Libro: Misunderstanding the Internet
Personas autoras: James Curran, Natalie Fenton y Des Freedman
Año original de publicación: 2012. (Segunda edición: 2016)
Editorial: Routledge
Reseñado por: Fernando Obando Reyes.
Palabras clave: internet, historia del internet, participación política en internet, economía política del internet, ciencias de la comunicación, economía digital, democracia digital, tecno-determinismo.
Citación: Curran, J., Fenton, N., y Freedman, D. (2016). Misunderstanding the internet. Routledge.

Malentendiendo/Malinterpretando el internet: un análisis crítico de las visiones idílicas del internet.

Han pasado doce años desde la publicación original de “Misunderstanding the Internet” (Malentendiendo el Internet) y ocho años desde su última edición y revisión, sin embargo, muchos de los planteamientos (y advertencias) de Natalie Fenton, James Curran y Des Freedman se encuentran totalmente vigentes. Aunado a esto, veremos que sus argumentaciones han servido como base para mucha de la literatura que explora al internet contemporáneo como una tecnología en donde se reinventan diferentes aspectos comerciales, políticos y culturales de la vida humana.

Cabe aclarar que la obra no ofrece una visión pesimista del ciberespacio, pero tampoco es condescendiente en su análisis. Desde el primer párrafo las personas autoras denuncian que tanto afuera como adentro de círculos académicos ha predominado una visión “triunfalista” y tecno-determinista del internet que le ve como una fuerza transformadora en sí misma. Al parecer, la confusión que han traído múltiples promesas alrededor de internet han provocado que tengamos una enorme dificultad para trazar los contextos políticos, sociales y económicos en los que se ha desarrollado esta tecnología; dicha situación lleva a una serie de malinterpretaciones y construcciones mitológicas alrededor del internet que son revisadas a lo largo de la obra en cuatro grandes secciones, una por cada persona autora más una sección final en donde ponen sus pensamientos en conjunto.

La primer parte, “Overview” (Descripción General) está a cargo de James Curran y es desarrollada en los apartados “Reinterpreting the internet” (Reinterpretando el Internet) y “Rethinking internet history” (Repensando la historia del internet). Se comentará brevemente sobre ambos apartados, ya que se consideran fundamentales para entender las argumentaciones que guían el libro.

Como punto inicial, el autor sugiere que para “reinterpretar” el internet debemos comprender que no existe tal cosa como la “superioridad de internet” por encima de otras herramientas tecnológicas, esta noción se apoya en una posición tecnocentrista que falla en realizar lecturas contextuales y concede capacidades “revolucionarias” al internet, las cuales en muchos casos son bastante exageradas. Curran demuestra que muchas de estas idealizaciones se nutren de los pensamientos que se han divulgado en los productos de entretenimiento y en diversas manifestaciones de la cultura popular, pero también enfoca su atención en el discurso liberal estadounidense de los 90. El investigador indaga como a través de diferentes instancias políticas el internet fue vendido como un garante de prosperidad económica y fortalecimiento de la democracia liberal occidental; aspectos que parecen no haberse cumplido; pues el autor cuestiona la supuesta revolución del “e-shopping”, el creciente desnivel entre empresas en el contexto digital y el uso del internet por parte de gobiernos autoritarios (por mencionar unos pocos ejemplos).

Según James Curran el internet tampoco permitirá el entendimiento global, ni tampoco será un garante de comprensión en aspectos más cotidianos y acotados. Para el investigador esta visión sería demasiado simplista y más recurrente de lo que aparenta. Curran nos recuerda que es necesario tomar en cuenta aspectos como desigualdades materiales, especificidades del lenguaje, el autoritarismo gubernamental, la cultura nacionalista, entre otros aspectos, para comprender la complejidad a la que está adscrita el contexto digital. De igual manera, aquellos que le piensan como un agente capaz de “llevar democracia” a otras partes del globo, estarían equivocados. A pesar de estas cuestiones, el investigador admite que internet ha permitido desarrollar nuevas formas de activismo político, periodismo y formas de coordinación para organizaciones no gubernamentales y civiles.

Esta sección del libro finaliza con un apartado que nos invita a “repensar la historia del internet”. El capítulo se entrega a un repaso histórico de internet que va desde sus inicios académico-militares estadounidenses de la segunda mitad del siglo pasado, hasta la gran lucha monopólica del monstruo Google-Amazon-Facebook-Apple a principios de la década pasada. A lo largo del proceso, el académico intenta involucrar a la mayor cantidad de autores, organizaciones, políticos y personajes relevantes posibles con el fin de brindarnos una historia detallada y crítica del ciberespacio; poniendo en evidencia las contradicciones ideológicas que han sido depositadas en una herramienta que debe obedecer tanto a intereses colectivistas como individualistas.

La segunda parte del libro lleva como título “Economía política de Internet” y está a cargo de Des Freedman. Su desarrollo inicia con el apartado “Web 2.0 y la muerta de la economía blockbuster”, en donde el autor nos explica que la web 2.0 se presentó alegremente como un espacio colaborativo en donde las jerarquías finalmente son retadas y la persona usuaria adquiere un poder de creación ilimitado. Si bien es cierto la web 2.0 abre oportunidades de creación sin precedentes, esta no deja de estar exenta de la “mordedura” del capitalismo, quien ha encontrado diferentes maneras de lucrar con esta producción. Adquiere especial importancia en este contexto la datificación y diferentes procesos de monetización de la participación de las personas usuarias de diversas plataformas.

