Presentación del documental «Santos Rock: Memoria y Voluntad» durante la XI Muestra Audiovisual «Cortos de la Polis Joven» en la Sala Garbo (2019)
Por: Fernando Obando Reyes
“La cultura visual en nuestro país ya no es exclusivamente importada, cada vez tenemos más posibilidades de expresarnos y de mirarnos en las pantallas actuales y en las que se desarrollen en el futuro, y el crecimiento audiovisual se ve acompañado por una demanda social también creciente y constante. Aunque algunos consideran que todavía se trata de un proceso incipiente, mi convicción personal es que no hay forma de volver hacia atrás”.
María Lourdes Cortes – Fabulaciones del nuevo cine costarricense (2016).
El inicio de la aventura
Cuando la muestra audiovisual “Cortos de la Polis Joven” celebró su primera edición en 2008 su historia apenas comenzaba. El Centro Agenda Joven llevaba pocos años de iniciar sus gestiones pero desde temprano su visión interdisciplinaria buscaba la creación de un espacio que diera pie a la discusión de los derechos culturales de las personas jóvenes. Tomando en cuenta experiencias previas del equipo y un proceso de diagnóstico contextual, se decidió que el campo audiovisual, más precisamente el de los cortometrajes, sería el favorecido para arrancar con un proyecto enfocado en la promoción de propuestas realizadas por cineastas jóvenes. Nace así la Muestra Audiovisual “Cortos de la Polis Joven”.
Con el tiempo una importante diversidad de cineastas costarricenses y de otras latitudes han participado en ella, tanto en calidad de personas realizadoras como de participantes, lo que ha permitido contar con más de 600 cortometrajes inscritos, 350 proyectados y 14 ediciones diferentes. La más reciente tuvo lugar el 16 y 17 de noviembre de 2023. Durante este período, «La Polis Joven» ha sido testigo de diversos cambios en el uso del lenguaje audiovisual por parte de los jóvenes, reflejados en las obras que forman parte de la muestra.
Para tener una mejor visión del contexto y antecedentes que motivaron la existencia de la muestra “Cortos de la Polis Joven”, considero pertinente dar una breve mirada a unos cuantos momentos históricos del cine costarricense que hablan de sus transformaciones y discusiones temáticas. Esto también ayudará a comprender algunos cambios y realidades que ha enfrentado “la polis joven” durante la década pasada y el inicio de esta.
Ojos, pantallas, espejos y otras fabulaciones
Al repasar la historia de la llegada del audiovisual a Costa Rica, y más específicamente el cine, nos damos cuenta de que la narrativa no está exenta de anécdotas, coyunturas políticas, grandes transformaciones tecnológicas y sociales, películas de culto, cineastas que marcaron hitos, entre otros aspectos. Pablo Merino (2012) en su obra “Ese ojo extraño”, que si bien es cierto se enfoca en la historia de la televisión, a través de sus memorias y vivencias nos demuestra que la cinematografía local siempre ha estado allí, casi omnipresente; en una relación un tanto caótica y voluble entre medios de comunicación e insistentes cineastas que han tomado una cámara y se han enfrentado a los retos que implica producir obras audiovisuales en nuestro país.
Si se quiere trazar una ruta historiográfica bien delimitada y caracterizada de la cinematografía costarricense, la obra “El espejo imposible: Un siglo de Cine en Costa Rica” de María Lourdes Cortes (2000) es de referencia obligatoria. La autora demuestra que la llegada del cine a Costa Rica como espectáculo puede trazarse al año 1897 y los primeros experimentos con imágenes en movimiento por parte de fotógrafos costarricenses alrededor de 1913.
A partir de allí, el siglo XX en la cinematografía costarricense transcurre con una gran cantidad de transformaciones y acontecimientos que nos permiten hablar de: La primera película costarricense “El retorno” (1937), el rodaje de la primera producción hollywoodense en el país (1947), la creación del Centro Costarricense de Producción Cinematográfica como departamento del Ministerio de Cultura y Juventud (1973), la censura de “Banana Republic” de Ingo Niehaus (1976), el estreno del largometraje “Eulalia” (1987), la I Muestra de Cine y Video (1992), entre otros acontecimientos (Cortes, 2000).
