Por: Roy González Sancho

Conceptos como ciencia, tecnología, innovación, aplicación, etc., han sido del dominio público durante mucho tiempo en espacios como medios de comunicación tradicionales o especializados, en ámbitos académicos disciplinares e interdisciplinares, incluso hasta aquellos más íntimos de la vida cotidiana de personas de todas las clases sociales. Así, la discusión de emprendida en la literatura sobre el tema ha dejado claro que se trata, por tanto, de constructos que han ido adquiriendo una multiplicidad de denotaciones o significados variados en función de sus contextos de utilización, las dinámicas de relación mediatas y los sujetos que enuncien los términos señalados. (Albornoz, 2007; Kreimer, 2006; Vink, 2013, 2015; Woolgar, 1991)

De esta forma, ha sido frecuente leer o escuchar de parte de personas de todas las orientaciones disciplinares o políticas, un uso de los términos mencionados u otros asociados como si se tratara de ideas cuya equivalencia no necesitase esclarecimiento o precisión, o bien como totalidades que describen por completo los procesos de producción del conocimiento científico. (Kreimer, 2006; Vink, 2013, 2015).

Quizás una parte de esta dinámica sea por derivación de la forma en la que se han desarrollado los ámbitos científico, tecnológico, político e industrial, esencialmente en lo que respecta a los países centrales desde donde se ha impuesto la forma de definir el reconocimiento de los aportes y elaboraciones de las distintas comunidades o colectivos sociales y académicos.

De acuerdo con los resultados de trabajos como el de Vink (2015), en países como Francia, luego de la Revolución Francesa se incentivó la formación en ciencias, pero no a la investigación o desarrollo de nuevas teorías o artefactos. Con el pasar de los años las academias y laboratorios privados (siglo XVII) donde se intercambiaban conocimientos científicos pensados como apoyos pedagógicos a los procesos de enseñanza, se convierten en lugares de investigación científica de ciencias “experimentales”, dinámica por entonces no se veía en la universidad como una actividad necesaria. Así, hacia 1860 las investigaciones comienzan a tener aplicaciones prácticas en física, química y más tarde en electricidad.

Una suerte de efecto similar tiene lugar en la configuración de centros de Educación Superior en el continente americano. De la mano con los procesos coloniales, las universidades Latinoamericanas forjadas al calor de sociedades y países con diferentes grados o procesos de mestizaje, desarrollaron un papel político religioso encargado de formar a líderes locales. En contraposición con las estadounidenses y canadienses, en las cuales se dedicaron a formar a tecnócratas, especialmente debido a que estas casas de enseñanza se especializaron y gestionaron desde sus inicios como empresas privadas, según ciertos nichos de mercado específicos y con estructuras flexibles de acuerdo con las «demandas sociales»(Jiménez, 2007; Vink, 2015).

Por otro lado, las dos grandes Guerras Euroasiáticas tienen un efecto eclipsante en las tónicas que los desarrollos en las ciencias e investigación venían teniendo. De esta forma, durante las décadas de los años 30’s y 40’s del Siglo XX junto con la emergencia de los totalitarismos, surgen preocupaciones o cuestionamientos existenciales de la comunidad científica por su responsabilidad social, abogando como principio que la ciencia no debería inmiscuirse en la política, por ejemplo. En este contexto, se hacen posibles las formaciones de sistemas de investigación con infraestructuras específicas, alejadas de presiones de este tipo.(Kreimer, 2006; Vink, 2015; Woolgar, 1991)

Más recientemente, en la década de los 90’s del siglo anterior, de la mano con las “nuevas” esperanzas puestas en el modelo de producción neoliberal luego de la caída del muro de Berlín, se empezaron a trasladar los esfuerzos e intereses en el desarrollo, la ciencia y la tecnología en la forma de una “migración” o traslado de las innovaciones industriales, de productos y procedimientos, hacia innovaciones en las áreas de servicio y comercio electrónico, abandonándose de esta forma la investigación y ciencia de los procesos industriales.(Fressoli et al., 2013; Vink, 2013, 2015)

Como resultado de estas tendencias, aunque estos desarrollos tienen lugar tanto en los países centrales como en los periféricos, hasta la fecha de redacción de este trabajo, los parámetros para medir o situar el valor del desarrollo o avance en ciencia se siguen dictando desde Estados Unidos y Europa (Kreimer, 2006; Olazaran & Otero, 2012).

