Por: Fernando Obando Reyes
Porque estamos empeñados en alcanzar el sol, no tememos a la gravedad
Porque estamos empeñados en alcanzar el sol, aunque eso signifique una vez más caer, caer
Artista: Los Waldners. Canción: Ícaro. Álbum: Eclipse Total del Corazón. Año: 2014
Intro
Quizás en algún momento pasado referenciar al rock era sinónimo inequívoco para hablar de juventud. Ya no. ¡Empiezo con las aclaraciones necesarias! Lo anterior no quiere decir que el rock carezca de vinculaciones con el universo musical de las personas jóvenes, tal y como veremos más adelante, muchísimos proyectos locales (e internacionales) siguen incorporando “principios” y transgresiones que el rock ha ido recopilando a lo largo de su historia, e inclusive se les reinventa con nuevos giros. Tampoco pretendo invalidar a toda una serie de estudios que han puesto especial cuidado a la vinculación de las personas jóvenes con el rock en diferentes temporalidades, pues creo que nos demuestran que hay una serie de problemas y situaciones en diversos contextos históricos en donde esta población tiene un importante protagonismo. Esta misma línea nos advierte que en la actualidad hay toda una serie de diálogos que se pueden esgrimir desde los colectivos jóvenes cuando se vinculan con el rock.
Expresadas dichas aclaraciones, me parece necesario tomar en cuenta que más de 7 décadas marcan la historia este tipo de música y que estas no han pasado en vano. Este género ha experimentado (y lo sigue haciendo) con cientos de estilos musicales, propone nuevas variaciones temáticas, así como la oportunidad de explorar discursos intergeneracionales. Es cierto que hablar desde estos términos vuelve más amplio el espectro de la conversación (quizás mucho) pero es en esta apertura en donde creo podemos dilucidar como interactúan algunas propuestas musicales jóvenes. Identificar los puntos de convergencia y divergencia que mantienen entre ellas, se vuelve fundamental para entender la escena de un género que ha demostrado apertura a muchas transformaciones y nuevas voces.
25 años de creer en el rock local: el Rock Fest
En noviembre del año pasado se anunció la novena edición del Rock Fest y no pude evitar sentir curiosidad inmediata hacía el evento, pues no había tenido la oportunidad de asistir a ninguno anteriormente. Para la edición del 2013, realizada en el Palacio de Los Deportes me encontraba dando un concierto el mismo día (vaya ironía), y la que hubo anterior a esa fue celebrada en 2003, para ese momento aún me encontraba en la primaria. Curiosamente si ese hubiera sido el caso para el Rock Fest 2022 no hubiera tenido problema alguno, el evento se anunció para todo público e inclusive contó con una tarima exclusiva para las personas menores de edad que gustarán acercarse a algunas de las propuestas artísticas del festival, volveré a referenciar esto más adelante.
El Rock Fest celebra 25 años de existencia y mucho ha cambiado desde su primera edición en 1996, si quieren realizar un recorrido detallado por las peripecias, retos y buenos momentos de cada una de las ediciones del festival pueden visitar la obra “En el asiento del conductor” escrita por Fo León y Ernesto Aducci (creador del Rock Fest). En el libro más allá de las anécdotas y los datos históricos nos queda claro que el Rock Fest es un espacio que ha celebrado la creación musical joven local en diferentes momentos históricos y claves de la historia del rock tico.
La obra también nos deja atestiguar que el tiempo ha pasado y que el espacio se ha tomado un merecido descanso que le ha permitido entender que el rock local vive constantes transformaciones a una velocidad bastante acelerada. A pesar de tener una prometedora alineación, la edición del 2013 es recordada con cierto tono agridulce en el texto debido a varios acontecimientos. En retrospectiva, me parece que esa octava edición representó una pequeña señal de alerta de que grandes transformaciones estaban ocurriendo en la escena local, un juego de pesos y contrapesos que siguen buscando como acomodarse hoy en día.
9 años han pasado desde esa extraña octava edición y el Rock Fest regresa a la conversación de la escena del rock local. Es claro que dentro de sus prioridades sigue encontrándose la celebración de las propuestas jóvenes, solo que ahora se pregunta cómo puede ampliar sus horizontes y generar una red de comunicación compleja que involucre a otras personas artistas que también han estado presentes en otros momentos importantes de la construcción de la escena del rock tico.
