En un momento en donde las plataformas de streaming se mostraban indiferentes o ambiguas ante la situación, Bandcamp surgía como una luz en el túnel; una pequeña promesa en medio de una industria perdida en su hambre de lucro y la implementación de lógicas algorítmicas.
¿Pero bastaría con poner Bandcamp Fridays para remozar el papel de este sitio en el panorama musical? Pues la experiencia lo que dice es que si bien es cierto hay gente (tanto creadora como entusiasta) que le identifica como un sitio importante, otra simplemente lo ignora o le desconoce. En el caso de quienes se dedican a la música, se nota que cada vez más optan por subirla por medio de un distribuidor digital y listo. A Bandcamp no llega. En el caso de los entusiastas de la música, puede ser que la visiten, y con mayor fervor los coleccionistas, pero lo números indican que lo que está usando primordialmente el “público en general” para escuchar música en internet es Spotify (el cual viene seguido de otras plataformas de streaming musical). Lo anterior llevaba a otra pregunta ¿Es Bandcamp un bastión de resistencia más que un nuevo modelo o alternativa en medio de la “industria musical”? Esto no lo voy a responder explícitamente, pero dejaré que ustedes especulen.
Trasladémonos ahora al 2022. Aquí es donde el relato se empieza a poner raro. El mes de marzo fue un mes confuso para muchos amantes de la música pues el titular que veíamos en todo lado era impresionante “Epic Games ha comprado Bandcamp”. Quienes no conozcan Epic Games como tal, quizás les identifiquen por ser los dueños de juegos como Fortnite, Rocket League y Fall Guys. Y sí aún así no los reconocen, lo que tienen que entender en términos sencillos es que esta es una empresa dedicada principalmente a los videojuegos. Esta adquisición se vuelve confusa por muchas razones, pero yo voy a rescatar 3, que me parecen de las más importantes.
- Entre tanta “corporación malvada” allá afuera, Epic Games no representaba a la más “diabólica” (imagínese aquí una risa estereotípica de villano). Es más, varios medios señalaron que mucha de la historia y principios empresariales eran terreno en común de estas iniciativas y que ambas se habían estado dedicando a imaginar nuevas formas de incorporar elementos musicales en diferentes tecnologías. ¿Era esto un nuevo camino de oportunidades? Cabe decir que se ponía en duda esta narrativa al señalar que detrás de Epic Games había un pez corporativo mayor llamado Tencent, una megatransnacional china que controla el 40% de Epic Games. Si esto era así ¿qué tanta libertad podría esperarle a Bandcamp como iniciativa?
- Otra confusión recurrente iba asociada a la música como tal. Una avalancha de preguntas empezó a formarse ¿Podría seguirse subiendo lo mismo de siempre o habría cambios en las políticas? ¿Se mantendrían intactos los lanzamientos comprados en la plataforma? ¿Qué pasaría con las ganancias de lo vendido? ¿Tenían que preocuparse los artistas por lo que habían subido hasta el momento? ¿Tenía la música nuevas oportunidades reales o esto era algo que respondía a la situación financiera de la empresa? En fin, cuál sería el papel y futuro de la música en medio de toda esta compra.
- Finalmente, otra cuestión que causaba perplejidad es que se pensaba que si bien Bandcamp no estaba generando billones de dólares, se suponía que le estaba yendo bien y estaba adquiriendo una nueva relevancia con su propuesta de Bandcamp Friday y nuevas funcionalidades. ¿Implicaría esto algún tipo de afectación a sus empleados? ¿Afectaría esto las secciones editoriales del sitio web? Algo en lo que ha confiado muchísimo Bandcamp es en la publicación de artículos diarios que discuten y reflexionan sobre la diferente música que se puede encontrar en la plataforma, lo cual ha logrado que se desarrollen ciertas comunidades de nicho en diferentes partes del mundo que crean importantes lazos de apoyo para sus sectores musicales. ¿Podría continuar esta dinámica?
Muchas de estas preocupaciones fueron atendidas por parte de sus dirigentes con un “que no haya pánico, pues todo seguirá siendo como antes… o mejor”, mientras que otras irían tratándose en el camino. Lo que vendría a continuación sería un breve momento experimental tan extraño como esta inesperada unión. Logramos tener a artistas nacionales como Vertigo y Toledo en una de las múltiples radios que sonaban en la modalidad de “Battle Royale” en Fortnite, presenciamos la inclusión de una emisora para descubrir música en el juego asociada a Bandcamp y vimos varias colaboraciones a través de dinámicas internas del propio juego. En un principio parecía que Fortnite y Bandcamp era unión totalmente inesperada pero que podía convertirse en una ventana de oportunidades y experimentación para el gremio musical. Lamentablemente esta ilusión se iría tan rápido como llego.
