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Por: Mario Araya Pérez

El sábado 26 de agosto de 2023 tuve la oportunidad de asistir a un evento virtual mediante la plataforma de Zoom convocado por distintas organizaciones e instituciones de El Salvador para dialogar sobre las preocupaciones de las personas jóvenes en la región Centroamericana. A este conversatorio le denominaron “Juventudes Transformando Centroamérica” y estuvo dividido en tres secciones muy interesantes, entre las cuales se intercalaron actividades para involucrar activamente a las personas que asistieron a escuchar las ponencias de las personas invitadas. Estas actividades permitieron que las personas asistentes pudieran aportar desde sus conocimientos y preocupaciones en la compresión de la realidad que vivimos como juventudes en los distintos países de la región.

Las organizaciones que convocaron y organizaron el evento fueron Proyecto Poder, UCA y FECORACEN, esto posibilitó ver los posicionamientos desde distintas realidades de las personas jóvenes no solo en los contextos urbanos sino también rurales, campesinos e indígenas. Tuvo la participación de tres expositoras y tres personas moderadoras que propiciaron los espacios de reflexión e intercambio entre quienes asistieron.  El evento contó con la asistencia de aproximadamente 25 personas a lo largo de toda la actividad, y se desarrolló de 9 a 11 de la mañana.

El objetivo de este escrito es recuperar a modo de memoria del evento algunas de las principales ideas desarrolladas por las personas asistentes y expositoras/moderadoras del conversatorio, dado que se pusieron en discusión múltiples opiniones, experiencias y conocimientos de lo que, como juventudes, estamos viviendo actualmente en nuestros países y que afectan más allá de las fronteras a toda la región centroamericana. Este texto ha sido construido a partir de algunos de mis apuntes que consideré relevantes sobre la actividad y con algunas imágenes tomadas durante esta, por lo que no es una transcripción exhaustiva de todas las discusiones desarrolladas.

El primer bloque de la actividad estuvo orientado a abordar la pregunta ¿Qué nos preocupa a las juventudes en Centroamérica? Esta sección comenzó con un espacio colaborativo a través de una pizarra virtual (y a través del chat de la plataforma) en la que se nos invitó a las personas asistentes a aportar desde nuestras experiencias cuales eran las principales preocupaciones que nos atañen como personas jóvenes (¿Qué situaciones les preocupan de su país?). El listado de preocupaciones que se construyó de manera colectiva fue bastante amplio, y se destacaban los temas relacionados a la securitización, militarización y policialización de las sociedades a través de los regímenes de excepción –u otros mecanismos–que se están viviendo en varios de los países, pero principalmente en El Salvador y Honduras. En estos temas se señaló el ensañamiento que han tenido los cuerpos de seguridad con las personas jóvenes (sobre todo en El Salvador) y cómo esto ha afectado a los procesos de organización social, así como a la posibilidad de llevar a cabo acciones políticas y de manifestación debido al temor real y virtual de que las personas puedan ser intervenidas de manera represiva. Si bien, como se comentó en el conversatorio, esta no es una situación nueva sino algo que ha venido sucediendo a lo largo de los años, los Estados de Excepción han propiciado la instalación de estas prácticas represivas como normales, su institucionalización y han brindado a los cuerpos de seguridad los respaldos jurídicos para llevar a cabo acciones de detención, desaparición y tortura de manera legal. Las personas jóvenes que participaron de este espacio destacaron el sentimiento de inseguridad, debido a que no consideran que los agentes del estado o las autoridades velen realmente por su bienestar. Se coincidió mediante este ejercicio y la ponencia de una de las expositoras que existe una criminalización de las juventudes en la región.

Considerando lo anterior, es importante tener en consideración que, si bien el tema de inseguridad es una cuestión central en la cotidianidad de las personas jóvenes y una de las principales preocupaciones, existen muchas otras problemáticas que también son destacadas. Temas como la salud mental y acceso a terapia, cambio climático y crisis ambiental, el derecho humano al agua, la gentrificación, los proyectos extractivistas, el acceso a vivienda digna, el agotamiento o crisis de los fondos de pensiones, la ausencia de rendición de cuentas y el bloqueo de acceso a la información pública por parte de los gobiernos, la falta de oportunidades laborales, el cierre de espacios de participación, los feminicidios, la vulneración de derechos humanos, el desconocimiento de la memoria histórica, entre otras. Es importante resaltar que las personas asistentes del espacio no solo destacaron aquellas problemáticas que la afectan directamente sobre sus cuerpos y vivencias, sino también a través de la experiencia de personas cercanas (familia, amigos, vecinos) con las que tienen contacto de forma diaria.