Se debe acotar que dichos eventos marcan importantes aprendizajes para la cinematografía costarricense, sin embargo, la autora también destaca las difíciles condiciones de la producción audiovisual y como en los años ochenta pasó a ser sistemáticamente desfinanciada por el aparato estatal, aspecto que se mantendría durante varios años y vislumbraría un cambio hasta llegado el siglo XXI. Esta situación nos hace pensar que espacios como la Escuela de Ciencias de la Comunicación Colectiva de la Universidad de Costa Rica, el departamento de creación audiovisual de la Universidad Estatal a Distancia, la Muestra de Cine y Video, y la Escuela de Cine y TV de la Universidad Veritas fueron bastiones de resistencia importantes para continuar una tradición de creación audiovisual costarricense.
Ahora bien, es precisamente a partir de los años 2000 cuando podemos hablar de una nueva etapa para el audiovisual local. En la obra “Fabulaciones del nuevo cine costarricense”, María Lourdes Cortes (2016) lo identifica como “el nuevo cine costarricense” y dentro de sus hitos se pueden identificar: el crecimiento exponencial de producciones cinematográficas, la capacidad de atracción de público a las salas de cine, la profesionalización de la labor audiovisual por medio de instancias de educación superior, el acceso a nuevas tecnologías de grabación, la creación del primer fondo de apoyo al audiovisual: Cinergia (2004), la trasformación de la Muestra de Cine y Video en el ahora Costa Rica Festival Internacional de Cine (2012), la creación del fondo audiovisual “El Fauno” (2015), entre otros eventos.
El “nuevo cine costarricense” sigue en proceso de construcción. Se encuentra evidencia de esto en las carteleras de las últimas ediciones del Costa Rica Festival Internacional de Cine, la presencia de películas costarricenses en importantes certámenes internacionales, la aprobación del proyecto de ley de inversiones fílmicas en 2021, además de espacios de muestra audiovisual creados por instituciones públicas y privadas. Lo anterior puede tomarse como elementos positivos, más es importante notar el impacto que tuvo la pandemia por COVID-19 en el ecosistema fílmico costarricense, la cual ha planteado diversos retos a las profesiones audiovisuales.
Es importante agregar que este siglo ha venido acompañado por importantes reflexiones a nivel académico acerca de diversos aspectos del cine costarricense: su desarrollo histórico (Cortes 2000, 2008, 2016), narrativas (Cortés, 2016; Fonseca, 2017; Salas, 2018; Acuña 2020), relación con la literatura (Bolaños y Gonzáles, 2005), relaciones político-identitarias (Salas, 2011, Sanabria, 2011, Madriz y Sáenz, 2016), entre otros temas. Lo anterior puede tomarse como evidencia de que las problematizaciones alrededor del audiovisual costarricense están viviendo un momento prolífero, lo cual se muestra como necesidad ante un panorama en el que el ecosistema fílmico logra consolidar nuevas relaciones sociales y económicas.
La muestra “Cortos de la Polis Joven” se inserta en este dinámico escenario del “nuevo cine costarricense”. De ahí su necesidad de fungir como un espacio que se preocupa por la exposición y divulgación de producciones audiovisuales hechas por personas jóvenes, dando un espacial énfasis a los audiovisuales locales. Aunado a esto, surge la necesidad de fortalecer sus espacios reflexivos con el fin de estar a la altura de los análisis críticos que aportan a la consolidación de un entramado fílmico para el país.
Al repasar los exhaustivos trabajos de María Lourdes Cortes, pero especialmente las “Fabulaciones del nuevo cine costarricense” (2016), queda claro que, en la narrativa cinematográfica local, un mismo eje temático puede ser deconstruido y representado en pantalla de diversas formas. Esto, sumado a la creatividad de los cineastas al interactuar con los distintos formatos que ofrece el lenguaje audiovisual y las adaptaciones al contexto costarricense, abre un abanico de posibilidades para que los realizadores expresen sus historias de múltiples formas.
Muchas historias por contar (y grabar)
Como mencioné anteriormente, «La Polis Joven» surgió por una necesidad puntual: crear un espacio para exhibir las producciones audiovisuales de jóvenes costarricenses, quienes hoy conforman una legión de cineastas que ondean la bandera del nuevo cine costarricense. Varias intenciones acompañaban este propósito. Por un lado, se quería ofrecer al público interesado un evento de entrada gratuita, accesible para distintos tipos de audiencias. Por otro, se buscaba democratizar la experiencia de la creación audiovisual, haciendo flexibles los requisitos técnicos. El festival acepta tanto producciones elaboradas con acabados profesionales como aquellas con presupuestos modestos y equipos más rudimentarios. En pocas palabras: no importa si su audiovisual no es «el mejor del mundo», lo importante es que puede haber una historia que usted quiera visibilizar. Y créanme, gran cantidad de cineastas jóvenes quizás no tienen grandes recursos económicos, pero sí una profunda claridad sobre las problemáticas que los rodean.
