Por: Bryan Vargas Vargas
Lo que se ve y no se ve ocurre al mismo tiempo. Mientras observamos fútbol la violación a los Derechos Humanos también está, pero decidir no reconocerlo es una decisión política.
En dos ocasiones ha sido rechazada por parte de FIFA y organizadores qataríes la acción crítica de la selección danesa quienes abogan por los Derechos Humanos mediante el color de su escudo y textos en la vestimenta de la selección europea; “Derechos Humanos para todos” es el mensaje que recalca lo sufrido por miles de personas damnificadas desde la ratificación de Qatar como sede en el 2010, donde “alrededor de 6.500 personas han perdido la vida en las obras de los estadios” (Marca 11/11/2022)[1].
A esto hay que sumar que Qatar es uno de los 70 países en el mundo donde están criminalizadas las relaciones sexuales entre personas del mismo género, de acuerdo con Amnistía Internacional y quebajo el sistema de tutela masculina, las mujeres siguen subordinadas a sus guardianes (padre, esposo, hermano, etc.) y deben pedirles permiso para decisiones importantes como casarse, estudiar o trabajar. (CNN, 12 noviembre, 2022)[1]
Se ha censurado la acción bajo la norma que señala: «Los jugadores y los oficiales tienen prohibido exhibir mensajes o lemas de carácter político, religioso o personal en cualquier idioma o en cualquier forma en su ropa, equipo (bolsas, recipientes para bebidas, bolsas médicas, etc.) o su cuerpo».
Vaya norma imposible de alcanzar cuando la naturaleza humana es política y cuando por el contrario es cada vez más necesario visibilizar lo que ocurre en el mundo.
Como si el mundo se construyera sin política, como si FIFA existiera sin política en un concierto de naciones libres, como si enunciar que se deben dejar los mensajes con contenidos políticos no fuese una posición política. Es decir, estamos ante una norma, pero también ante una decisión de negarse a lo que acontece, distanciarse de lemas de carácter político es un ejercicio político de omisión.
Hay una pretendida objetividad en el mundo moderno que le es constitutiva o idealizada, permeando la ciencia, economía, y también estos grandes eventos deportivos; objetividad/neutralidad que es más una omisión de las relaciones sociales e históricas. No puede haber nada objetivo en negar las condiciones de los otros y esto es lo que se pretende con una regla como la antes dicha.
En esta pretensión de objetividad ante mundo hay una negación de la problematización del mundo social, de su violencia, de su desigualdad, de su irracionalidad constitutiva, sobre todo un colonialismo que niega la voz a quienes siempre han estado oprimidos. No puede haber objetividad/neutralidad en censurar el carácter político, religioso o personal o el lenguaje.
No hay objetividad en sacar de un evento mundial las condiciones que sufren millones de personas a las que no se les garantiza sus derechos individuales y colectivos. No hay nada objetivo en pretender que la historia de todas las naciones del mundo tiene el mismo punto de partida.
Ni siquiera en el futbol se puede dejar de lado la relación de condicionalidad que se ha construido históricamente, por lo que cegarse a la historia no es más que un error que se comete una y otra vez. No es posibilidad para el futbol pretender desligarse de la realidad del mundo.
El futbol no tiene que pretender ser un ámbito neutro o despolitizado, cuando ya es conocido más como una industria que una disputa deportiva. Hay que echar un vistazo a los grandes números financieros de los clubes del primer mundo o de estos grandes eventos para ver las contradicciones de esta industria con las desigualdades del planeta.
Pretender la neutralidad del mundo del deporte es también un absurdo, ¿cuántos campeonatos de mundo tiene una selección africana?, ¿esto es solo azar del deporte? cuando Calle 13 dice en su canción Latinoamérica “Soy Maradona contra Inglaterra anotándote dos goles”, es porque a este lado del mundo le cuesta permanente superar esa relación de condicionalidad de una colonialidad solo superada nominalmente. El futbol tiene otro sentido desde este lado.
No hay porque aceptar la objetividad omisa de las condiciones del mundo, no hay nada rescatable en dejar de discutir lo que pasa y lo que falta por resolver, lo de la selección de Dinamarca no debe ser una noticia por la negativa de la FIFA, debe ser noticia porque hay una puja por hacer ver lo que no está bien, y sobre todo debe ser noticia por una acción digna de acompañar estas luchas sociales por el reconocimiento.
[1] https://www.marca.com/futbol/mundial/2022/11/11/636dfeb246163fcf6a8b4591.html
[1] https://cnnespanol.cnn.com/2022/11/12/fifa-derechos-humanos-qatar-orix/