Así, el panorama en cuanto a la reflexión sobre los procesos de producción del conocimiento científico, o bien del trabajo reflexivo sobre la ciencia, ha dado como resultado que se puedan distinguir ciertas limitaciones o fragmentaciones en sus estructuras y dinámicas, especialmente cuando se trata de definir conceptos clave como los mencionados al inicio de esta sección.  

  1. De tecnología, de innovación y de aplicación.

Partiendo de la importancia que tienen los estudios sobre la Ciencia, Tecnología y Sociedad, explicitaciones de carácter introductorio como la recién ofrecida, plantean de primera entrada observación necesaria sobre las interacciones entre espacios supuestamente separados.

Así, resulta importante presentar un poco de la discusión de ciertos textos que se han ocupado de delimitar ciertos conceptos clave en la temática, especialmente si sus apuntes se centran en aspectos como sus alcances, diferencias y ámbitos de pertenencia.

a. Tecnología

Un primer caso, en este sentido, resulta del concepto de tecnología, el cual de acuerdo con autores como García-Córdoba (2010), Olivé (2013) y Vink (2015), se diferencia categóricamente del concepto de ciencia debido a su naturaleza “práctica” respecto de aquel, siendo que los desarrollos generados por los avances científicos se convierten en la base de las actividades tecnológicas. En palabras de Banta (1984): “…tecnología significa básicamente “conocimiento aplicado” o “la aplicación de conocimientos científicos u otros tipos de conocimientos organizados a tareas prácticas”.(p.60)

Sin embargo, también se han señalado como “avances” otras discusiones disciplinares, tal es el caso de Albornoz (2007), quien ha señalado que del lado de los estudios económicos e industriales se ha convenido que, la diferenciación de ambos conceptos y de su localización, radica en que la ciencia es más propia del área académica fuertemente influido por marcos éticos y morales, mientras que la tecnología pertenece a la empresa, por lo que sus valores u objetivos son los de mejorar productos y procesos con base en una la obtención de una ganancia económica.  

Ahora bien, se ha precisado en una línea algo intermedia, por parte de Bijker (2005) y García-Córdoba (2010), que la tecnología puede entenderse como una actividad basada en conocimientos científicos y verificados, o bien como un proceso compuesta por la fabricación, diseño y procesos de producción de artefactos, cuyo objetivo es “resolver problemas o necesidades sociales”, situación que resulta paradójica en la medida que se presume que esta no tiene relación o influencia de lo político y lo social.

Finalmente, desde los “estudios empresariales” otros autores destacan el carácter práctico que se le ha atribuido a la tecnología como un “saber hacer”, que se ocupa de investigar y planear la realización de artefactos, y que por tanto genera recursos excluyendo aquellos conocimientos que con base en este fin no sean útiles. Al tiempo que se le concede esa capacidad de transformar el conocimiento científico en objetos o productos socialmente “utilizables”  (García-Córdoba, 2010; Jordán Sánchez, 2011). No obstante, en este mismo aspecto, se demarca la diferencia entre tecnología y técnica, pues en contraposición de aquella se trata de un saber hacer adquirido a partir de la experiencia repetida producto de los procesos de ensayo y error, por lo que no pasa por datos que justifiquen o avalen su ejecución (García-Córdoba, 2010).

b. Innovación

Otro concepto frecuentemente referenciado en temas como el que ocupa este trabajo corresponde al término “innovación”, frecuentemente confundido con el de invención, y que ha sido ampliamente tratado en el ámbito empresarial. En este talante, Jordán Sánchez (2011), aduce que la innovación está relacionada con el modelo de I+D, que se comprende por la investigación básica aplicada a necesidades y enfocada a la producción de nuevos materiales, productos o dispositivos. Sin embargo, el autor señala que implica la creación o adquisición de productos o servicios para una entidad, y que tenga una utilidad en el mercado.

Ha de destacarse que, Jordán Sánchez (2011) en conjunción con Suárez Mella (2018) señalan que la innovación está en la misma “esencia de la actividad empresarial”, pues desde la misma fundación de estas entidades implica una actuación innovadora, al momento que se le atribuye una “actividad transformadora” edulcorada con una deriva de “mejoramiento” de procesos, servicios o productos.