Otro aspecto que ha marcado el evento es el espíritu de competencia solidaria y de respeto mutuo. Aunque el festival no otorga premios en efectivo, siempre se realiza una pequeña premiación para reconocer a las producciones más destacadas. Para garantizar imparcialidad, cada año se ha contado con un jurado compuesto por figuras sobresalientes del gremio audiovisual. En varios casos, hemos visto sus primeros cortometrajes y, con gran emoción, ahora disfrutamos sus largometrajes en salas de cine locales e internacionales.
A pesar de que me uní al equipo organizador hasta 2018, puedo asegurarles que esos «cambios a través del tiempo» de los que habla María Lourdes Cortés ¡se sienten! Al mirar hacia atrás, es evidente que el evento ha enfrentado varias etapas. En los primeros años, las inscripciones se realizaban mediante un formulario escrito y la entrega de un DVD; hoy en día, todo el proceso está completamente digitalizado. En su momento, la Muestra de Cine y Video fue una de las principales fuentes de inspiración para nuestro evento. Hoy, esta se convirtió en un festival de cine que no solo trabaja profesionalmente con proyectos locales, sino que también alberga una importante selección internacional.
La década de 2010 ha sido, probablemente, la que más historias le ha regalado a «La Polis Joven» hasta ahora. En esos años, el número de producciones locales creció significativamente, y las temáticas presentadas se volvieron mucho más diversas. En lo personal, creo que una gran virtud de los cortometrajes de esta época es que comienzan a desmenuzar pequeños detalles de la vida cotidiana en historias provocadoras, que no temen experimentar con diferentes enfoques visuales.
La apertura hacia nuevas producciones no ha sido solo a nivel nacional. Desde 2015, el evento decidió incluir proyecciones más largas e incorporar cortometrajes internacionales, lo que nos ha permitido contar con producciones de más de 35 países diferentes. Gracias a las plataformas en línea de distribución de cortometrajes y eventos fílmicos, la lista de exponentes sigue creciendo año tras año. Este enfoque ha enriquecido las discusiones y narrativas que las personas jóvenes presentan alrededor del mundo, revelando un universo nuevo de historias en cada contexto.
En 2017, «La Polis» tuvo la gran oportunidad de llegar a la gran pantalla. Llámenme purista si quieren, pero no hay mejor manera de experimentar el cine que en una sala de cine. La mítica Sala Garbo fue el hogar de varias ediciones de «La Polis Joven», y es quizá una de las experiencias que recuerdo con más cariño. En años cercanos, durante 2018 y 2019, el evento organizó sus primeras convocatorias temáticas.
Para el año 2018, la edición número #10 se realizó en coordinación con la Campaña Latinoamericana por el Derecho a la Educación, organismo que a su vez celebraba el II Festival Audiovisual “Luces, Cámara y Educación”, el cual tenía como objetivo abogar por una sensibilización de autoridades y personas tomadoras de decisiones así como a estudiantes, docentes y la ciudadanía en general, sobre la importancia de garantizar plenamente el derecho a la educación de las personas LGBTIQA+ en centros educativos que velen por el respeto de los Derechos Humanos. La UNED por medio del Centro Agenda Joven en Derechos y Ciudadanía respondió al llamado de la defensa de la dignidad de las personas jóvenes y para este año el eje temático se denominó “Lucha contra la discriminación por orientación sexual e identidad de género”. Al final del proceso se recibieron 15 producciones locales de las cuales 13 fueron proyectadas. Entre ellas el largometraje “Callos” del cineasta costarricense, Nacho Rodríguez.