Si nos dedicamos a hacer una disección cuidadosa del cartel del Rock Fest nos daremos cuenta de que el evento pretende hacer un repaso por más de 4 décadas de rock local a partir de agrupaciones que son representativas del movimiento. Encontramos lazos directos con los 80 (Café con Leche – 50 al Norte), los 90 (El Guato, El Parque, Gandhi, Inconsciente Colectivo, Deznuke, Mentados, Mekatelyu, Pazword), los 2000 (Adaptados, Akasha, Bufonic, Pedro Capmany, Endemia, Insano, Kadeho, The Movement In Codes, Santos y Zurdo, Tropa 56, Xpunkha) y los 2010 (Alphabetics, Adrenal, Los Waldners, Ladrona, La Versión Extendida de las Cosas, The Great Wilderness, Nakury, Barzo, Nou Red, Mimayato).
Lo anterior me parece particularmente valioso, pues nos invita a pensar sobre la historia de un tipo de música la cual se supone tiene su propio día de celebración oficial en el país (el 20 de abril). La historia del rock local siempre se nos muestra un tanto difusa y enredada, pero esto no es culpa de nadie y de paso es una discusión extra para otro momento; lo que me interesa resaltar es que el Rock Fest como evento a través de su cartel nos permite generar vínculos históricos con nuestras propias expresividades musicales en una relación pasado – presente – futuro.
Me gustaría resaltar mi interés por comprender más profundamente estas relaciones temporales a través de las narrativas de las personas jóvenes que tuvieron oportunidad de participar del evento en condición de artistas, pues me surge una inquietud ¿Cómo se insertan las personas jóvenes que hacen música en una propuesta que parece apuntar en esta dirección? ¿Qué aprendizajes, retos y reflexiones pueden salir de una experiencia que apuesta por tomar un lugar como el Parque Viva y llenarlo con más de 30 agrupaciones locales durante aproximadamente 10 horas?
Para lograr lo anterior, entendí que no bastaba con que asistiera al evento, esto podía darme una guía y complementar mis reflexiones, pero era claro que debía dirigirme a conversar con algunas de las personas artistas participantes del Rock Fest. Es aquí adonde aprovecho para extender un enorme agradecimiento a Valex y Maget (integrantes de la banda Ladrona), Elizzabeth Naranjo y Valeria Atkeys (de la agrupación Nou Red) a Luis Carballo (miembro de Los Waldners) y a Pedro Capmany, quienes aceptaron mi solicitud de entrevista con enorme amabilidad y calidez. Por medio de unas pequeñas sesiones de reunión virtual conversamos acerca de varias temáticas que resumiré en los siguientes apartados, sin duda fueron sus voces y perspectivas las que ayudaron a brindarle sentido al siguiente escrito.
Nuevos sonidos, encuentros y propuestas
“El rock está en constante evolución”, afirma Elizzabeth Naranjo, vocalista de la banda Nou Red. Difícil contradecirlo, pues parece que entre más años pasan más evidencia hay de esto. En más de 70 años de historia el rock ha pasado por la inclusión de cientos de instrumentos nuevos, ha explorado fusiones con otros estilos musicales y no pareciera querer detenerse. Quienes se hayan tomado un chance para escuchar experimentos más recientes, probablemente hayan notado que la exploración con la música electrónica ha mantenido cierto protagonismo; solo para demostrar que la “electrónica” es en sí un vasto campo aún en construcción y redefinición. Las mezclas y fusiones que quedan por descubrir se presentan como infinitas.
Por otro lado, es claro que estás expresiones musicales no ocurren en un espacio aislado. La música se encuentra en relación con diferentes factores sociales que también cambian, nuevas tecnologías que se involucran en el proceso de creación musical, así como nuevas personas que le descubren, ejecutan, sienten y piensan. ¿Cómo se refleja esto en el sonido de algunas de las propuestas musicales jóvenes aquí presentes?
