Libro: La sociedad del miedo
Autor: Heinz Bude
Año original de publicación: 2014
Editorial: Herder
Reseñado por: Roy González Sancho
Palabras clave: miedo, ecología del miedo, poder, modernidad.
Citación del libro: Heinz Bude. (2017) La sociedad del miedo. Barcelona. Herder Editorial
Introducción:
En una reseña anterior sobre el texto “ecología del miedo”, se analizaba este desde una perspectiva ecológica, comprendiéndolo como un fenómeno o expresión interior/subjetiva de un organismo, a causa de las relaciones establecidas entre dichas unidades que conviven en un sistema determinado. Este estado de la vida subjetiva de los seres se activa tanto en humanos como los demás animales desde las fases de vigila del entorno circundante (valga la redundancia), hasta la descarga inmediata de las reservas de energía disponible para luchar o huir de una situación u entidad amenazante. Con la salvedad de que, a diferencia de otras necesidades, como el hambre o el deseo sexual, el miedo es inaplazable.
Teniendo esta primera impresión de fondo, el texto reseñado en esta ocasión comprende con un trabajo realizado por Heinz Bude, originalmente publicado en 2014, pero que llega en su versión traducida al español en 2017, mediante la traducción de Alberto Ciria y de la editorial Herder.
En este ensayo, el autor parte de varios supuestos teóricos antes de iniciar enteramente el con el tema del miedo y cómo este se instrumentaliza en toda una variedad de estructuras de relaciones o dimensiones, según su perspectiva, necesarias para discutir el papel del miedo en la sociedad europea (alemanda en concreto) durante todo el siglo XX. Vale decir que la producción de este libro sucede durante el año 2013, momentos en los que varios países, especialmente los llamados “industrializados y del primer mundo” se encontraban en: proceso de estabilización luego de las crisis financieras de 2008, los inicios de desestabilización de Ucrania por parte de la OTAN y el inicio del proceso de anexión de Crimea a Rusia luego de un referendo llevado a cabo por dicha localidad ruso parlante.
Ascenso social, clase media y miedo
Con esto en mente, el autor apuntando a los postulados de un trabajo de 1950 de Reisman, Denney y Glazer, rescata que durante el siglo XX la formación del carácter y la subjetividad de las personas ha cambiado, pasando de ser un proceso guiado desde dentro (confesional) a un proceder que se encuentra direccionado desde fuera (con base en las opiniones de los otros). Situación que parece haberse hecho posible por los cambios en la organización del mundo de la producción y el trabajo tanto en los contextos vividos durante la primera y la segunda Guerra Euroasiática como después de estas.
De esta manera, las consecuencias derivadas de estos dos acontecimientos tuvieron un efecto determinante en la conformación de los grupos familiares, los proyectos de vida de las personas, y la movilidad de muchos grupos poblacionales que en la mayoría de los casos migraron de los campos a las ciudades.
En este sentido, las promesas de acenso social con las que muchos de los modelos de Estados fueron reconstruidos o direccionados fueron palideciendo, dando paso paulatinamente a sociedades y modelos de gestión de la Política Doméstica o Regional en las que las poblaciones han llegado a percibir que su vida siempre está en juego, con un riesgo o amenaza de ser excluidos de cualquier ámbito de su vida personal, productiva o social.
Así, siguiendo al autor, se ha llegado contemporáneamente a experimentar un sentimiento o la angustia existencial, derivada especialmente de conclusión bastante sensata, de que nada puede garantizar la estabilidad o permanencia del modo de vida que se ha logrado, especialmente en los estratos medios. De esta manera la precariedad, el agobio derivado de sentirse constantemente en desventaja y la rescindibilidad de toda relación humana o institucional se convierten en parte manifiesta de esta problemática.
En el texto, se señala que en las capas medias el miedo aparece debido a la inconsistencia percibida y evidente de su posición social. No obstante, se amplía esta cuestión apuntando lo siguiente:
“Para este gran grupo de hombres y mujeres que han ascendido socialmente, hablando en términos psicoanalíticos, el ascenso ha dejado de ser una categoría de proyección energética y se ha transformado en una categoría de introversión llena de miedo. Sucumbir es algo básicamente distinto a fracasar. Este miedo gotea más finamente, pero se aferra tanto más profundamente a los poros” (p.47)
Competencia, fragmentación y angustia.
Parte de los contenidos expuestos y en discusión por Bude César, se desarrollan en torno al eslogan “el que gana se lo lleva todo”. Es decir, esa suerte de frase con la que se intenta consagrar el ideal imperativo de la competencia como base de las relaciones sociales.