Otras reflexiones que desarrolla Freedman en este apartado van en torno a las prácticas de acumulación y monopolio en las que incurren las empresas que ven el internet como un espacio de lucro. El académico sigue de cerca el caso de Google para dar un ejemplo del expansionismo que incentiva el “capitalismo digital”; el cual no está exento de crisis y problemáticas que repercuten más allá del ciberespacio. Aspectos como estos permiten al autor afirmar que el internet está lejos de ser un espacio “neutral”, al contrario, está sujeto a diferentes intereses que van asociados con el modelo de producción hegemónico.

El académico también desarrolla el apartado “Subcontratando la regulación de internet”, el cuál se pregunta hacia donde se está dirigiendo la regulación del internet. Freedman propone que en muchas ocasiones se ha dibujado al internet como un lugar anárquico que debe ser “domado”, recordando que las discusiones acerca de su regulación son de larga data, llenas de conflicto y poco consenso. En este caso, el autor repasa el caso estadounidense y el europeo para evidenciar las constantes tensiones entre lo público y lo privado. El capítulo deja más preguntas por resolver que respuestas ante un agresivo proceso de privatización pero nos recuerda que no toda política de regulación debe ser prohibitiva o de censura, existe una necesidad real de preservar elementos democráticos en el espacio digital que le procuren como un bien común.

La tercera parte del libro se encuentra a cargo de Natalie Fenton y se titula “Internet y Poder”. La autora inicia con el apartado “The Internet and social networking” (El internet y las redes sociales) en donde critica duramente las teorizaciones alrededor del termino “sociedad de la información”, proponiendo que es más conveniente elaborar sobre el término “sociedad de la comunicación” desde una mirada crítica, cuando se intenta comprender el papel de las “redes sociales” en la vida cotidiana y política. A partir de esto, la autora repasa algunas de las posibilidades comunicativas que se dilucidan para las personas usuarias a través de las plataformas sociodigitales, las cuales nos advierte no deberían verse como liberadoras por sí solas. La autora aprovecha para rescatar puntos de contradicción con el modelo empresarial de estas plataformas y el uso de los datos de las personas; debate que se ha agudizado hoy en día.

La sección finaliza con un último apartado denominado “Internet y política radical” en el cual la autora matiza las nuevas formas de activismo digital que se han identificado en el ciberespacio, teniendo especial atención las plataformas digitales que han logrado movilizar causas apoyadas por cantidades numerosas de personas en diversos contextos. Se hace la salvedad de no olvidar que muchos de estos movimientos están asociados a problemáticas de participación política más complejas que no solo pasan por el contexto digital.  Para la autora hay un panorama contradictorio: se puede ubicar un interés político cotidiano en espacios menos institucionalizados y de carácter grupal y por otro lado se identifican nichos de radicalización dirigidos a una actividad inconstante e individualista. Surge entonces la preocupación por una hipervariedad capaz de generar una ilusión de control político solo por el hecho de tener posibilidades de expresión en línea.

Finalmente, la obra muestra un apartado de conclusiones titulado “Looking forward” (Viendo hacia adelante) en el cual las tres personas autoras se juntan para revisar sus reflexiones y destacar dos puntos centrales de la discusión: 1) una visión estrecha, tecno determinista y descontextualizada de la tecnología lleva a percibir erróneamente su impacto. 2) el internet no solo está constituido por su dimensión técnica (algoritmos, código, interfaces digitales, etc.) y material (cables, servidores, dispositivos, etc.), sino también por su financiación, organización, diseño, usos, regulaciones, controles, entre otros aspectos.

A mi parecer, es oportuno traer a colación las palabras y reflexiones de las personas autoras que se encuentran hacia el final del escrito:

“…mantenemos nuestro enfoque y nuestra conclusión: que si bien se dijo, y se sigue diciendo, que Internet iba virtualmente a cambiar el mundo con una sola mano, este no ha sido el caso. Como todas las tecnologías anteriores, su uso, control, propiedad, desarrollo pasado y potencial futuro son dependientes del contexto. Si queremos hacer realidad los sueños de los pioneros de Internet, entonces necesitamos desafiar ese contexto y exigir un nuevo conjunto de propuestas para potenciar la supervisión pública y la participación en las redes en línea.

Internet, hemos argumentado, es una criatura de la política pública, desarrollada Inicialmente no con fines de lucro sino para colaboración y comunicación. Ha estado regulado durante mucho tiempo: por gobiernos, mercados, códigos y comunidades. Los acontecimientos subsecuentes han cambiado esto fundamentalmente, de modo que su potencial comunicativo y colaborativo para todos los ciudadanos corre el peligro de quedar encerrado y privatizado.”[1] (Curran, Fenton y Freedman, 2016, p.181)

Como se puede observar, varias de las discusiones expuestas a lo largo de la obra son de repaso fundamental para todas las personas que se encuentran realizando trabajos de investigación en el espacio digital. Si bien es cierto hay eventos recientes que ayudan a dar respuesta a dudas que se plantean a lo largo de las disertaciones, muchas otras se nos plantean como problemas vigentes en constante revisión desde varios frentes. Más allá de esto “Misunderstanding the internet” es un trabajo de gran profundidad analítica que nos permite mirar la historia de internet de una manera perspicaz y que apela por hacer una minuciosa revisión del contexto y los actores involucrados en los desarrollos tecnológicos.


[1] Texto original: “…we stand by our approach and our conclusion: that although it was said, and continues to be said, that the internet was going to virtually singlehandedly change the world, this has not been the case. Like all previous technologies, its use, control, ownership, past development and future potential are context dependent. If we are to realise the dreams of the internet pioneers, then we need to challenge that context and demand a fresh set of proposals to empower public oversight of and participation in online networks.

The internet, we have argued, is a creature of public policy, developed initially not for profit but for collaboration and communication. It has long been regulated – by governments, markets, code and communities. Subsequent developments have changed this fundamentally, so that its collaborative and communicative potential for all citizens is in danger of being enclosed and privatised.”