Plantilla tomada de freepik.es

Por: Fernando Obando Reyes

Introducción (musicalizada)

Cientos de discos compactos se apilan en un anaquel. Las cajas cuadradas resguardan pasivamente un objeto que se raya fácilmente si no es tratado con cuidado. Diferentes conceptualizaciones de arte se hacen presentes en las portadas de los lanzamientos: algunas apelan a estilos minimalistas, otras buscan crear manifiestos artísticos y también se da el caso de aquellas que incurren en transgresiones “escandalosas” que parecen estar cuidadosamente diseñadas para levantar molestias de parte de sectores conservadores.

Recuerdo perfectamente que mis dedos pasaron varias horas hurgando entre cajas de discos compactos que eran ubicadas en enormes estantes que se hacían espacio en medio de la mercadería de las librerías, supermercados y tiendas de regalos. Ni se diga si se trataba de una tienda especializada en música, en donde la variedad de géneros musicales y artistas se vuelve más evidente y las posibilidades de un nuevo descubrimiento se vuelven más emocionantes.

Sin embargo, mi adolescencia transcurrió en la primera década de este siglo, y como buen “millenial (¿?)”, fui parte de un proceso en el cual la música empezó a enfrentarse en todas las regiones con la distribución por medio de canales digitales. Las posibilidades cada vez se aproximaban más hacia lo infinito. La limitación de una cantidad determinada de minutos había muerto. El mp3 sería el nuevo pan de cada día.

Verso 1: Y entonces empezamos a seguirle la pista a los lanzamientos musicales nacionales…

Como había expuesto en una publicación anterior, he tenido la gran oportunidad de recibir educación musical desde temprana edad y de vincularme con agrupaciones musicales durante un poco más de una década. Menciono esto último con el fin de exponer que una pregunta con la que me he encontrado frecuentemente en varios momentos es: ¿Y cómo sacamos nuestra música? Rápidamente podremos notar que esta pregunta se observa un tanto obvia y llena de trucos al mismo tiempo. A mi parecer, si algo ha quedado claro es que la digitalización y el aumento de acceso a plataformas virtuales son factores determinantes y de peso para cambiar “las reglas del juego” en cuanto a la distribución musical, y cuando se trabaja desde el sector de la música independiente esto se siente aún más.

Cuando este año desde el Centro Agenda Joven nos propusimos realizar un monitoreo constante de lanzamientos musicales nacionales en los cuales hubiera involucramiento de personas jóvenes, nos dimos cuenta que teníamos 3 fuentes principales de información: Redes sociales de las agrupaciones (Facebook e Instagram principalmente), plataformas de streaming (Spotify, YouTube, Apple Music, Deezer, Tidal, Amazon Music, entre otras) y tiendas virtuales de discos (más específicamente Bandcamp).  Cabe destacar que es principalmente en las redes sociales donde las agrupaciones y artistas hacen explícito en donde pueden encontrarse sus producciones.

Una vez puesta en marcha la recopilación mensual “Sonidos y Ruidos Jóvenes”. Rápidamente notamos algo: una plataforma de streaming como Spotify, nos ayudaba a cumplir uno de nuestros objetivos iniciales: dar una mayor difusión de la música elaborada por personas jóvenes. El sistema de creación de listas de reproducción (playlist) es sumamente amigable para crear “mixtapes digitales” en donde el eclecticismo musical puede encontrarse y dialogar en términos que antes no eran posibles. Todo esto acompañado de la ventaja de que es un servicio que ofrece una versión gratuita, posee una interfaz bastante sencilla de usar para las personas usuarias en términos generales, tiene la mayor cantidad de personas usuarias a nivel mundial y brinda ciertas facilidades de publicación en nuestras redes sociales (vinculación directa con Instagram).

Un aspecto a destacar es que, hasta el día de hoy, nuestros playlist en esta plataforma han logrado monitorear el lanzamiento de más de 120 producciones musicales con involucramiento de personas jóvenes (entre sencillos y álbumes de larga duración), las cuales contienen una gran variedad de combinaciones y propuestas sonoras. No dudamos que este número va a ser mayor a fin de año.