Valeria Atkeys y Elizzabeth Narranjo integrantes de la agrupación Nou Red comentan que en el caso de su música pueden notar como un instrumento como lo es el teclado toma cierto protagonismo en contraposición a como lo podría tomar una guitarra en una canción de rock más tradicional. Esto junto a los juegos de voces y otros elementos musicales propios de Nou Red nos brindan pistas de otras sensibilidades musicales que hacen que el rock interactúe con otra variedad de estilos. “Eso ya es super viejo, pero acá, yo siempre me peleó con los sonidistas porque no entienden que el teclado es el principal y no la guitarra…” comenta Valeria Atkeys. ¡Claro! No es solo “reemplazar una guitarra por un teclado”; es que en la sonoridad específica de Nou Red este “cambio de liderazgo instrumental” implica todo un flujo musical nuevo y expresividades diferentes que la agrupación muestra.
Las integrantes de Nou Red, así como las otras personas entrevistadas parecen también coincidir en este ambiente de experimentación musical, el cual pone el ojo en la discusión sobre los géneros musicales. Podemos trazar otro consenso por parte de las personas entrevistadas: cuando hablamos de rock como música, es difícil utilizar las palabras género musical en un sentido tradicional tal y como lo usaba la industria durante el siglo pasado. El género ya no es esta etiqueta cajonera que llevaba fácilmente a una agrupación a sentirse en una camisa de fuerza. Podríamos decir que contemporáneamente al hablar de géneros musicales estamos pensando más que todo en ciertas guías de estilo que nos ayudan a identificar una ruta de sonidos que pueden tener cierta coherencia entre sí, sin embargo, estas no están escritas en piedra, dichas guías se visualizan en constante definición y atentas a la construcción de nuevos puentes entre microcosmos musicales.
Intentaré ahondar en el punto anterior por medio de unos ejemplos. Una agrupación que puede brindarnos una conversación interesante es la banda Ladrona. ¿Quién se negaría a poner el estridente juego de guitarras y batería frenética de la agrupación dentro de la categoría de rock? Sí nos sentamos a escuchar la música un rato, tal vez lleguemos al consenso de que definitivamente es rock pero que también es punk; la estructura de las canciones, su corta duración y la estética gráfica de algunas propuestas de la banda nos ayudarían al argumento. Una tercera sesión de escucha tal vez nos lleve a querer introducir también hardcore, dentro de esta “lista” que estamos haciendo.
Mientras converso con Valex y Maget, integrantes de la banda, me comentan que, si bien forman parte del “universo punk”, a nivel histórico la banda ha tenido un buen acercamiento con el anarcopunk, “también como hay tantas ramas en el punk, nosotros nos acercamos más a la del D-Beat (…) que es un subgénero menos comercial del punk rock”, afirma Maget. ¿Rock, punk, hardcore, anarcopunk, D-Beat, punk-rock? ¿Dónde está la línea? Para estas personas músicas eso no es una pregunta que cause preocupación.
“La línea de los géneros da más igual, hay mucho más chance de jugar con la música (…) Hay una visión más diversa de cómo se construye una propuesta” comenta Maget. Por su parte Valex mantiene una visión similar: “…recordé este montón de artistas que están sacando propuestas que son muy difusas, como que de repente cuesta ponerlas en un género y eso a mí me encanta (…) porque cuando tenés mucho que expresar, muchas cosas que te mueven, de repente haces estas mezclas locas…”.
Al conversar con Luis Carballo de Los Waldners la discusión alrededor de los géneros musicales también se hizo presente. “Entendemos que usamos elementos más calmados o menos “fuertes” que se pueden escuchar en la música de los Waldners (…) pero nunca nos hemos peleado por calzar en un género…” comenta el musico. Para evidenciar este juego difuso de géneros musicales, Luis utiliza un ejemplo interesante, él menciona: “si quisiéramos entender la música de Los Waldners y ponemos en un espectro de rock, seríamos como el antónimo del Black Metal, estamos en la parte más calmada del espectro”
Pero es justamente eso, en este momento es más realista pensar en un espectro de sonido en donde se pueden intercalar ciertos géneros musicales que en cajas cerradas con conexiones lineales. Para Luis esto tiene sentido en un momento en el que “la gente está oyendo de todo”. Sin duda la distribución digital y los enormes catálogos que se pueden encontrar en línea ha facilitado que el consumo variado de propuestas musicales se presente cada vez más ecléctico. Y es que a pesar de que el músico opina que el rock en ciertos momentos históricos suele tener ciertas reservas respecto a sus transformaciones o mostrar algunas resistencias, estas finalmente van cayendo ante el potencial de fusión musical que presenta el género y las nuevas ideas que inminentemente llegan al campo sonoro.
