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Por: Argentina Artavia Medrano

Nos hemos acostumbrado a pensar la democracia únicamente desde el punto de vista procedimental, es decir, de lo que implica la organización y desarrollo del proceso electoral: fechas de apertura y para la inscripción de partidos y candidaturas, cuántos procesos electorales se han desarrollado, cuántos partidos políticos inscritos, cuántas papeletas y personas participan y presentan sus candidaturas; cuáles son los porcentajes de participación y de abstención; datos desagregados por edad, provincia y cantón, datos históricos de los distintos procesos electorales, entre muchos otros.

Y si bien esos datos son muy importantes y han servido para colocar a Costa Rica como uno de los mejores países en el mundo en organizar procesos electorales con una seguridad jurídica y electoral que garantiza la voluntad popular, sin embargo, pocas veces nos detenemos a considerar la democracia como forma de convivencia; la manera en la que nos comunicamos, interactuamos y nos movemos, no sólo física, sino virtualmente. Y ahí es donde cobran mayor relevancia, los contenidos y las dinámicas sociales.

La irrupción de las redes sociales y las herramientas tecnológicas son tema de discusión desde hace ya varios años; la tecnología está presente en prácticamente todas las áreas del desarrollo, principalmente en la parte social, en lo que se refiere a la interacción entre personas.

De acuerdo con el Tercer Informe sobre Discursos de Odio y Discriminación en Redes Sociales en Costa Rica, elaborado por Naciones Unidas, en el último año se detectaron más de 1.4 millones de mensajes y conversaciones en redes sociales de Costa Rica ligadas a discursos de odio y discriminación, los cuales se han triplicado desde el año 2021.

El tema es preocupante puesto que, según el Informe, no es problema de unos pocos: 632 mil corresponden a autores únicos (65% más que 2022); y aun cuando los hombres son los principales emisores de discursos de odio y discriminación, el Informe también señala que la participación de mujeres está en aumento.

Fuente: Tercer Informe Discursos de Odio y Discriminación. Naciones Unidas, 2023.

La investigación permitió definir que los temas que más recogen discursos de odio y discriminación son:

  • Política y realidad nacional (480 mil)
  • Xenofobia (236 mil)
  • Género (214 mil)
  • Orientación sexual (178 mil)
  • Choque generacional (143 mil)
  • Racismo (96 mil)
  • Religión (36 mil)
  • Discapacidad (22 mil).
Fuente: Tercer Informe Discursos de Odio y Discriminación. Naciones Unidas, 2023.
Fuente: Tercer Informe Discursos de Odio y Discriminación. Naciones Unidas, 2023.

Según se observa en el gráfico anterior, está creciendo la violencia y, sobre todo, la intención de agredir. Y el tema no es menor, puesto que los mensajes en redes sociales son una amenaza directa a la democracia como forma de convivencia. De acuerdo con el Informe, los temas son variados en contenido y hacia quienes se dirigen:

  • Ataques a periodistas, medios y al “periodismo” (231% más que el 2022).
  • Rechazo a los señalamientos de odio y discriminación. “Censura a la libertad de expresión. Ahora todo es discriminación”.
  • Mujeres tienden a ser más atacadas por su apariencia física, hombres por orientación sexual.

Los hitos o eventos desencadenantes son diversos y no siempre están interrelacionados, entre los cuales pueden mencionarse: la promulgación de proyectos de ley o actividades parlamentarias; el juicio entre Johnny Deep y Amber Heard; los comentarios del entrenador Justin Campos contra un jugador; Shakira y el lanzamiento de varias de sus canciones; inclusión de comunidad LGBTI+ en películas para niños y jóvenes (La Sirenita/Buzz Light Year); uso de la imagen de mujeres en publicidad, etc.

Esto significa que nos estamos “peleando” en redes por cualquier cosa, no importa el tema y que la espiral de violencia y odio va en aumento, dado que las respuestas a los ataques también utilizan lenguaje violento. En los casos que analizó el Informe, una mayoría de los mensajes podía identificarse la persona autora; sin embargo, la irrupción de herramientas vinculadas con la Inteligencia Artificial, han colocado nuevamente el tema de la ética en el ojo público. ¿Hasta dónde se está en disposición de llegar con tal de difundir información, no importa que sea falsa?

Ya se han dado a conocer diversos casos en los que mensajes violentos, con representaciones estereotipadas, sexistas y vulgares han dañado la imagen de las mujeres, lo que lleva también a una nueva discusión de cómo la “inteligencia artificial” afecta y seguirá afectando la vida y la integridad de las mujeres. ¿Cuáles son o deberían ser los límites éticos para su utilización? Se debe tener muy claro que la utilización de sistemas de inteligencia artificial puede vulnerar derechos, entre los cuales se encuentra el de la igualdad y la libertad de expresión, pero también el derecho a la privacidad.

Y como si esto fuera poco, según datos de la UNESCO, las mujeres están infrarrepresentadas tanto en la investigación como en el diseño de tecnologías digitales; esto evidentemente, deja por fuera la incorporación de sus necesidades y experiencias, ya que no suelen ser tomadas en cuenta por quienes diseñan y utilizan los datos para alimentar los sistemas de inteligencia artificial, lo que evidentemente implica la generación de sesgos en contra de mujeres y niñas. Según Audrey Azoulay, Directora General de la UNESCO, “Es urgente reequilibrar la situación de las mujeres en la IA para evitar análisis sesgados y construir tecnologías que tengan en cuenta las expectativas y necesidades de toda la humanidad”.

Según la UNESCO, a nivel mundial, las mujeres y las niñas tienen un 25% menos de probabilidades que los hombres de saber aprovechar la tecnología digital para fines básicos, 4 veces menos de saber programar ordenadores y 13 veces menos de solicitar una patente de TIC (UNESCO, 2023). Precisamente por eso, la organización ha venido trabajando en el documento denominado Recomendación sobre la Ética de la Inteligencia Artificial, el primer instrumento normativo mundial, adoptado en noviembre de 2021 por 193 Estados miembros, el cual pretende ser una hoja de ruta para que los países puedan establecer sus propias políticas con enfoque de género. Adicionalmente, se creó una plataforma de colaboración con la participación de destacadas expertas mundiales, en donde se compartirán investigaciones, recomendaciones y buenas prácticas y se impulsarán también avances en algoritmos y fuentes de datos no discriminatorios.

Según Alessandra Sala, Directora de IA y Ciencia de Datos de Shutterstock y copresidenta de la plataforma, “Debemos situar la ética y la igualdad en primera línea del debate sobre la gobernanza de la IA y comprometernos a poner en marcha recomendaciones éticas como vehículo para proteger los derechos humanos, la libertad fundamental y la dignidad humana”.

Frente a la escalada de violencia y el deterioro democrático en la región, la respuesta parece seguir siendo la educación. Según el último informe del Latinobarómetro, “hay que formar demócratas con educación y socialización democrática”.

Las democracias mueren por la descalificación del oponente, por la transgresión de las reglas y el resquebrajamiento del pacto social. Por eso es que se vuelve necesario fortalecer los valores democráticos de la libertad, la igualdad y la fraternidad, esa que implica la manera en la que nos relacionamos con las demás personas a través de prácticas democráticas como el respeto, el diálogo, la escucha y el reconocimiento a las diferencias.

Tan necesario es organizar procesos electorales limpios y transparentes, como reconfigurar el modo en que se relacionan las fuerzas políticas y los actores sociales; educar para la vida en democracia implica el desarrollo de actitudes y habilidades que contribuyan a la formación de las personas y promuevan espacios respetuosos, armoniosos y pacíficos.