Por: Maikol Picado Cortes
Hace unos días tuve la dicha, después de casi dos años sin hacerlo, de volver a un taller presencial con personas jóvenes, este consistió en realizar varias actividades y conversar sobre diferentes temas, uno de estos fue la prevención del suicidio. Sobre lo vivido y sentido en el taller, me queda una sensación de bienestar y esperanza, además, considero que la presencialidad admite palpar de mejor manera nuestra humanidad, esta experiencia me permitió reflexionar una vez más sobre la importancia del trabajo de campo con personas jóvenes en nuestro quehacer.
En una de las dinámicas del taller se les pidió a las personas jóvenes realizar una especie de caricatura sobre que era para ellas el suicidio. Entre lo conversado se habló sobre el Bullying (abuso, hostigamiento, matonismo), sobre tipos de violencia que se presentan de forma física y psicológica, acerca de la depresión, la tristeza y sentir soledad, este último tema me llamo particularmente la atención, debido a que fue recurrente en las diferentes expresiones, relatos y reflexiones, pero además, porque estas personas jóvenes representaban, en sus caricaturas, la soledad aún en compañía, por ejemplo, representaban mediante los dibujos como una persona aún encontrándose en compañía de otras como pares, amigos o familia podía sentir soledad.
Lo anterior me hizo recordar lo encontrado en una investigación con mi colega y compañero de trabajo Roy González-Sancho[1], algunas de las conclusiones apuntaban a que uno de los aspectos que se consideran como factor de riesgo ante el suicidio, según el punto de vista de personas jóvenes de distintos países latinoamericanos, tenía relación con las pocas o nulas interacciones con pares o personas del entorno y la dificultad en la comunicación entre la persona joven y estas.
Sentirse en soledad aun compartiendo o en compañía de otros me hace reflexionar sobre este sentimiento y emociones que en diferentes ocasiones hemos atravesado la gran mayoría de personas, además, me recuerdan la importancia de conocer no solamente aquellos aspectos que se dejan ver en el mundo físico, sino también aquellos elementos que forman parte de nuestro ser y que a veces tenemos y sentimos solo para nosotros, lo que llevamos dentro.
En otras ocasiones he destacado la importancia de aprender como herramienta útil para la vida, la capacidad de saber comunicar lo que sentimos, lo que vivimos y pensamos. Creo que esto resulta elemental para conocer y trabajar diferentes temas incluido el suicidio. Aunado a lo anterior y a raíz de la experiencia que comento, creo que como sociedad y seres humanos debemos desarrollar, entorno al aprendizaje relacionado con las interacciones humanas, la capacidad de ser activos desde las diferentes posiciones en que nos coloca la vida.
Por ejemplo, en ocasiones hay personas que pueden sentirse solas o mal por diversas situaciones, sin embargo, no son capaces de expresarlo. Por esto considero sustancial aprender a desarrollar la capacidad o el tacto a la hora de acompañar a las personas que nos rodean, a veces no es suficiente con escuchar o intentar dar guía, cuando podemos hacerlo, en ocasiones es necesario encontrar formas para abrir diferentes medios de comunicación con los demás, aprender a tener disposición para ir más allá, ser receptivos de aquel lenguaje que puede ser o no oral, acompañar de diferentes formas, buscar aquellos elementos del medio que ayuden a conectar con los demás y el ambiente, que acerquen a concebir diferentes formas de acompañar.
Lo vivido en el taller es una experiencia que suma en la búsqueda de un abordaje integral para el conocimiento y la prevención del suicidio, además, la experiencia puede dar luz o mostrar caminos que existen, pero son poco explorados, por esto creo que a la par de aprender y enseñar a decir cómo nos sentimos, se debe trabajar en la conexión que existe entre seres humanos y el medio, algo más allá de las palabras, integrar las diferentes situaciones que puede hace sentir bien, cosas agradables, que relajan o alegran, pero también con lo que nos produce incomodidad, malestar, tristeza o preocupación, quizá de esta forma podríamos ver más allá de lo que se nos muestra en el exterior o de forma explícita.
Solo me queda agradecer a las personas jóvenes que, en mi experiencia, siempre nutren mi vida y saber.
[1] Revisión sistemática de literatura sobre suicidio: factores de riesgo y protectores en jóvenes latinoamericanos 1995-2017. https://www.scielo.sa.cr/pdf/ap/v34n129/2215-3535-ap-34-129-47.pdf