Si quisiéramos complejizar aún más la visión respecto al asunto del rock como género musical, me parece necesario traer a colación un comentario de Pedro Capmany que menciona que “el rock se ha vuelto casi como un adjetivo, no un género musical, sino más como un estilo de vida que nos une”. La anterior propuesta nos revela todo un campo nuevo de preguntas, pues nos invita a pensar más allá de la música. Hay ciertos valores o calificativos más abstractos que se podrían identificar con el rock; toda una esfera experiencial y de construcción de identidad que también forma parte de su universo. El ámbito para nuevas preguntas que se nos abre no es menor ¿Cómo se ha ido transformando ese estilo de vida? ¿Cuáles elementos persisten en el rock que permiten la unión entre las personas que encuentran refugio en alguna de sus variadas manifestaciones? ¿Cuáles son las diferentes formas en el que las personas viven el rock?
Como hemos comentado antes, la idea de la experimentación a través de géneros musicales en el rock no es cosa nueva; inclusive como mencionan varias de las personas entrevistadas, ya anteriormente el Rock Fest había tenido clara estas delgadas líneas musicales. Pero aquí lo emocionante es descubrir las nuevas reglas y contextos bajo los que se realizan estas mezclas, aquí la adrenalina encuentra espacio en un ambiente que reinventa transgresiones y experimentos; la sorpresa está en descubrir cuales nuevas líneas han sido emborronadas y sin duda las propuestas musicales jóvenes están abordo con estas dinámicas. “La música se va modernizando y nos ofrece una variedad nueva de sonidos en el Rock Fest” declara Pedro Capmany, quien me cuenta con gran emoción acerca de varias propuestas musicales nuevas que no había tenido oportunidad de escuchar en vivo y que considera, aportan una bocanada fresca de sonido para la música local en general.
Sin duda la discusión acerca de los géneros musicales fue una de las más llamativas respecto a la configuración de “nuevos sonidos”, sin embargo hay consenso de que hay otros elementos importantes a rescatar, entre ellos: la inclusión de instrumentos no convencionales, la presentación de propuestas electroacústicas o que involucran elementos especializados desde la electrónica, la presentación de nuevas temáticas líricas y la presentación de proyectos que usan exclusivamente el inglés o una mezcla entre inglés y español.
Ahora bien, las discusiones alrededor del sonido no solo corren hacía “lo nuevo”, afirmar que las propuestas jóvenes solo “miran hacia el futuro” es impreciso. Un evento como el Rock Fest permite formar puntos generacionales de encuentro, los cuales también llevan a una interacción y reflexión musical. Hubo un caso en el Rock Fest que me pareció particularmente ilustrativo: la unión de Pedro Capmany con la agrupación Café con Leche.
Para quienes no lo tengan muy fresco en la memoria, Café con Leche figura como una de las bandas de rock de los años 80 más importantes en nuestro país y Centroamérica, cuyo legado ha trascendido el resto de las décadas. Además de albergar en sus alineaciones a incontables figuras musicales con importantes recorridos (Marcos Elizondo, Javier Chaves, Carlos Pardo, Ricardo Nieto, Miguel Obregón, entre otros) contó con la presencia del maravilloso artista José Capmany.
“En el último Rock Fest había tocado con Los Govinda, entonces yo decía ¿Qué hago? Estaba realmente indeciso… bueno, yo sabía que tenía que tocar con Café, pero no sabía si quería tocar también unas de mis canciones y conforme se dio el primer ensayo yo dije: No, ¡esto es algo realmente histórico! Esto tiene que darse de otra forma. Esto tiene que ser la música de Café con Leche y José Capmany, sonando por ellos mismos. (…) siempre trate de verme como un facilitador de que esto sucediera, porque mi intención era rendirle un homenaje a Café con Leche” comenta Pedro.