El arraigo de este término con respecto al lenguaje y los estudios empresariales es tal que, personajes como Suárez Mella (2018) y Mulet Meliá (2006) le aderezan a la innovación un rol en la competitividad de una instancia de este tipo, principalmente porque mientras a mediados del siglo XX las empresas subsistían con resultados palpables en volumen de producción, calidad y precios estables, las “nuevas exigencias” plantean salidas de orden de servicio, plazos abreviados de entrega y la necesidad de “productos innovadores”.

En este sentido, parece que el significado concedido a la innovación sobredimensiona el impacto o repercusión que tiene esta sobre el proceso de producción de artefactos y la creación de “nuevas ideas” para el mercado en su conjunto.  

c. Aplicación

Varias parecen haber sido las aproximaciones o intentos de introducir una idea de utilidad al trabajo realizado tanto en las investigaciones como en el desarrollo tecnológico, por lo que las alegorías y las inclusiones de temas o procesos de investigación se han esgrimido como una forma acaso de darle forma a un concepto que parece ser redundante en parte por sí mismo.

De esta forma, una de las maneras en la que este intento se ha manifestado ha sido mediante el concepto de investigación aplicada. En palabras de Vargas Cordero (2009) este tipo de investigación se puede definir como aquel proceso que se lleva que se llevan a cabo, con el objetivo de resolver o mejorar una situación, problema social o proceso en particular, mediante una “aplicación creativa” de una propuesta de intervención con un sentido orientador, en un colectivo, entidad o empresa, ya sea que cualquiera de estos lo solicite o debe serles aplicado.

Por su lado, autores como Lozada (2014) alegan que la investigación aplicada se propone ser el enlace entre la teoría y el producto, o bien como han definido Sánchez Carlessi et al. (2018) un ejercicio investigativo pragmático o utilitario que se sirve de los conocimientos que la logrado la ciencia básica o teórica para conocer y dar solución a problemas inmediatos.

En las posturas de ambas referencias, se haya la intención explícita de considerar a las investigaciones tecnológicas como investigaciones aplicadas, además de la necesidad o urgencia para su desarrollo del requisito de la cercana colaboración de academia, industria y usuarios.

d. Ejemplos institucionales CONICET y CENAT

En el caso costarricense, pueden destacarse los casos de dos instancias públicas concebidas como entes facilitadores de la promoción y desarrollo de investigaciones científicas, es decir el CONICIT y el CENAT.

Así, el primero se mantuvo con el nombre de Consejo Nacional para Investigaciones Científicas y Tecnológicas desde el año de su fundación -1972- hasta el año del cambio institucional en el 2021, año en el que pasó a llamarse Promotora Costarricense de Innovación e Investigación (CONICIT, 2021; Promotora Costarricense de Innovación e Investigación, 2021).

De acuerdo con los registros de ambas referencias, la instancia se mantuvo funcionando con fondos del AID, posteriormente por el BID, centrándose en promover innovación y conocimiento en ciencia y tecnología con fines pacíficos, para el “mejoramiento” de la calidad de vida y “desarrollo sustentable” del país. No obstante, tuvo una transformación en sus cometidos en 2021, pasando de ser una entidad de asesoría para el gobierno en el tema, a estar supeditada a las directrices la administración de turno vía el MICITT.

Dicho cambio en su subordinación al poder ejecutivo de turno se vislumbra en el contenido y conceptos utilizados para el perfilamiento de sus objetivos. Antes de 2021 el propósito principal del CONICIT era el siguiente: 

«…promover el desarrollo de las ciencias de la tecnología, para fines pacíficos, por medio de la investigación sistematizada o del acto creador» (art. 2). Asimismo, se enuncia como su labor prioritaria, la de brindar asesoría científica y técnica necesaria al Gobierno de la República, trabajando en coordinación con Planificación Nacional en todo lo que se refiera a políticas de investigación o labores creativas. (CONICIT, 2021)

Mientras que, luego de la reforma y la publicación correspondiente en el diario La Gaceta, el objetivo de la instancia pasó a ser el siguiente:

