Libro: Mujeres y poder. Un manifiesto.
Autora: Mary Beard.
Año original de publicación: 2018
Editorial: Crítica
Reseñado por: Argentina Artavia Medrano
Palabras clave: mujeres, poder, participación, discurso público, discriminación, violencia política.
Citación del libro: Beard, M. (2018) Mujeres y poder. Un manifiesto. Crítica.

“… en lo relativo a silenciar a las mujeres, la cultura occidental lleva miles de años de práctica”. Con esta frase, Mary Beard introduce un tema que no suele hablarse con la frecuencia o la profundidad que merece.

El libro se divide en dos partes: “La voz pública de las mujeres” y “Mujeres en el ejercicio del poder”, ambas producto de conferencias dictadas en 2014 y 2017; además, cuenta con un epílogo y distintas ilustraciones que refuerzan los argumentos que va hilvanando a lo largo del texto.

La autora señala las distintas ocasiones en que las voces de las mujeres han sido silenciadas: “ya en las primeras evidencias escritas de la cultura occidental las voces de las mujeres son acalladas en la esfera pública”. El joven Telémaco le dice a Penélope: “Madre mía – replica- vete adentro de la casa y ocúpate de tus labores propias, del telar y de la rueca … El relato estará al cuidado de los hombres, y sobre todo al mío. Mío es, pues, el gobierno de la casa”.

La autora pone en evidencia, es que ese desprecio manifestado por Telémaco a Penélope, se traduce hoy en día en distintos tipos de discriminación e incluso de violencia, la relación “culturalmente complicada” entre la voz de las mujeres y la esfera pública de los discursos, los debates y los comentarios.

En su libro, Mary Beard da cuenta de los “fructuosos intentos” no solo por excluir a las mujeres del discurso público sino también por hacer ostentación de esta exclusión.

La autora es clara en señalar que “hay mucho más de lo que se percibe a simple vista. Esta “mudez” no es solo un reflejo de la privación general de poder de las mujeres en el mundo clásico”, sino que es consecuencia de considerar que el discurso público y la oratoria eran prácticas y habilidades exclusivas que definían la masculinidad como género: “convertirse en un hombre (o por lo menos en un hombre de élite) suponía reivindicar el derecho a hablar, porque el discurso público era un atributo definitorio de la virilidad”.

Esta exclusión “malintencionada” -como lo señala la autora – de las mujeres del discurso público, tiene un impacto mucho mayor del que podemos reconocer en nuestras tradiciones y supuestos acerca de la voz de las mujeres; nuestras propias tradiciones y normas para el debate y discurso públicos, así como las técnicas de oratoria, retórica y persuasión, siguen todavía en gran medida el patrón del mundo clásico.

Señala la autora: “no somos simplemente víctimas o incautos de nuestra herencia clásica, sino que las tradiciones clásicas nos han proporcionado un poderoso patrón de pensamiento en cuanto al discurso público, que nos permite decidir lo que es buena o mala oratoria, convincente o no, y el discurso de quién merece espacio para ser escuchado. Y el género es, obviamente, una parte importante de esta amalgama”.

Mujeres y poder en clave electoral

Las imágenes de mujeres silenciadas, objeto de burlas y discriminación no son poco frecuentes, tanto si se trata de espacios privados, como el hogar, o públicos, como empresas y parlamentos. Recordemos uno de los mejores momentos del debate de las candidaturas a las vicepresidencias en Estados Unidos, en octubre de 2020: la entonces candidata Kamala Harris, cansada de las constantes interrupciones de su oponente, el vicepresidente Mike Pence, le dijo repetidamente: “I´m speaking” (“Estoy hablando”). Según las reglas del debate, era más que evidente que él debía respetar el turno de ella para responder; sin embargo, fue necesario que ella se lo recordara y encima, con una amplia -pero sarcástica- sonrisa.

Es obvio decir que la frase se volvió viral y que miles de mujeres alrededor del mundo se sintieron identificadas; incluso la frase fue objeto de material publicitario, como camisetas, sudaderas, tazas, pines, calcomanías, graffitis, etc.

CNN Politics. 2020.
Mural hecho por London Kaye en Washington D.C. Southwest BID 2021

En nuestro país, no son poco frecuentes tampoco los actos de violencia en contra de mujeres candidatas, relegadas en campaña a reuniones o temas considerados poco importantes, pero que también, una vez electas, sufren de discriminación, acoso y violencia. El caso más reciente, es el de una regidora municipal, que denunció ser víctima de violencia por parte de otro compañero en medio de un debate en el Concejo Municipal y aportó como prueba videos de las sesiones, en donde solo a ella la calla o no la deja hablar, le “corta” el uso de la palabra, situaciones que no se producen cuando quienes hablan son hombres (Al respecto ver: https://periodicoelguacho.com/denuncian-ataque-machista-en-concejo-municipal/; https://www.elmundo.cr/municipales/regidora-pac-denuncia-ser-victima-de-violencia-en-el-consejo-municipal-de-san-ramon/)

Las manifestaciones de violencia contra las mujeres en la política son mucho más frecuentes de lo que se quiere admitir y ante la que diputadas, organizaciones y colectivos de mujeres han levantado la voz y articulado esfuerzos para promover e introducir cambios en la legislación nacional (Al respecto ver: https://investiga.uned.ac.cr/agendajoven/lo-que-la-violencia-politica-contra-las-mujeres-dice-de-las-democracias-y-por-que-es-importante-aprobar-el-proyecto-de-ley-20308/). La normalización de la violencia es muy peligrosa en las sociedades democráticas.

Beard es tajante: “las mujeres todavía son percibidas como elementos ajenos al poder (…) Desde todos los puntos de vista, las metáforas que utilizamos en relación con el acceso al poder por parte de las mujeres hacen hincapié en su exterioridad: “llamar a la puerta”, “asaltar la ciudadela”, “romper el techo de cristal”, o simplemente “darles un empujón”. Es habitual penar que las mujeres que ocupan cargos de poder están derribando barreras o apoderándose de algo a lo que no tienen derecho”.

En medio de la campaña política para las elecciones de febrero de 2022, es preciso poner atención a estas manifestaciones de violencia y denunciarlas para poder eliminar ese tipo de comportamientos; también es necesario visibilizar y fortalecer la voz y los aportes de las mujeres, para erradicar ese modelo cultural y mental que asocia el poder y el liderazgo únicamente a lo masculino.