Artículo: Conceptualizing confinement: Prisons and poverty in Sierra Leone (Conceptualizando el confinamiento: Prisiones y pobreza en Sierra Leone)
Autor: Andrew M Jefferson
Año original de publicación: 2014
Publicado en: Criminology and Criminal justice
Reseñado por: Mario Araya Pérez
Palabras clave: confinamiento, prisión, privación de libertad
Citación del artículo: Jefferson, A. (2014) Conceptualizing confinement: Prisons and poverty in Sierra Leone. Criminology and criminal justice. 14(1) 44-60.
¿Cómo pensar el confinamiento más allá de la óptica dominante que se centra en la prisión?
Me gustaría comenzar con un breve preámbulo, para presentar el texto que he seleccionado para comentar en esta sección de Agenda Joven reseña, con el ánimo de ubicar a la persona lectora en el interés personal que tengo en recuperar acá las ideas centrales que el autor expone.
Desde hace algún tiempo he venido reflexionando sobre la forma en la que el constreñimiento del sistema penal puede ser entendido como algo que acontece más allá de la privación de libertad en un establecimiento penitenciario (cárcel o prisión). En esta línea, me he encontrado con una serie de investigaciones que sitúan su objeto empírico de indagación en o alrededor de estas instituciones.
Los resultados de estas investigaciones se dan a partir de trabajos de campo prolongados in situ, muchos de corte etnográfico, pero también siguiendo otras metodologías en las que es central la observación participante y el diálogo directo– mediante conversaciones o entrevistas- con las personas que viven cotidianamente esta realidad. A partir de lo cual se señala la necesidad de trascender este tipo de establecimientos en la comprensión de cómo ocurre y se vive el “encarcelamiento”, la “prisionización”, el “encierro”, etc.
Sin ánimos de ser exhaustivo, se puede señalar algunas tendencias en estas investigaciones; unas dan cuenta de cómo las personas que ahí se encuentran sufren ellos mismos, sus familias o sus comunidades los efectos de lo que implica la privación de libertad y como esto puede continuar aun después de abandonar la prisión. A esto se le agregan otras investigaciones que indagan sobre este mismo impacto en las personas ya no privadas de libertad directamente, sino que de una u otra forma frecuentan este tipo de lugares; como voluntarias o funcionarias en estas instituciones. Finalmente, otras investigaciones dan cuenta de cómo un establecimiento penal determinado tiene efectos sobre el entorno inmediato que lo rodea, así como de las relaciones sociales que las personas establecen y las dinámicas que realizan en este.
En la revisión de estas propuestas me he encontrado con otros trabajos que retoman algunos de los principales hallazgos o regularidades empíricas de estas investigaciones. A partir o en contra de las cuales se sugiere la noción de confinamiento como una propuesta conceptual para abordar dicha realidad. Un ejemplo claro sobre de esto lo podemos observar en el volumen 38 de la revista The Cambridge Journal of Anthropology, titulada Confinement Beyond Site: Connecting Urban and Prison Ethnographies.
Este volumen especial fue editado por Julienne Weegels, Andrew M. Jefferson y Tomas Max Martin. Y presenta una serie de textos que, desde distintas experiencias etnográficas alrededor del mundo (Nicaragua, India, Brasil, Sierra Leona, Francia/Estados Unidos, Portugal, Myannmar), pero muy focalizadas en las instituciones de encierro (cárceles, centros de detención para personas migrantes, etc.), recuperan esta noción para tratar de unir reflexiones sobre realidades que no solo tienen mucho en común, sino que están interconectadas, pero que pocas veces son abordadas de esta forma; la que experimentan personas (ex) prisioneras y aquellas en entornos empobrecidos.
Pese a lo anterior, la noción de confinamiento sigue resultando difícil de definir, o bien, de puntualizar con precisión a que refiere. Es por este motivo que decidí elegir el texto de uno de los editores de la revista anteriormente mencionada; Andrew M. Jefferson, titulado Conceptualizing confinement: Prisons and poverty in Sierra Leone. Y publicado en el año 2014 en el volumen 14 de la revista Criminology and Criminal Justice. Esto con la intención de recuperar el razonamiento que lleva, en principio, a la elección de esta noción como un lente para pensar acerca de la vida de las personas en esta condición.
¿Quién es Andrew M. Jefferson?