Algunas de las preocupaciones enumeradas fueron retomadas por la primera ponente Tatiana Oliva de FECORACEN, quien reafirmó algunas de estas preocupaciones para las personas en la región y destacó que una de las principales vulneraciones es la dificultad en ejercer el “derecho a defender derechos”. Lo cual se enlaza a otras de las preocupaciones puntualizadas en el conversatorio como la amenaza de represión y el temor a la reunión para dialogar sobre ciertos temas.

Fuente: captura de pantalla de Zoom del evento

El segundo bloque giró en torno al tema de la importancia de las personas jóvenes en la participación política. Se inició con un espacio abierto de participación de las personas asistentes, precisamente en la línea de identificar en una palabra aquello que resumiera la respuesta a la pregunta ¿qué hacemos frente a las problemáticas que fueron identificadas? Resaltó en este ejercicio de nube de palabras dos aspectos en particular; la organización y la incidencia. En la reflexión sobre esta actividad se retomó el hecho de que existen (pese a su necesidad) pocos espacios para poder hablar como juventudes, y que en algunas ocasiones puede generar miedo hacerlo, lo que evita que nos podamos reconocer en las problemáticas comunes que estamos viviendo con otras personas en nuestros contextos y en la región en general.

Fuente: captura de pantalla de pizarra colaborativa en Jamboard de la actividad

La segunda ponente, Katherine Lino, profundizó precisamente sobre los elementos de organización e incidencia en torno a la reflexión sobre la relación entre participación política y juventudes. Elaboró desde un posicionamiento crítico frente ambos conceptos, para argumentar que sus definiciones no deben darse por sentado. Primero, respecto al tema de juventud cuestionó la tendencia numérica a considerar a las personas jóvenes como datos y las posiciones arbitrarias respecto a lo que cabe o no dentro de esta categoría (muy marcada por cuestiones biológicas), propiciado y validado en la mayoría de las ocasiones a través de leyes generales de la persona joven. Invitó a reflexionar, en cambio, a partir de las acciones de cuestionamiento, transformación y ruptura que desde práctica realizan y promueven las juventudes, en la búsqueda de cambios estructurales en la sociedad. Segundo, respecto a la cuestión de la política, la expositora indicó que, si bien las juventudes contemporáneas han nacido en un contexto de democracia, en un esquema tradicional de representatividad, este implica una trampa en el sentido de que se nos pone sobre la mesa que el voto es nuestro derecho y es el momento en que podemos elegir a quienes nos van a representar. Lo anterior sin que se nos brinden las herramientas adecuadas a las personas jóvenes para valorar si esto realmente está sucediendo, invitó a que nos planteáramos preguntas tales como; ¿Realmente nos representan como personas jóvenes quienes se encuentran actualmente electos? ¿Qué hacen respecto a las juventudes? ¿Consultan a las personas jóvenes sobre las decisiones que toman?

Fuente: captura de pantalla de Zoom del evento

La opción que planteó son otras formas de participación política como juventudes, que no pasa solo por la cuestión electoral, sino por las posibilidades de incidencia desde nuestras realidades. Señaló que, como juventudes, podemos posicionarnos desde nuestras vivencias individuales las cuales nos están atravesando; las problemáticas y las necesidades que vemos que no son solventadas o los sueños mismos de que las cosas se pueden hacer diferente. De igual forma invitó a incidir desde los entornos inmediatos, esos espacios que habitamos como lo son nuestras familias, comunidades, espacios de estudio o de trabajo. Desde un cuestionamiento a lo normalizado hacer un esfuerzo por organizarnos y colectivizar las luchas, a sabiendas de que no vamos a cambiar estos entornos solas o solos; incentivar la insatisfacción con quienes nos rodeamos, poner sobre la mesa que no estamos obligados a vivir en estas malas condiciones y exigir que las cosas se hagan diferente. Cabe destacar, que la expositora no obvió señalar que nos encontramos actualmente en un Régimen de Excepción en el que hacer cosas que llamen la atención o generen incomodidad es bastante riesgoso por la saña contra las juventudes, lo cual profundiza su estigmatización y criminalización, por lo que tomar las calles puede implicar que las fuerzas armadas puedan detenerles bajo cualquier excusa.