Siguiente brinco temporal: pasamos al 2023. Aquí es donde el relato se empieza a poner trágico. A finales de este año apareció un duro cuestionamiento: ¿Se ha acabado el Bandcamp que conocemos? La pregunta que nos arroja Philip Sherburne en la sección “The Pitch” de la famosa revista Pitchfork es clara y dolorosa. Pero ¿Qué paso? ¿Que no estábamos jugando Fortnite y descubriendo nueva música? Pues eso se acabó. Adiós. El primer golpe llego en setiembre de 2023. Epic Games fue completamente claro: despediremos a 830 empleados, venderemos Bandcamp y subiremos los precios en Fortnite. Duro pero honesto. Lamentablemente, la cosa apenas estaba empezando y los golpes fatales vendrían en tan solo unas semanas después. Para octubre se anunciaba que Bandcamp había sido comprada por Songtradr, una empresa de música B2B[1] cuyo papel es conectar a músicos, compositores y propietarios de derechos de música con oportunidades de licenciamiento y colaboración para marcas, empresas y varios sectores de la industria musical. Como se puede ir anticipando, este no ha sido el acercamiento de Bandcamp a la música. Finalmente, el golpe contundente lo darían los despidos masivos, alrededor de la mitad del personal del Bandcamp sería despedido o reubicado en Songtradr, dejando a Bandcamp en un estado totalmente incierto.
El 2024 ha llegado y ha sido un año de silencio perturbador respecto al tema de Bandcamp. Si debo ser honesto, en cuanto a funcionalidades técnicas la plataforma sigue bastante igual, los Bandcamp Friday siguen siendo implementados (solo que no con tanta frecuencia como en la pandemia) e inclusive se han incluido funcionalidades nuevas como la posibilidad de hacer conciertos en vivo vía digital o listening parties virtuales. Sin embargo, estoy seguro de que para quienes dedicamos aunque sea unos minutos de la semana a curiosear Bandcamp, sabemos que el mayor cambio que hemos sentido es en su sección Editorial. Un sitio que en algún momento se percibía lleno de vida debida a las múltiples colaboraciones que presentaba se siente bastante diferente ahora. Es cierto que la sección Bandcamp Daily sobrevive, pero es notorio como otras incursiones del equipo editorial se han visto mermadas y aparecen con menor frecuencia.
Es necesario rescatar que en los últimos años han ocurrido varios cambios drásticos por lo que es un poco adelantado predecir el futuro de Bandcamp, ya sea este un camino negativo o positivo. Por otro lado es difícil encontrar noticias que le den seguimiento a la plataforma y las pocas que hay no dejan de augurar escenarios negativos debido a su última absorción corporativa. Quizás es un poco temprano para saber que pasará y es más necesario que nunca mantener ojos y oídos abiertos. Pero más allá de esto, debo confesar que en lo personal me sigue inquietando cierto silencio que hay respecto a Bandcamp y el hecho de que a nivel local noto que cada vez menos artistas usan este sitio y prefieren el streaming musical como alternativa…
Sí, como estarán imaginando, esta es la parte del texto en la que critico un rato a Spotify y su séquito digital.
…la asfixiante pesadilla del streaming musical contemporáneo
Hace no muchas semanas atrás el legendario músico Neil Young ponía nuevamente su catálogo musical en Spotify después de aprender una amarga lección: no hay streaming ético en la industria musical bajo el capitalismo. Haré una historia larga muy corta: En 2022 Neil Young decide quitar su música de Spotify porque descubre que en la plataforma también está el podcast de Joe Rogan, “The Joe Rogan Experience”, el cual ha sido muy polémico por una larga lista de razones y el cual Neil Young considera un producto nocivo y desinformativo. Young se lleva su música bastante molesto y se queda en el resto de las plataformas (Apple Music, Amazon Music, Deezer, YouTube Music, etc.); sin embargo meses después Young se da cuenta que todas esas plataformas también albergan el podcast de Joe Rogan. Aunado a esto, se da cuenta que problemas de calidad y ganancias están extendidos en todos estos sitios. En pocas palabras, el legendario Neil ya entendió el panorama. No importa si pone la música en Spotify o Apple Music, en las 2 hay problemas que realmente no difieren mucho entre sí y hablan de cuestiones estructurales que se le han señalado a este modelo. Para no alargar demasiado esto y no reiterar quejas respecto al streaming que ya hemos elaborado antes, me centraré en algunos hechos recientes que me parecen problemáticos o necesarios de discutir. No se preocupen, verán que estos asuntos “recientes” en realidad son una extensión de situaciones viejas.