Sin duda la presentación de Café con Leche con Pedro Capmany fue uno de los puntos más emotivos del evento, y a nivel visual, un momento claro de la unión intergeneracional en tarima; la cual fue resaltada aún más cuando en “La Historia Salvaje” María José Capmany y Pablo Capmany también tomaron el escenario. El Rock Fest abre un espacio en donde personas artistas pueden brindar reconocimiento al legado de otras que también han participado en la construcción de un movimiento que trasciende lo musical.
Discutiendo respecto a otros encuentros posibles, Elizzabeth Naranjo de Nou Red comentaba como el festival se había convertido en su oportunidad de ver a varias agrupaciones más veteranas por primera vez; muchas veces nos enfrentamos con la particularidad de que estos proyectos se van de las tarimas por largos periodos de tiempo; esto puede responder a muy variadas razones, pero casi siempre el común denominador es lo ardua que resulta la tarea de mantener con vida a una agrupación local de rock. El papel que fungen estas agrupaciones en calidad de influencia musical para varias personas artistas no es menor y es en momentos como este en donde se abre una oportunidad de vivir y escuchar su música.
Como músico que llegó con gran emoción a escuchar a la agrupación 50 al Norte en el Rock Fest, puedo entender como estos momentos de encuentro musical con agrupaciones clave del pasado brinda un espacio emocionante y enriquecedor. Y hay algo que me parece necesario de anotar, esto va más allá de una nostalgia superflua o de un tropezón en el cliché de “observar a los ídolos”. Aquí más bien hablamos de la necesidad y la oportunidad de generar encuentros en donde se le da un chance a la reconstrucción de la memoria de un movimiento musical y de los lazos sonoros elaborados a nivel personal en términos de construcción identitaria.
Espacios necesarios: representación y narrativa
A todas las personas con las que tuve la oportunidad de conversar les pregunte ¿Debería el Rock Fest seguir dando espacio a propuestas jóvenes en su alineación? Las respuestas son afirmativas. Pedro Capmany asiente de inmediato y con entusiasmo comenta: “En un Rock Fest 2023, yo espero que veamos propuestas nuevas que estén sonando fuerte (…) ojalá que las bandas nuevas aspiren a querer ser parte del movimiento”
Pero ¿por qué? ¿Qué razones hay detrás de la necesidad de la presencia de propuestas musicales jóvenes? ¿Qué aportan a un evento como el Rock Fest? y más importante aún ¿sobre qué aspectos nos permiten discutir a la hora de pensar al rock?
Al conversar con las personas músicas, parece que hay un primer consenso que va estrechamente vinculado con lo que estuve esbozando en el apartado anterior: un nuevo acercamiento desde las sonoridades es imprescindible. Muchas propuestas jóvenes no solo aportan la visibilidad de ciertas vanguardias artísticas, sino también de posibilidades creativas desde el versátil espectro del rock. El espacio para aquello que nos sorprende y nos hace preguntarnos por el presente y los futuros cercanos musicales se vuelve un componente de gran importancia en espacios como estos.
Otro aspecto resaltado por Valeria “Atkeys” se enfoca en los aportes narrativos y temáticas que vienen de las canciones de las agrupaciones. “Hay propuestas jóvenes que están hablando de lo que está pasando en ESTE momento (…) podés escuchar nuevas temáticas, nuevas narrativas” comenta la artista. Es por acá donde se perfila otro elemento que en muchísimas ocasiones acompaña a la música: la letra.
Es a partir del ejercicio lírico en donde podemos encontrar temáticas contextualizadas a partir de la visión de poblaciones jóvenes específicas, además de nuevas propuestas temáticas que quizás en otros momentos históricos no hubieran existido. Suena algo evidente: algunas temáticas que se tocan en 2022 no necesariamente aparecen en canciones de 1996 o 2011, por citar dos años aleatorios. Y aunque si bien es cierto algunas “temáticas universales” siguen apareciendo, las narrativas les dan nuevos giros o involucran otras aristas.
