Por: Bryan Vargas Vargas

Hace algunos días mi hijo de 9 años me interpeló diciendo, “papá… otra vez, está hablando de casas sin gente y de gente sin casa”, lo cual me sorprendió y me dejó pensando en dos cosas, la primera y más obvia, es que tengo un diálogo reiterado y aburrido y la segunda, que mi hijo me escucha siempre y este juego de palabras empieza a tener sentido también para él.

Seguí pensando en el asunto, y sobre la sociedad que me toca y que le tocará a él: la sociedad del canje de Derechos por mercancías. Nos tocó la experiencia de una sociedad que decide omitir lo esencial para el desarrollo complejo del ser humano, como lo son: la educación a lo largo de la vida y un hábitat digno por el mal trueque de un título al servicio del mercado y la evaluación de capacidad de pago que le otorgue una entidad crediticia, quien decide cómo puede o no habitar.

En síntesis, como leía hace algún tiempo en una entrevista a Harvey, estamos construyendo la ciudad para invertir y no la ciudad para vivir, y como me lo hizo evidente mi hijo, las casas sin gente y las gentes sin casa, es una tremenda contradicción. Pero, esto se da cuando se apuesta a que los derechos más fundamentales se pueden acceder mediante el mercado, y la desigualdad de nuestras sociedades contemporáneas nos señalan que hay un grave error en esa jugada.

Y es que ya no hay nada constitutivo del ser humano en el mercado, todo, absolutamente todo es una mercancía, hasta el mismo ser humano. ¿Y cómo explicarle esto a mi hijo?, pues, es realmente un reto y sobre todo me entristece decírselo.

La coyuntura que afronta Costa Rica también inquieta, ¿Cómo sostener instituciones basadas en el bien común o en la dignidad humana o en los Derechos?  Por ejemplo, la seguridad social o incluso el bono de vivienda para la gente más necesitada, cuando hay quienes dicen que la mejor opción para esta y todas las crisis es que nuestro territorio sea una gran zona franca.

Ya el sinsentido me es muy difícil tratar de hablarlo con mi hijo, o quizá, ni yo lo tengo resuelto. En todo caso, lo que sí creo como principio, es que hay Derechos que debemos sacar de ese canje, porque son eso, Derechos, como: la educación, hábitat digno y la salud.

Para no extenderme demasiado, porque no funcionaría como un contenido para las redes sociales y sus reglas, término pensando en que hay ámbitos de la vida que no deben pasar por un filtro y ver si el mercado me da la posibilidad en algún momento de tener. No puede haber una sociedad estable y deseable, en donde algunos tengan educación, salud y casa y otros no, o al menos no es la que yo quiero para mi hijo, por lo que seguramente me seguirán diciendo: “papá… otra vez, está hablando de casas sin gente y de gente sin casa”.