Ahora bien, creemos que hay otras anotaciones que deben ser tomadas en consideración: si bien Spotify nos ayuda a tener un gran mapeo de artistas nacionales, no nos ofrece uno exhaustivo. Mucho de lo que se está publicando se encuentra en plataformas de streaming musical (Spotify, YouTube Music, Apple Music, etc.) pero no está en tiendas de discos digitales como Bandcamp o viceversa. Otro escenario común es que un lanzamiento pueda ser escuchado en unas plataformas de streaming y en otras no, también contamos con el caso de aquellas agrupaciones y artistas que decidieron tener su música disponible en cuanta plataforma virtual se pudiera.

Me voy a detener aquí un momento para intentar expresar mi preocupación /asombro / confusión cada vez que veo un lanzamiento en Spotify o cualquier otra plataforma de streaming pero no lo encuentro en Bandcamp. De paso, intentaré evidenciar algunas características que posee esta enorme tienda digital de discos que me hacen rescatarla como una herramienta FUNDAMENTAL para la gestión de la música independiente joven. Ténganme paciencia.

Coro: Pero ¿Qué pasa con Bandcamp?

Antes de seguir adelante con esta sección me gustaría dejar clara mi postura: no es de mi interés que este texto se convierta en “Spotify vs Bandcamp” o “Plataformas de streaming vs Bandcamp”. Planteo un acercamiento diferente: es hora de echarle un ojo crítico tanto a Bandcamp como a las plataformas de streaming y quizás un buen momento para recordar algunas ventajas que ofrece un espacio como este para personas jóvenes que quieren incursionar en la música y ver remunerados sus esfuerzos en términos económicos (aunque estos sean modestos).

Bandcamp discierne de las plataformas de streaming en muchas maneras. Más es importante notar que su diferencia radica en varios aspectos concretos. Propongo enfocarnos en los siguientes: función principal, acceso, sistema de distribución de ganancias, formas de incorporar la música e información a la plataforma, transparencia respecto a fondos y creación de comunidad.