Este último punto puede ser reflexionado mediante el acercamiento de la construcción de letras de Ladrona. Valex y Maget comentan que un interés que se presenta en la agrupación es mantener letras “menos panfletarias” como las que se suele encontrar en algunas partes del punk, pero esto no quiere decir que sus letras estén despolitizadas, al contrario; el reto parece ser combinar lo político con letras que representen refugio y ternura, pero también nuevas formas de expresar la ira y la rabia.
Hay una tercera razón que rescata Valex y en la cual otras artistas estuvieron de acuerdo. Para las propuestas musicales jóvenes, los espacios de representación femeninos y de personas de la comunidad LGBTQ+ son necesarios e importantes. Lo anterior no solo representa un apoyo entre colegas artistas hacía un gremio que reconoce la diversidad de sus integrantes, sino también la posibilidad de que el público que asiste encuentre nuevas formas de imaginarse y encontrarse a la hora de experimentar la música.
Las personas entrevistadas suelen encontrarse complacidas, pues consideran que el Rock Fest representó un paso hacía esa dirección y consideran que es algo que debe mantenerse pues fortalece al rock y a la música en general. También existe se la acotación de que es importante tomar en cuenta las horas y espacios a dar a estas propuestas para procurar brindarles horarios que faciliten su exposición. De ahí que algunas de las personas entrevistadas anoten que esto no es un tema exclusivo para discutir con el Rock Fest, es un tópico para discutir con otros festivales, espacios de entretenimiento musical y otras ramas artísticas en general.
Finalmente, durante la conversación hubo un punto que me llamo la atención, y es que, si bien algunas personas entrevistadas consideran necesaria la inclusión de propuestas jóvenes, también contemplan otros aspectos de la consolidación del espectáculo, por ejemplo, se recalca que consideran positivo un enfoque intergeneracional, pues esto ayuda a enfatizar la posibilidad de descubrir diferentes expresividades musicales en un mismo lugar. Esto también se observa como una oportunidad para generar equilibrios de representación generacionales y construcción de diálogos entre artistas de diferentes épocas.
Trabajar e intercambiar saberes en colectivo
¿Es el Rock Fest un concierto? A pesar de lo que yo creía, parece que esta no es la palabra más apropiada para calificarle. Las personas músicas entrevistadas utilizaron a menudo la palabra “movimiento”, “evento” e inclusive “fiesta” pero “concierto” no fue un término tan utilizado. Esto es entendible si vemos que alrededor del Rock Fest ocurren diversas interacciones en medios de comunicación, conciertos previos, eventos de índole benéfico en donde participan activamente las personas artistas involucradas, entre otras actividades.
Ante esta dinámica particular de producción de algo que trasciende a un concierto ¿Qué oportunidades de aprendizaje hay involucradas para las propuestas más jóvenes? También entendiendo de qué estas personas artistas tienen saberes que compartir a partir de sus experiencias ¿Cómo se da la interacción con otras bandas “veteranas” del rock?
A partir de las conversaciones realizadas, parece que los testimonios convergen en que se instauró y propició un ambiente de “hermandad”. Luis Carballo comenta “Desde el inicio se nos dejó claro que íbamos a la misma fiesta”. Se apunta a que se buscó ejercer un trato igualitario para todas las personas artistas involucradas y que se les exhortó a conocerse, conversar y compartir ideas.
Algunas personas entrevistadas consideran que cuando se trabaja con agrupaciones que se les etiqueta de “leyendas”, “ídolos” y otros superlativos, pueden ocurrir “juegos de egos” que complican los asuntos, sin embargo, consideran que durante los encuentros que tuvieron alrededor del Rock Fest esto no fue así, sino que consideran que la mayoría de las agrupaciones “veteranas” mantuvieran una actitud de colaboración y fraternidad respecto a otras.