En este sentido el autor acota que el miedo se hace presente tanto en aquellas personas consideradas como ganadoras y aquellas relegadas como perdedoras. En el caso de las primeras, este consiste en la posibilidad de perder el control sobre el campo de competencia en sí y de perder su condición de triunfo. Mientras que en el caso de las segundas, lo que prima es el miedo a no poder tener acceso al éxito o triunfo prometido por el “trabajo duro”.
Al mismo tiempo, se insiste en que los sujetos se encuentran en una encrucijada que ciertamente les limita, pues aunque en las instituciones de formación se premia el rendimiento o el cumplimiento de objetivos preestablecidos, en el mundo del trabajo se sobredimensiona y se reconoce de forma exagerada la performance o las acciones desempeño que se realicen más allá de los horarios y espacios tradicionales de trabajo.
En consonancia con esto, Bude afirma que, a las actuales clases medias además del miedo a perder su estatus, se advierten muchas tendencias de fragmentación asunto interior, debido especialmente a la escasez de empleo y la precarización de las condiciones tanto de contratación cómo de la valoración de la tarea o trabajo a realizar. Con lo cual, se logrado vulnerar los referentes que antaño se consideraban presentes en el espacio comunitario, consiguiendo de cierta forma una sujeción basada en la incertidumbre permanente.
Desarrollando estas ideas anteriormente expuestas, el autor afirma que:
“Lo que caracteriza la problemática típica del presente no es el yo que con sus deseos topa con el límite de lo permitido, cayendo en una actitud angustiosa ante sus correspondientes expectativas, sino el yo que se siente desbordado por pretensiones y expectativas contradictorias y de todo tipo, al cual le resulta infinitamente difícil poner límites y que se ve dominado por corroyentes dudas sobre su capacidad de relacionarse, de disfrutar, de amar y, en general, de vivir” (p.88)
De esta forma, la incertidumbre cobra un valor o estatus de nodo, alrededor del cual muchas de las relaciones sociales se estructuran, pero de forma defensiva. Siguiendo este esquema, de acuerdo con el autor, el miedo hace que grupos de individuos con características o logros similares se reúnan o conglomeren en torno de una necesidad o deseo de proteger su condición, ante la concurrencia de una situación, grupo o individuo que sea percibido como una amenaza, especialmente si se le considera que atenta contra de la afirmación de dicho grupo como totalidad de la sociedad.
Asimismo, y con un talante similar se tienen hoy en día sujetos altamente tolerantes y empáticos a imágenes de personas o de otros lugares, pero que estallan acuerpados en sus miedos y prejuicios ante los propios sujetos en cuerpo y presencia material. Es decir, bajo estas circunstancias, la tolerancia y la empatía pueden ser sentidas en tanto el sujeto de prejuicio no “invada” el espacio privado considerado como vital.
No obstante, el texto se ocupa de otros espacios en los que el miedo cumple un papel preponderante o determinante dentro de otros tipos o dimensiones de las relaciones sociales. Por ejemplo, en el mundo de los sistemas financieros o monetarios, dónde los intercambios y el almacenamiento de valor quedan en jaque cuando se teme que las promesas de pago entre deudores y acreedores no se cumplan
Conclusión:
Terminada la lectura del texto, se pueden reconocer los aportes teóricos del autor, al tiempo que también pueden señalarse brevemente algunas limitaciones. Por ejemplo, la atribución como un fenómeno relativamente reciente (Siglo XX) y europeo: del uso del miedo como forma o herramienta ejecutiva del poder con objetivos de sometimiento o control a diversos colectivos considerados inferiores o salvajes; la construcción de un otro amenazante como forma apelativa en los procesos de conformación de las comunidades o estados nación. Esto debido a que podrían aportarse muchas preferencias y evidencias históricas que pondrían en cuestión la “novedad” de estos fenómenos.
El autor sostiene que en la actualidad y las presentes generaciones al carecer de eventos traumáticos y de la experiencia del padecimiento de una guerra, hacen posible El surgimiento de posturas individuos o colectivos radicales cuyas motivaciones o miedos se pueden combinar con los de otras generaciones, y así originar situaciones catastróficas en las que temores infundados o irracionales puedan ser las guías del actuar y de la acción pública. No obstante, esa tesis debe ser discutida y analizada en profundidad, pues cabría echar una mirada al contexto entre guerras, incluso en el caso alemán, para darse cuenta que esta postura sostenida como una constante, se caería por sí sola dadas las propias condiciones en las que surge la Segunda Guerra Euroasiática y los grupos que la provocaron.
Sin embargo, ha de reconocérsele al autor el aporte en torno a los distintos usos y significados que ha tenido el miedo como recurso o herramienta política, económica y social.