“La Promotora tendrá como finalidad la promoción de la innovación y el desarrollo científico y tecnológico como ejes para alcanzar el desarrollo productivo y social del país, a través de la ejecución de instrumentos, programas y otros lineamientos de política pública dictados por el Poder Ejecutivo a través del Ministerio de Ciencia, Innovación, Tecnología y Telecomunicaciones (Micitt), en su calidad de rector de ciencia, tecnología, innovación y telecomunicaciones, y lo establecido en la Ley No.7169, Ley de Promoción del Desarrollo Científico y Tecnológico, de 26 de junio de 1990”.(Promotora Costarricense de Innovación e Investigación, 2021)

Ahora bien, en lo que respecta al Centro Nacional de Alta Tecnología, este se define como una instancia multidisciplinar e interuniversitaria enfocada en la ciencia e ingeniería, biotecnología, computación de avanzada, y en la gestión en el áreas ambiental, ciencia, cultura y sociedad (CENAT, 2022).

De acuerdo con lo citado en su página electrónica, la instancia tiene como visión institucional la siguiente declaración:

“Ser un centro líder e innovador que genera conocimiento, productos y servicios en alta tecnología para el fomento de la colaboración científico-tecnológico de alto impacto, promoviendo espacios de aprendizaje, fortaleciendo el desarrollo competitivo, el intercambio del conocimiento al más alto nivel y potenciando los mecanismos que apoyen la coordinación interuniversitaria e institucional de excelencia a nivel nacional e internacional”(CENAT, 2022).

Algunas de las diferencias que posee esta instancia, al menos en sus contenidos o pretensiones, están en ser un espacio de vinculación entre la “innovación y la tecnología”, de brindar capacitaciones y servicios en ciencia y tecnología, etc., colaborando con “el tejido empresarial, sector gubernamental y la academia” (CENAT, 2022).

2. Discusión.

El tratamiento de los temas relacionados con las definiciones sobre ciencia, tecnología e innovación y el adjetivo “aplicado” atribuido a estas nociones a modo de sufijo, se trata de un campo ávidamente encausado hacia las disciplinas del campo empresarial, políticamente conservador y claramente neoliberal.

De estas coordenadas se sigue que el rigor conceptual o de elaboración de los términos, no estén en la mayoría de los casos tratados acorde con lo esperado tanto académica como popularmente, o bien que se omitan en estos variables, agentes o actores clave -a sabiendas determinantes- que participan del proceso que se intenta explicar con el concepto o término.

Tratándose así, en la mayoría de los casos de una “declaración de pretensiones” más que una diferenciación o explicación de las áreas que se intentan definir, o de procedimientos referenciados. Quizás sea este una de las claves del porqué las exposiciones sobre lo que se pregona como tecnología, innovación o investigación aplicada, terminen siendo prácticamente sinónimos, con las mismas propiedades y proyecciones.

Por esto, a la luz de lo reseñado hasta ahora, se apuntan dos marcos de discusión, el primero relacionado con el vacío o la vaguedad con la que se justifican y promocionan los procesos de “investigación” o desarrollo tecnológico por parte de las instituciones políticas o privadas, y segundo con relación a la integración subordinada mediante la que se establecen las relaciones de trabajo transnacional e interno fuertemente concebidas desde la condición de los conceptos antes mencionados.

a. Vacío y vaguedad conceptual

Siguiendo en sus niveles más básicos el manejo interdisciplinar que ha tenido la idea de vacío por parte de varias personas autoras (Arias Albisu, 2010; Contreras Vidal, et al., 2015; Neumann Soto, 2016; Núñez Rodríguez, 2015; Xolocotzi, 2019), puede indicarse que esta conlleva la indicación de ausencia, insuficiencia o nulidad con respecto al contenido, significado y los signos o conexiones necesarios para la imbricación de un concepto.

Esto, a su vez, introduce un paso o punto de inicio para la discusión del uso inexacto o despreocupado que suele tener lugar a la hora de construir o utilizar un concepto o término fuera de su lugar/tiempo heurístico, o bien atribuyéndole sentidos o significados completamente diferenciados, a los cuales le dieron origen o forma.