A nivel contextual, cabe destacar que el evento se realizó pocos meses después de las Elecciones Presidenciales y Legislativas 2018, en las cuales tuvo particular importancia la sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos del 24 de noviembre de 2017 respecto al matrimonio entre personas del mismo sexo en Costa Rica. Dicho anuncio tuvo una acogida desigual en el país, lo que llevo a reacciones y reportes de agresiones a personas pertenecientes a la comunidad LGBTQA+. Ante los hechos, la Defensoría de los Habitantes y la Universidad Nacional realizaron pronunciamientos con el fin de alertar de la situación y abogar por dar fin a acciones de odio, xenofobia y homofobia que se vieron perpetuadas en diferentes tipos de espacios. (Alfaro 2018; Alfaro y Salazar 2018; Cascante Lizano 2018; Chinchilla y Cambronero 2018; González, 2021). Si se toma en cuenta este panorama, se podrá entender porque nos causó gran alegría ver la Sala de Garbo completamente llena durante el estreno del largometraje antes mencionado.
En 2019, «La Polis» tuvo una edición especial dedicada a videoclips, lo que reunió a más de 20 agrupaciones musicales y cineastas en la Sala Garbo. Además, se organizaron conversatorios en los que se discutieron las experiencias vividas a través del trabajo audiovisual y la importancia que tiene, para diferentes colectivos, documentar sus discusiones y propuestas.
Luego, llegó la pandemia. (Corte abrupto). En 2020 no se realizó la muestra audiovisual debido a las múltiples dificultades que surgieron durante ese año. Sin embargo, una pregunta persistía: ¿Cómo disfrutamos del cine en tiempos de pandemia? Así fue como «La Polis Joven» dio el salto al espacio virtual. Aunque nos entristecía no estar en una sala de cine presentando los cortometrajes, sabíamos que debíamos encontrar otras formas de mantener vivo el evento. YouTube se convirtió en nuestra nueva casa, lo que permitió que «La Polis» llegara a muchas más personas alrededor del mundo. Como mencioné antes, las plataformas en línea han facilitado la recepción de cortometrajes de otros países, lo que ha enriquecido nuestra cartelera.
Desde 2022, «La Polis Joven» ha ajustado su enfoque, buscando que el hilo conductor del festival sea la celebración de los Derechos Humanos. Esto ha permitido recibir cortometrajes que se alinean con una de nuestras principales líneas de investigación y que nutren las reflexiones académicas realizadas en el Centro Agenda Joven. A pesar de este enfoque global, no hemos olvidado la importancia de la producción local. Se han abierto categorías especiales que destacan el cine costarricense y le incluyen a través de temáticas abiertas.
Por motivo de la celebración de los quince años, hemos querido dar un paso más allá en esta edición y hablar de una celebración centroamericana de los audiovisuales. Nuestro objetivo es reflexionar sobre Costa Rica como parte de una industria fílmica que puede alcanzar grandes logros si se entiende como parte de un entramado audiovisual centroamericano. A pesar de las diferencias de contexto entre los países, existen muchas historias compartidas que nos invitan a reflexionar sobre narrativas comunes.
Celebrar las creaciones audiovisuales de las personas jóvenes: 15 años de la polis.
“La Polis” sigue acumulando aventuras: colaboraciones con la televisión, conversatorios con cineastas, nuevos canales de convocatoria y el descubrimiento de nuevos cortometrajes. Quizás una de las mayores alegrías que nos esperan próximamente es el regreso a la presencialidad. Este año tendremos proyecciones en el Auditorio de Educación Continua de la Universidad de Costa Rica, además de nuestras tandas virtuales en el canal de YouTube. Creemos que el cine puede experimentarse de muchas maneras, pero el encuentro cara a cara con las personas creadoras sigue siendo vital para un desarrollo saludable del entorno cinematográfico local.
Los últimos años nos han demostrado que, pese a las múltiples dificultades, las personas jóvenes poseen una enorme creatividad y tenacidad para contar sus historias detrás de la cámara. No dudamos que seremos testigos de producciones de gran calidad, que se atreverán a explorar nuevos territorios y formas innovadoras de narrar, manteniéndonos al tanto de las nuevas tendencias en la creación audiovisual.
Mientras tanto, mantenemos los brazos abiertos a todas aquellas producciones y a quienes buscan un espacio para mostrar sus historias y dialogar sobre lo que consideran importante en su vivencia. Quienes hayan estado en una sala de cine disfrutando de un video que les identifica o les toca emocionalmente, saben del poder cautivador del séptimo arte y de cómo este nos invita a reflexionar sobre el mundo. Las personas jóvenes tienen cientos de mensajes que nos obligan a prestar atención al estado de nuestra sociedad y a los futuros que nos esperan.
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Referencias
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