El primero de estos “asuntos” se trata de la desmonetización realizada por Spotify a todas las canciones con menos de 1000 reproducciones. Esta acción ha sido minimizada por el gigante del streaming y su posición es que realmente esto no causará ninguna afectación real en la plataforma. Sin embargo otras voces mencionan que estas canciones articulan aproximadamente un 86% de la plataforma, y que el golpe más duro será recibido por artistas pequeños, quienes saben que sus plays no les dan muchas ganancias, pero que aún esperan tomar una porción por más pequeña que sea. Al final parece que solo Spotify cree que “todo está bien”, mientras que los demás lo leemos como un nuevo golpe de avaricia por parte de la empresa.
Otro hecho reciente han sido los despidos masivos realizados por Spotify. Se calcula que se han despedido al menos a unas 1500 personas de su fuerza de trabajo, lo cual le ha traído grandes problemas para mantener sus metas de crecimiento. Esto al parecer al único que le causa “sorpresa” es a su CEO Daniel Ek, cuyas respuestas a veces caen en un cinismo inquietante. ¿Y esto en qué nos afecta? Bueno, ya se empezó a hablar de reconfiguraciones de precios, además de alertas que han empezado a encenderse en otras plataformas de streaming, lo cual podría ponernos ante cambios competitivos que por el momento son difíciles de predecir.
Pasando lista de pendientes, también tenemos que hablar acerca de las exigencias de la Unión Europea a Spotify y a los servicios de streaming en general. Las demandas son directas y claras: se necesita mayor transparencia en términos de implementación algorítmica e inteligencia artificial y una mejor redistribución de las ganancias. De la redistribución de ganancias hemos hablado hasta el cansancio, pero de los algoritmos y la inteligencia artificial no tanto. Mucho se especula de como Spotify utiliza estas herramientas a favor de grandes artistas o de ciertos sellos discográficos, además de su uso de datos con terceras plataformas, pero poco ha sido lo que se ha demostrdo, principalmente debido al secretismo que opera en la empresa. Este hecho podrá parecer menor, pero sienta un precedente de como algunos organismos podrían interceder en la creación de regulaciones y mecanismos de rendición de cuentas hacía estas corporaciones.
Sé que quizás hablo demasiado de Spotify, pero creo que es la plataforma que se ha esforzado en brindarnos ejemplos para criticarle. En todo caso ¡esperen! los otros servicios de streaming no se quedan atrás en la discusión. Como muestra de esto, Trent Reznor (ganador del Óscar, multiinstrumentalista, productor y miembro de la icónica banda Nine Inch Nails), quien ayudaría a sentar las bases de Apple Music, ahora se lamenta al ver el estado actual del streaming y ve con melancolía los tiempos en los que se tenía fe en que esta herramienta inauguraría una nueva era de prosperidad para los artistas. “Hace que ser artista sea insostenible” se lamenta Reznor, mientras hace un frío y directo análisis de una situación marcada por enormes desigualdades.
Quizás esta es la parte donde hago un mea culpa y admito que de igual manera uso Spotify. También es donde menciono que si bien creo que es una plataforma particularmente problemática tampoco creo que lo único que emana es maldad y dolor, pues si esto fuera así quizás la gente ni lo usaría (De esto también hemos discutido). A pesar de todo, quiero aclarar que no creo que el futuro de la distribución musical digital este ahí ni en una plataforma parecida. Estos espacios han probado tratar a la música más como un producto que una experiencia compleja que es compartida entre personas, a pesar de que mucha de su propaganda deslumbrante intente convencernos de que sí es así. También clarifico que esto no significa que piense que todos debamos bajar nuestra música de Spotify ya mismo, simplemente es un llamado a no ser acríticos de los medios en los que participamos y a que tengamos claros sus beneficios y vicios; pues estos últimos puede ser cuestionados y concebidos nuevamente si pensamos en conjunto.