Fuente: captura de pantalla de Zoom del evento

En el tercer y último bloque se trabajó en identificar las formas de organización juvenil que conocemos en nuestros contextos, las cuales ofrecen espacios para la incidencia. Estas organizaciones, según se discutió, son (o deben ser) espacios seguros, donde es posible la denuncia, la construcción de vínculo y trabajo conjunto. En total se identificaron más de 15 organizaciones juveniles, sobre todo en El Salvador y Guatemala.

Fuente: captura de pantalla de pizarra colaborativa en Jamboard de la actividad

Precisamente la última intervención fue de parte de una persona joven guatemalteca organizada desde hace más de 15 años en la agrupación TAN UX’IL. El objetivo de esta ponencia fue conocer desde la experiencia de Hescarleth Membreño, las motivaciones, retos y estrategias en el trabajo de incidencia política en un contexto que, según nos mostró la misma expositora, está marcado por ciertas particularidades entre ellas, ser una zona rural con una fuerte presencia religiosa que dificulta, bloquea o resiste posibles formas de participación y organización. Existe según la expositora una suerte de resignación religiosa que hace que las condiciones de pobreza y miseria en las que se viven sean aceptadas por la población como un designio divino. Adicionalmente, la región donde trabaja esta organización está atravesada por las situaciones de violencia y conflicto propias de territorios de frontera, donde el narcotráfico, la migración y otros fenómenos son parte de la cotidianidad.

Fuente: captura de pantalla de Zoom del evento

El énfasis de la expositora estuvo en la importancia de hacer atractivos los espacios de organización para las personas jóvenes, en los cuales, desde un lenguaje no técnico, se propicien las condiciones para que estas “autodescubran” las problemáticas que les están afectando sin que se conviertan en imposiciones de agendas externas de las organizaciones. Ella misma relata que descubrió de esta forma la situación de violencia que le afectaba a los 16 años, lo cual hizo que se interesara por integrarse en un espacio que le permitiera aportar en la transformación de esa realidad. Para Hescarleth, las organizaciones juveniles no tienen por qué pensar que van a salvar o resolver el mundo solas, sino que el tema de las alianzas con otras organizaciones con agenda diversas, con las que no necesariamente se comparten los objetivos o las acciones, permiten afrontar y movilizar los contextos en los cuales están teniendo incidencia. Este tipo de alianzas posibilitan condiciones de seguridad y permiten llevar adelante sus propias agendas como juventudes.

Para ella el contexto comunitario en el que viven también es un factor de riesgo, por las posiciones conservadoras muchas veces instaladas y las prácticas de linchamiento que a los que suelen someterse a quienes tienen propuestas que no calzan con las creencias propias del lugar, por lo que las alianzas y el bajo perfil se constituyen en parte de los itinerarios de acción. Para ella su labor de incidencia ha estado enfocada en el tema de sexualidad, situación por la que han recibido amenazas y quejas, pero que representa un gran aporte al ser un tema disruptivo en la región en la que trabajan. En términos generales puedo señalar que mí asistencia en este espacio de diálogo resultó muy enriquecedor para conocer de primera mano y desde las propias experiencias de las personas jóvenes cuales son las principales problemáticas que visualizan y experimentan en sus países. Pero también para escuchar las formas en que las representantes de las juventudes cuestionan, proponen alternativas y ejecutan acciones desde posicionamientos políticos muy claros para la transformación de las realidades que afrontamos en la región. Algo que, si bien no resulta novedoso, pero si preocupante es el temor que declaran tener las personas jóvenes organizadas en los países de la región respecto de su derecho a defender condiciones diferentes de vida, que no estén marcadas por la desigualdad, la violencia y la exclusión, sobre todo considerando que este temor lo identifican en los mismos cuerpos de seguridad del Estado que deberían velar por su bienestar.