  • Función principal: Si tuviéramos que establecer comparaciones, podríamos decir que los servicios de streaming son como una gran radio digital para nuestra época y Bandcamp una tienda de discos digital gigante llena de bandas independientes.
  • Acceso: Para obtener acceso a las versiones completas de los servicios de streaming hay que pagar, sin embargo, casi todos estos ofrecen versiones gratuitas o de prueba. Bandcamp nos permite escuchar música de manera gratuita y también nos ofrece la opción de comprarla. Las personas artistas y agrupaciones pueden decidir si establecer un precio fijo o voluntario. La opción de que el lanzamiento musical sea para descarga gratuita es también una opción.
  • Sistema de distribución de ganancias: Bandcamp cobra un 15% por cada venta que haga la persona artista. En otros casos la comisión puede ser de 10% o ¡del 0%!, como lo ha sido con los “Viernes de Bancamp” durante la pandemia del Covid-19, en donde se le ha dado 100% de los ganancias a las personas artistas como una expresión de solidaridad ante la pandemia. El servicio de reproducción musical en Bandcamp es gratuito, por lo que no genera ningún tipo de ganancia para las personas artistas. Estas pueden restringirlo si así lo desean (lo cual es bastante inusual).
    Si hablamos de las “plataformas de streaming” podríamos durar horas, pues cada una sigue mecanismos diferentes e incluso este aspecto se presenta como una de las principales discusiones en este momento. Sin embargo, hay colectivos de artistas que abogan por un internet ético y sostenible como The Trichordist, quienes publicaron un estudio en 2018 donde aseguran que las ganancias obtenidas por cada reproducción en las plataformas de streaming más populares (Spotify, Apple Music, YouTube Music) no suelen ser mayores a centavos de dólar. Además, hacen hincapié en que son espacios en donde “las ganancias” van para quien se llevó la mayor cantidad de reproducciones, las cuales en muchos casos pertenecen a artistas a quienes les respalda toda una industria en el área del entretenimiento y provienen de lugares que han mantenido cierta hegemonía por medio de sus productos culturales.
  • Formas de incorporar la música a la plataforma: Cuando hay que subir música a Bandcamp, esta operación se hace directamente en la plataforma y es la persona artista quien tiene total control respecto a la cantidad de información a mostrar y otra gran variedad de detalles (equipo involucrado, artes personalizados, etiquetas específicas, etc).
    Cuando se trata de plataformas de streaming, lo más usual es que tendremos que lidiar con “distribuidores digitales”, quienes son un intermediario entre “las grandes plataformas” y los y las artistas independientes. Estas plataformas suelen cobrar un porcentaje sobre las ganancias que vienen de las plataformas de streaming (si es que estas algún día llegan) y es con ellas con quien tendremos que lidiar con los aspectos “formales” de nuestro lanzamiento (fecha de publicación, artes, equipo involucrado, etc). Distrokid, RecordUnion, CdBaby, iMusician son algunos de los ejemplos de distribuidoras populares.
  • Transparencia respecto a fondos: Bandcamp posee una Política de Comercio Justo la cual detalla en su página web y permite revisar por medio de diversas herramientas. En el mundo de las plataformas de streaming una vez más nos encontramos con una situación de heterogeneidad, sin embargo, es necesario tomar en cuenta que han ocurrido disputas en donde se ha apuntado que el mal uso de metadata por parte de estas plataformas lleva a crear “cajas negras de ganancias” de las cuales no se tienen datos exactos; además se depende del reporte de datos financieros que haga público cada plataforma.
  • Creación de comunidad: Bandcamp posee secciones como Bandcamp Daily o Bandcamp weekly en donde insta a personas escritoras de diversas partes del mundo a compartir historias sobre “las escenas locales” o sobre lanzamientos que se consideran relevantes bajo alguna temática o género específico. Aspectos como este se muestran como iniciativa para que las personas seguidoras de las bandas encuentren un lugar en donde puedan conocer y descubrir música compatible con sus afinidades. Pueden encontrar un artículo acerca de la nueva escena ambient en Costa Rica escrito por Alonso Aguilar, el cual puede ejemplificar mejor el punto.
    En las plataformas de streaming esto funciona bajo lógicas totalmente distintas y me atrevo a decir que aún estamos intentando entenderlas, pero se puede acotar que las voces que hablan sobre la música independiente son más limitadas, pues la lógica del consumo fácil y rápido es parte fundamental de estas plataformas.

Si tomamos en cuenta lo anterior, comprenderemos que una plataforma como Bandcamp brinda mayor control a las personas artistas, mejor remuneración y permite a las personas usuarias apoyar de una manera más directa a quienes crean la música. Me parece que dichas consideraciones no son aspectos menores a la hora de enfrentarnos con el tema de “la distribución musical”.

Verso 2: ¿Y entonces qué hacemos?

¿Significa esto que debamos prescindir totalmente de las plataformas de streaming? No. No es por ahí donde pretendo llevar esta discusión. Un aspecto fundamental que debemos tomar en cuenta es que las plataformas de streaming nacen con objetivos, formas de trabajo e interacción muy diferentes a las de un sitio como Bandcamp, y en un campo tan amplio como “la industria musical”, la variedad de iniciativas es un factor con el que tendremos que lidiar.

Ahora bien, sí creo que aquí hay una máxima bajo la cual nos podemos regir: Si una agrupación o artista musical está buscando tener la posibilidad (no la garantía) de ver sus esfuerzos y tiempo dedicado a la creación musical transformados en dinero, Bandcamp es una plataforma PRIORITARIA en la cual debe estar la música. El estar en las plataformas de streaming es un camino totalmente válido (no son procesos excluyentes), sin embargo, es necesario generar ciertos cuestionamientos.