Aunque no lo crean, una parte de mí duda y se pregunta con honestidad si no estamos cayendo en un acto casi-zombie de “debemos subir nuestra música a las plataformas”, en donde la promesa de estar ahí es mejor que el escenario en el que no se está del todo. Empezamos a repetir el mantra “Escucha nuestro nuevo disco. Disponible en todas las plataformas”, nos aferramos a esta frase, nos trae paz. Algo de exposición vs nada de exposición es una batalla que se plantea como anticipadamente resuelta. Pero es una batalla en un terreno bien tramposo, porque esta supuesta igualdad de condiciones en el “amplio mercado libre del streaming” es una mentira e ignora toda una serie de condiciones estructurales que acompañan a los proyectos musicales. Pero bueno…seré insistente… la experiencia en los últimos años lo que nos indica es que todos los artistas van corriendo para Spotify, o mejor dicho, para un distribuidor digital que ponga su música donde sea. Curiosamente Bandcamp aparece cada vez menos como opción, siendo el único lugar que puede brindar una ganancia monetaria real, si esto es lo que se desea.
¿Podrán el Spotify Wrapped, las gráficas interactivas, los algoritmos y la inteligencia artificial mantener el interés en el streaming? ¿Podrá el sueño de Bandcamp resistir los vaivenes de las pesadillas corporativas? ¿Hay alguna salida en medio de estas pugnas? Claramente, no tenemos las respuestas. Parece que tendremos que seguir un rato por acá para averiguar qué sucede.
Epilogo. Una invitación a pensar el futuro.
A este punto es evidente que me gusta usar las preguntas retóricas como recurso de interacción en el texto, así que me daré la libertad de seguirlas haciendo ¿Cómo es el futuro del streaming? ¿Tenemos algún control sobre este? ¿Podrá Bandcamp seguir siendo un referente? No lo sé. Pero podemos imaginarlo. Hace no mucho tuve la oportunidad de leer un trabajo de graduación realizado por Daniel Ramírez y Alonso Aguilar titulado “Análisis de los términos de uso y los derechos de autor en plataformas de consumo cultural y su efecto en las prácticas de creación y distribución de contenidos durante el año 2021”. El trabajo explora los temas citados acercándose a la experiencia de varias personas creadoras de contenido, entre ellas, unas dedicadas a la música. Llama mucho la atención que en sus reflexiones alrededor de las plataformas, Bandcamp está presente. De hecho, la investigación afirma lo siguiente: “Para las personas artistas participantes en este estudio, una plataforma ideal tendría un manejo de ganancias como Bandcamp, una forma de distribuir y generar comunidad como Soundcloud, una manera de descubrir música nueva como Spotify y la capacidad de descargar la canción a un formato digital como mp3”[2]. Lo anterior es una muestra de que seguimos imaginando posibilidades y formas de lidiar con el proceso de distribución y creación de contenido musical vía digital.
En una breve sección de un escrito que realicé hace unos meses, me mostraba un tanto escéptico sobre algunas capacidades técnicas de monitoreo y registro de lanzamientos musicales nacionales en el campo digital. Gracias a esto un colega se acerco a discutir del texto conmigo y amablemente me planteó escenarios que mi imaginación no había contemplado como posibilidad. Mi estimado compañero, quien tiene formación tanto en comunicación como en el campo de las ingenierías, me comentaba acerca de operaciones técnicas que desconocía y a las vez me preguntaba sobre ciertas especificidades del ambiente musical local; rápidamente esto hizo que nos preguntáramos si algo que estábamos necesitando era un mayor involucramiento de otras disciplinas en el gremio musical local. Esto abrió bastante mi mente y me dio un nuevo aire de optimismo. Quizás es hora de que desde las ingenierías, ciencias de la comunicación, antropología, derecho, economía y otros campos científicos, ocurran uniones interdisciplinarias que nos incentiven a pensar profundamente el problema de la distribución musical a nuestro favor.
Por el momento, no le pierdan el ojo a Bandcamp ni a las plataforma de streaming. Y no tengamos miedo en soñar en posibilidades. Parece que es lo único que nos permitirá seguir adelante.
[1] Back-to-back es un término que se utiliza para referenciar a los negocios o transacciones de “empresa a empresa”.
[2] Extracto tomado de la página 54 del texto facilitado.