Aspectos como el anterior se ven reflejados en una historia de Valeria Atkeys: “Gracias al Rock Fest ahora toco con Nakury y toco con Bernal (Villegas)…sí, Bernal me llamó para hacer un concierto con él en Cartago y en Bansbach, tocamos piano y voz y fue riquísimo, él quería nutrirse de lo que estaba haciendo yo y yo evidentemente quería nutrirme de lo que ha hecho él, de lo que sigue haciendo, ¡porque no para! …ves, esto es algo muy importante”
Los encuentros se pueden celebrar desde las presentaciones artísticas o inclusive desde dudas y consejos cotidianos respecto a la gestión de eventos y proyectos musicales. Surge entonces la importancia de resaltar la necesidad de impulsar el intercambio de saberes desde posiciones horizontales y en donde la retroalimentación se pueda manejar en un ambiente ameno.
A todo lo anterior hay cierto matiz que rescatan algunas de las personas entrevistadas y es que es cierto que en ocasiones pueden existir choques; en donde las “generaciones más viejas” deben aprender que hay ciertos tratos diferentes y formas de abarcar temáticas que ya no se hacen como en “otros tiempos”. Para las agrupaciones más jóvenes esta posición no es negociable y en algunos casos se considera uno de sus mayores aportes de enseñanza hacía generaciones mayores. Un punto positivo que se anota es que la mayoría de las personas involucradas han intentado aplicar esto, entendiendo que hay una sensibilidad diferente ante diversas situaciones sociales. Las personas artistas también reconocen que acercamientos como este permiten conocer la faceta cotidiana de otras personas colegas y como también son seres humanos lidiando con sus diversos problemas y transiciones en una sociedad cambiante.
Finalmente, algunas personas entrevistadas consideran que parte importante de los aprendizajes obtenidos se ubican en el ámbito técnico. Es claro que muchas propuestas que llevan menos años en la escena musical tal vez han tenido menos oportunidades de interacción con “escenarios grandes”. El acercarse a un evento que maneja una proyección masiva de publico se tiene la oportunidad de aprender de aspectos de luminotecnia avanzada, sonido, montaje de espectáculo en tarimas amplias, entre otros aspectos.
“Nos espera infinito”
El mar
Siempre
Nos espera infinito
Artista: Nou Red. Canción: Nos espera infinito. Álbum: Nos espera infinito. Año: 2019
Recapitulando sobre lo discutido, el Rock Fest provee un espacio musical intergeneracional con inclusión de propuestas jóvenes, tal y como lo demuestran algunas de sus personas participantes, esto es algo que ha mantenido el festival a lo largo de la historia y al hacerlo una vez más abre una puerta de nuevas discusiones, preguntas y puntos de reflexión.
Después de escuchar detenidamente a las personas entrevistadas y revisar mis notas, me parece que hay 3 grandes ámbitos de reflexión: las sonoridades, la representación y la gestión. El primero en relación con una discusión alrededor de los conceptos y formas de entender a los “géneros musicales” y la forma en que los estilos musicales se encuentran, mezclan y difuminan sus líneas sonoras. El segundo remite a la representación intergeneracional e interseccional de las propuestas musicales, teniendo en cuenta aspectos específicos para las personas jóvenes cuando sean ellas las que puedan tomar cierto protagonismo. Finalmente, el de la gestión aduce hacía un análisis de como se están construyendo los espacios de trabajo, un espacio intergeneracional como el Rock Fest muestra un punto de partida para discusiones más complejas que nos llevan a pensar como se imaginan y realizan los festivales musicales en el país. Es claro que aquí apenas se hizo una breve pincelada de estos 3 ámbitos y que al proponerse estos puntos de reflexión se abre un espacio para preguntas, debates, propuestas y posibilidades; claramente aquí la provocación se dirige a mantener la conversación abierta.
Las personas entrevistadas parecen compartir que se está construyendo un futuro cada vez mejor para la escena musical del rock local en el país y que muchas propuestas jóvenes se siguen formando y probablemente traerán nuevas técnicas y discusiones a la mesa que nos llevarán a una obligatoria y sempiterna revisita de paradigmas y supuestos. Ante el futuro se esbozan varios consejos claros: hay que mantener con orgullo nuestra propia producción artística, tomar en cuenta el trabajo en colectivo pensado regionalmente para trazar nuevos horizontes y construir equipos de trabajo flexibles.