Voy a poner un ejemplo concreto, hace unas semanas Daniel Ek, CEO de Spotify, provocó diferentes reacciones en diversos medios de comunicación. El empresario argumentaba que las personas artistas “no podían pretender sacar música cada 3 o 4 años y creer que eso fuera suficiente”. A esto añadía que era necesario comprender que la vinculación “con los fans” debía ser prioritaria a la narrativa de un álbum. Varias personas artistas tildaron de “insensatas” las palabras de Ek en un contexto de pandemia en donde las posibilidades para grabar se habían visto drásticamente reducidas para algunos sectores de música, y se cuestionó si estas afirmaciones eran el reflejo de una visión en donde la música solo cumple el papel de ser un producto más en un gran mercado de “comodidades”, en donde se mutila su valor como herramienta artística. No olvidemos que si bien es cierto Spotify reportó haber sido “lucrativo” hasta el año 2019, su valor en la bolsa está estimado en 50 billones de dólares.

A lo anterior podemos agregar el tema de las “cajas negras de ganacias” y los cuestionamientos a si estas plataformas deberían pasar de sistemas “pro rata” a otros que sean basados en la persona usuaria para contemplar nuevas formas de distribución de las ganancias. Respecto a estos temas pueden encontrar más información en este reportaje de Paula Mejía para National Public Radio.

Me parece que también es un momento pertinente para hacernos unas cuantas preguntas que aviven la discusión: ¿Cómo hacemos para exigir mejor paga en las plataformas de streaming?  ¿Cómo aprovechamos los servicios de streaming a nuestro favor y les (re)significamos? ¿Debemos focalizarnos más en otras herramientas como Bandcamp? ¿Debemos ir pensando nuestras propias herramientas de venta de música? ¿Que deberían contemplar estas? ¿Cuáles tenemos ya disponibles? ¿Cómo podemos involucrar políticas de comercio justo en nuevas propuestas? ¿Cuál es el papel de la empresa privada y el sector público en un contexto como este?

Coro final (Sin Título)

Es cierto que Bandcamp no es el lugar perfecto y tiene ciertas limitaciones. La interfaz no es tan amigable para la persona usuaria en algunas ocasiones, no facilita la creación de playlist para compartir y las personas artistas deben de disponer de servicio de PayPal y otros detalles bancarios para acceder a las ganancias. Pero insisto, si las personas jóvenes que dedicamos parte de nuestra vida a la gestión musical queremos al menos tener la posibilidad de remuneración por la distribución de nuestra música… ¡No podemos perderle el ojo a Bandcamp!

Por el momento, a pesar de que se cuentan con múltiples comodidades (como una app de celular), la plataforma nos reta a aquellas personas que nos interesamos por la investigación musical y la difusión de los esfuerzos del campo artístico, a hacerla más conocida y a pensarla críticamente.

Es muy probable que conforme se vaya acercando el fin de año busquemos una manera de presentar algunas de las producciones nacionales exclusivas en esta plataforma con el fin de redireccionar a las personas e instarles a descubrir nuevas propuestas musicales y apoyarlas. Estos aportes ayudarían a darle insumos económicos a un sector que ha sido fuertemente golpeado por la pandemia y que históricamente ha enfrentado diversos obstáculos.

Como pequeña acotación, la relación del Centro Agenda Joven con Bandcamp no es ajena, pues anteriormente se han puesto disponibles 2 álbumes (MAE_01 y sembrar), los cuales recopilan varias canciones de artistas nacionales y se encuentran para descarga gratuita.

Outro (con advertencia de una Coda aún por descifrar)

Me aprovecho de la cadencia del cierre para invitar a las personas lectoras a dejar que sus oídos les lleven a descubrir 10 producciones que se encuentran exclusivamente en Bandcamp y a mi parecer presentan diálogos relevantes desde la música joven.

Solmoon – Voices

Año: 2020
Géneros musicales: dream-pop, electrónica experimental, ambient, indie rock.