Tal es el caso del concepto de ciencia, el cual suele mantenerse discursivamente como un ente o campo de trabajo ausente de toda influencia de su contexto social, político y económico inmediato. Atribuyéndole al mismo tiempo una condición de proceso mecánico, como si la repetición de una serie de pasos diese los mismos resultados en todas sus aplicaciones y en cualquier tipo de condiciones.

Sin embargo, esta visión ha sido puesta en cuestión incluso desde la física, a la vista de la variabilidad de condiciones que pueden interferir en los resultados de los trabajos tanto de laboratorio como de trabajo de campo.

Una precisión a destacar es señalada por Woolgar (1991), quien destaca el carácter social de la construcción del conocimiento científico, que se encuentra ciertamente desde la determinación de las oraciones del concepto, hasta la estimación de los pasos sobre cómo proceder para hallar “verdades científicas”. Asimismo, de acuerdo con el autor, se trata de un área colectiva en la que se trabaja mayormente por equipos, siguiendo las elaboraciones y argumentos de otras personas científicas, y donde hasta el mismo espacio del laboratorio corresponde con la materialización de toda una serie de determinaciones, decisiones y resultados previos que han dado forma a los materiales e instrumentos que se utilizan en la práctica científica.

Dicho de otro modo, la práctica y el hecho científicos no son productos neutrales, sino resultados de convenciones, discrepancias, avances y retrocesos de la misma acción humana centrada en conocer -o crear- el entorno. Siguiendo a Woolgar (1991), hasta la naturaleza y la realidad que define la humanidad como tales, son un subproducto de la propia actividad científica, más que sus elementos determinantes.

La vaguedad con las que se han trabajado los conceptos de tecnología, innovación, y el campo de “aplicación” del conocimiento “comprobado” desde la ciencia básica, no solo se evidencia en la omisión deliberada de ciertas partes del hecho o fenómeno a tratar, sino que se manifiesta en la paradoja de fundamentos utilizados para la construcción o “refinamiento” de estos y otros conceptos. Es decir, en la fundamentación de derroteros propios del campo de la economía decimonónica, y con perspectivas de desarrollo que no contemplan este más que en sintonía con los intereses de los países centrales, y la (re)aplicación de modelos teóricos y metodológicos.

Al mismo tiempo, según sean los parámetros o públicos meta de las aseveraciones con las que se describen los conceptos antes citados, los términos adquieren una connotación indiferenciada, o bien como campos separados. Tal es el caso de la “innovación” y la investigación científica, las cuales al menos en el enfoque empresarial predominante citado en el apartado anterior, tienen la misma composición de términos presupuestos para las definiciones de tecnología, innovación e investigación aplicadas. Entre tanto, las acepciones manejadas en las dos instancias costarricenses citadas, se denota un uso diferenciado entre el supuesto campo de la “innovación” respecto del espacio referido para la investigación en otras áreas de las “ciencias duras”.

Sin embargo, hay una constante que se mantiene en ambos escenarios presentados, la insistencia sobre el “uso”, “aplicación” o “transformación” del conocimiento probado o generado por procesos precedentes de investigación en alternativas “útiles socialmente”. Aspecto que no es extraño, ya que durante estas dos primeras décadas del siglo XXI la discusión entre los grupos empresariales y neoliberales, han dado como resultado que las innumerables interpretaciones de “innovación” esta se convirtió en eslogan predilecto a la hora de justificar cualquier intervención  o diseño de políticas públicas relacionadas con el campo de la ciencia y tecnología, especialmente si se trata de programas que permitan el control, la rentabilidad, la ganancia concentrada de las formas estéticas o de procedimientos para el desarrollo y producción de artefactos, o bien de la captación de medios o plataformas de servicios.

En estos términos, se vislumbran tanto en el uso de los conceptos como de las finalidades y motivaciones de los proyectos y programas de investigación que se pueden enmarcar en dichas coordenadas, una profunda preocupación por la superposición de la “razón política” y beneficios privados en detrimento de la utilidad social o beneficio extendido de nuevas alternativas científico-técnicas. Se trata dicho de otra forma, de buscar distintas aplicaciones de recetarios, soluciones o procedimientos ajenos a las realidades y características locales.