Por el momento, las personas artistas guardan cierta calma pues creen que propuestas como por las que apuesta el Rock Fest ayudan a la construcción de una escena musical aún en formación, es necesario compartir estas propuestas con otros espacios y aprender también de sus aciertos para mantener una retroalimentación activa.
Ahora bien, me parece injusto pasar por alto una inquietud que expresan algunas de las personas entrevistadas, la cual se orienta a si la política pública está tomando en cuenta todas estas conversaciones. La preocupación se hace tangible: la falta de financiamiento y el desfinanciamiento sistemático que han tenido diversos proyectos culturales alerta de sobremanera a las personas músicas. Es muy positivo que iniciativas privadas estén apostando por propuestas locales y que se invierta en ellas ¡esto debe mantenerse! pero ¿Cuáles iniciativas esta impulsando el Estado para el sector música en específico? ¿Cómo se están manejando los pocos recursos que parecen que hay? ¿Hay un enfoque de juventudes cuándo se discuten políticas públicas que tengan que ver con el sector música?
Ante la inadecuada acción del Estado y su fracaso para brindar políticas públicas relevantes para el sector de personas trabajadoras de la música, algunas de las personas entrevistadas transforman la inquietud en un ¿y qué puedo hacer yo desde los espacios que sí tengo, aunque sea un poco de incidencia? La anterior es una pregunta trascendental que ha mantenido en firme las fuerzas de transformación a favor de las personas artistas a través del tiempo.
No es que se haya “muerto” la discusión alrededor de la política pública y la responsabilidad del Estado hacía los derechos culturales de las personas, es que ante la situación; las personas músicas simplemente no se pueden quedar de brazos cruzados y desde sus espacios de gestión e interacción han seguido adelante con sus proyectos y discusiones. Estas últimas suelen ser mantenidas con otras personas del gremio, e inclusive con personas del público, quienes son una parte aliada fundamental para la construcción de un ecosistema musical que pueda ser habitado provechosamente.
Outro
El Rock Fest contaba con 3 tarimas: 2 principales y 1 anexa, esta última albergaba al Kidz Fest. era bastante pequeña y de poquísima altura, pero con suficiente espacio para sentar a unas 30 personas alrededor de ella. Aquí la prioridad era que las personas infantes pudieran disfrutar cercanamente de la música, lo cual sería más complicado en las tarimas principales. Este pequeño detalle hizo que varios niños y niñas a lo largo del día pudieran estar cercanamente a las personas músicas, e inclusive que conversaran, se tomaran fotografías con ellas y hasta que tocaran sus instrumentos. Era evidente que esta tarima no estaba dirigida para mí, pero al ir transitando entre tarima y tarima no podía evitar asomarme a como avanzaban las cosas por ahí. Las interacciones, encuentros y experiencias que se estaban formando eran muy diferentes a las que ocurrían en el festival, pero al mismo tiempo formaban parte de él.
El revisitar ese momento en la memoria me lleva a una serie de preguntas abiertas que se han dejado ver en el texto y que no necesariamente han quedado contestadas, sino apenas han empezado a ser exploradas: ¿Cómo estamos pensando los espacios de entretenimiento como los festivales? ¿Qué nos pueden contar las personas artistas jóvenes desde sus experiencias? ¿Hacía donde se mueven algunas discusiones? ¿Qué hacemos desde los espacios musicales para buscar una inclusividad generacional? Como personas artistas involucradas en la gestión de espacios ¿es algo qué queremos ayudar a construir? ¿Cómo lo hacemos? ¿Cómo aplica esto en conciertos más pequeños?, por otro lado, entendemos que las iniciativas privadas son válidas e importantes, pero ¿cómo mantenemos la lucha en la política pública? ¿qué estrategias se aplican si el panorama político no resulta alentador?
Nuevas oportunidades de comunicación han aparecido en la mesa y es muy probable que un trabajo intergeneracional que le dé un espacio legítimo a las propuestas musicales jóvenes sea una de las movidas trascendentales para construir un futuro prolifero. Los siempre expansivos horizontes del rock nos juntan una vez más para cuestionarnos acerca de los cambios y nos obligan a reflexionar hacía donde tienen que dirigirse las fuerzas que nos permitirán una consolidación de flujos musicales locales prósperos.