Descripción breve: Rebeca Solano se presenta bajo diferentes alias, entre ellos «Mimus», «Mirrorbetween», «my sleeping cloud» y por supuesto Solmoon. Este EP sirve como una introducción a lo que será su primer disco de larga duración bajo este proyecto y agregará un lanzamiento más a la prolifera lista de esta joven productora y compositora costarricense.

Kerdux – La Movida Canibal

Año: 2020
Géneros musicales: emo, rock.

Descripción breve: Ya antes el Centro Agenda Joven había tenido la oportunidad de interactuar con Kerdux para el compilado «sembrar». Para esta ocasión la agrupación oriunda de Guanacaste trae un EP con 7 canciones grabadas en vivo que retratan lo visceral de sus presentaciones.

Pedro Aureliano – Para el Post apocalipsis

Año: 2020
Géneros musicales: lo-fi hip hop, instrumental, electrónica experimental.

Descripción breve: El álbum debut de Pedro Aureliano es una muy buena introducción al mundo de los beats relajados y experimentales de las nuevas generaciones de personas productoras de música electrónica en Costa Rica.

Culto Barato – Memorias detrás del vidrio

Año: 2020
Géneros Musicales: post-rock, math rock, garage rock, experimental.

Descripción breve: Culto Barato es un trío musical que retoma múltiples influencias que nos remitirán a la explosión del post rock noventero y los pasajes intrincados e inquietos del math rock de inicio de siglo. Una escucha obligatoria para quienes gustan del rock en formatos más instrumentales.

Blau Grisenc Béton Brut

Año: 2017
Géneros musicales: electrónica experimental, ambient, noise.

Descripción breve: Si bien es cierto el proyecto de Carla Alfaro «Blau Grisenc», ya no se encuentra activo, nos dejo una amplía discografía en bandcamp que nos permite visitar varias facetas de la composición electrónica tica.

Ladrona – Ladrona

Año: 2019
Géneros musicales: punk, d-beat, hardcore punk.

Descripción breve: Ladrona es punk rock para una nueva generación. Directo, sucio, sin ganas de pedirle disculpas a nadie y con alaridos salidos de las tripas, los cuales se convierten en una expresión de furia y frustración ante un mundo asfixiante.

Ánama – La Movida Caníbal

Año: 2017
Géneros musicales: nueva canción latinoamericana, folk.

Descripción breve: La sesión en vivo de Ánama fue la producción que dio el banderazo inicial en 2017 a esta iniciativa de la cual ya hemos conversado anteriormente. Hasta el día de hoy este es el único álbum de larga duración que tenemos de una de las voces jóvenes femeninas contemporáneas más asombrosas. Seguimos a la espera de las nuevas grabaciones de esta compositora, sonidista, productora, multi instrumentalista y académica costarricense.

Geometría Inconclusa – V

Año: 2020
Géneros musicales: electrónica experimental, ambient.

Descripción breve: Alejandro Solano tiene 3 años de estar publicando música bajo el nombre Geometría Inconclusa y este año ha llegado a su quinto lanzamiento discográfico. En «V» el artista nos ofrece un trabajo conceptual que se intercala con atmósferas y beats pesados.

Manantial – Mantantial

Año: 2020
Géneros musicales: rock, lo-fi, electrónica experimental, pop experimental.

Descripción breve: No se dejen engañar por el nombre corto. Manantial en realidad es el reflejo del trabajo de varias personas jóvenes costarricenses que forman parte también de múltiples proyectos artísticos. Aquí encontramos a La Edad del Sol, Gusanito, Karol Barboza y Luis M. Machado flotando libremente en un mundo de experimentación sonora que augura un futuro prometedor para la música alternativa.

Crocodile Time – Visions of love on a summer

Año: 2020
Géneros musicales: electrónica experimental, house.

Descripción breve: El baile y la introspección son también elementos necesarios. Este jóven productor costarricense nos sorprende con su álbum debut el cual marca el inicio de una travesía musical.