Al mismo tiempo, se ha denotado que existe el punto de referencias para la elaboración de las definiciones y las metas de desarrollo, se concentran ampliamente en las disciplinas involucradas o tradicionalmente ligadas a las áreas de la producción industrial, financiera e informática, así como la predilección de procesos de formación de niveles técnicos de formación.

b. Integración subordinada:

En casi consonancia con la discusión anteriormente desarrollada, cobra importancia una de las elaboraciones realizadas por Kreimer (2006) a saber la integración subordinada. De acuerdo con el autor, hay una “escena internacional” en el campo de la investigación en la que se encuentran integrados una cierta cantidad de grupos, de los cuales unos son periféricos ocupándose de las actividades o procesos más rutinarios y mecánicos, es decir las pruebas controles y mediciones ya mencionados como tales por los grupos de los países centrales que coordinan las investigaciones.

Ello, se vuelve imprescindible dadas las características atribuidas a los conceptos de tecnología, innovación y la atención especial que se brinda a la ejecución “práctica” y la aplicación de formas de conocimientos, metodologías y verificación o validación de resultados.

Como pudo observarse, la insistencia entre la “investigación aplicada” y la innovación se cobra sentido cuando más cercana se encuentren los temas desarrollados respecto de las necesidades, urgencias y las tendencias de interés-financiamiento de empresas, gobiernos, e institutos científicos o tecnológicos de los países centrales.

En esta medida, saltan a la vista ejemplos tanto en el campo de la investigación como en el caso de la integración de entidades particulares en los procesos de fabricación o diseño de productos informáticos. Tal es el caso de las empresas de diseño y software informático que se insertan o que, a solicitud de empresas de las empresas de países centrales, se encargan de completar o diseñar partes o desarrollar etapas específicas del proceso de producción o de la cadena de servicios.

Estos son los casos descritos por Vink (2015) en esta división internacional del trabajo, dándose que el trabajo artesanal y mecánico se concentra en las periferias mientras el trabajo conceptual y creativo se conserva en las economías o países centrales.

La marginalidad que se experimenta en la participación e incursión en estos procesos es tal que puede decirse, siguiendo a Fressoli et al. (2013) que se limita a indicaciones o acceso a conocimientos operativos, la instalación de las herramientas necesarias para la fabricación de un artefacto o el desarrollo de las pruebas o tareas mecánicas limitadas y la capacitación para usarlas. Dicho de otro modo, frecuentemente se trata de la reproducción del manejo operativo de las herramientas y la puesta en marcha de las tareas asignadas, cuestión que limitan la posibilidad de desarrollar aprendizajes locales, o modificaciones para la puesta en marcha de proyectos, investigaciones o productos derivados.

De esta manera, los programas de desarrollo y la metas de “crecimiento” económico se sujetan a las necesidades o urgencias de las potencias centrales, incluso como señala Vink, (2013) descuidando o dejando de lado acciones en favor del desarrollo cultural, social, en salud, etc.

3. Cierre

Sobre el tema aquí desarrollado puede concluirse que, ante la urgencia planteada por incursionar en las tendencias internacionales de desarrollo de investigación, así como las dinámicas de subsistencia a las que se ha sometido a muchas instancias del sector en países periféricos, como los latinoamericanos y centroamericanos, han derivado en la aplicación o replicación tanto de las lógicas de gestión del conocimiento, la ciencia y su desarrollo. Limitando de esta forma la posibilidad de desarrollar procesos de investigación o de producción intelectual acordes con las necesidades locales de bienestar y convivencia.

Aunado a ello, el posicionamiento de sectores locales afines y muchas veces formados desde los centros económicos y políticos, han mantenido las estructuras de reproducción, validación, expansión y mantenimiento de los intercambios desiguales y subordinados en el campo científico y tecnológico.

Todo ello, da la posibilidad de considerar que la falta de rigurosidad evidentes en el uso y definición de conceptos claves para el trabajo en ciencia o tecnología, se deba a un esfuerzo deliberado por encajar o delimitar el desarrollo de los proyectos de investigación en las parrillas de oferta de financiamiento e interés de los países o posibles entes patrocinantes.  

En fin, parafraseando a Rivera Cusicanqui (2010), se trata de una dinámica en la que muchas veces, se terminan haciendo estudios e investigaciones cuya utilidad muchas veces se enmarca en los procesos de análisis funcionales al dominio o estrategias de desmovilización de las periferias por parte de las potencias centrales.

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