Según la información disponible en la página The Scotthish Centre for Crime and Justice Research (SCCJR), el doctor Andrew Jefferson se considera un etnógrafo de la prisión que está especialmente interesado en la relación entre confinamiento y subjetividad y ha trabajado las últimas dos décadas en investigaciones relacionadas a la prisión y procesos de reforma de las prisiones en el sur global, especialmente en el África Occidental y el sudeste de Asia. Su afiliación institucional es al Danish Institute Against Torture (DIGNITY). Algunos de sus textos pueden ser consultados en su página personal de ResearchGAte
Conceptualizando el confinamiento
Como la mayoría de los artículos académicos el documento inicia presentando el título, autor, adscripción institucional y resumen. En este último, se anuncia que el texto se aboca a desarrollar una noción expansiva del confinamiento a través del cual poder observar la vida de exprisioneros, excombatientes y habitantes de barrios bajos en un contexto postconflicto caracterizado por la volatilidad política, la pobreza exorbitante y las oportunidades limitadas. Señala que la noción de confinamiento puede ayudarnos a comprender la vida de las personas cuyas posibilidades están material, espacial y discursivamente limitadas. Y desde ahí nos anuncia su inspiración en las propuestas analíticas de Wacquant, Bauman y la arqueóloga Eleanor Casella.
El texto pone en cuestión nociones centrales como el poder social, la libertad y el sentido de humanidad. Y posiciona explícitamente las preguntas ¿Hasta qué punto estamos confinadas? ¿hasta qué punto somos libres? ¿Qué confina exactamente? ¿Y qué libera?
El trabajo está fundamentado en la evidencia empírica recolectada a través de un trabajo de campo de siete meses en Sierra Leona, durante el 2006 y que es parte de un proyecto de investigación mayor. En este trabajo se acompañó, discutió y entrevistó a prisioneros políticos y excombatientes de la guerra civil entre 1991 y 2002, se visitaron de manera repetida a 7 de 12 prisiones provinciales y realizó trabajo de observación participante en un área de asentamiento informal de Kroo Bay. Además, asistió a audiencias en la corte. El autor señala que visitas anuales posteriores le permitieron revalidar de manera contemporánea la información registrada en ese entonces.
El documento está dividido en cuatro grandes secciones; una introducción, una discusión conceptual sobre la noción de confinamiento, un apartado donde se presentan los dos casos empíricos en una prisión y en un vecindario urbano popular, y finalmente unas conclusiones.
El texto tiene dos epígrafes que desde el inicio nos indican cual es el planteamiento que se quiere abordar. Uno de Hasley y otro de Foucault. El primero indica que el encarcelamiento es una forma en la cual se exacerba la privación, mientras que el segundo puntualiza sobre la idea de que la prisión es algo que inicia mucho antes de sus puertas.
Esto se sigue de manera muy clara a lo largo del texto. En la introducción, a partir de varias autoras, se plantea que las instituciones de confinamiento pueden ser entendidas como sitios en los que la dinámica central es el poder y donde las prácticas de conocimiento, disciplina, resistencia, control y cuidado son características clave. Se apunta que una idea que está ganando terreno es que el confinamiento observado en las prisiones también puede aparecer en otros contextos sociales. Puntualiza específicamente en las propuestas de Wacquant y Bauman. El texto es claro en señalar que esta noción de confinamiento, utilizado en la literatura criminológica, se encuentra poco teorizado y que la mayoría de las ocasiones se emplea como sinónimo de otros conceptos como el de encarcelamiento. Pero que tiene un gran potencial para pensar de manera más clara acerca de la vida de los sujetos-ciudadanos marginalizados.
El autor hace una aclaración importante, no se trata de decir que los vecindarios urbanos pobres sean cárceles, ni mucho menos. Si no señalar que, para algunas personas, sus experiencias de vida dentro y fuera de las prisiones se convierten en travesías hacia delante y hacia atrás en este tipo de lugares; la prisión, la detención policial y el vecindario pobre es experimentado por un cierto segmento de la población como una de las posibilidades. Con los estudios recuperados por este autor, llega al planteamiento de que la experiencia del confinamiento debe buscarse no solo en las instituciones o sitios en particular, sino también en prácticas y significados, pero principalmente en la relación entre sitios, prácticas, relaciones sociales y subjetividad.
Retomando el caso de la prisión en Sierra Leona, se apunta que estos son claramente sitios de confinamiento en el sentido de que los prisioneros están confinados en y dentro de las paredes, alambres, puertas y guardias, pero también confinados en términos de relaciones pues comparten una serie de actividades con personas que no eligieron, limitando otras interacciones que serían deseadas. Se vive de manera muy próxima con otros prisioneros. Y se dan toda una serie de maniobras y negociaciones necesarias para la supervivencia. Por lo que estas prisiones pueden ser mejor caracterizadas en términos de incertidumbre, limbo e inseguridad ontológica. E introduce la idea de la dimensión temporal del confinamiento, en términos experienciales, el cual puede ser indefinido o perpetuo. Hay una experiencia material del confinamiento que está unida a una experiencia subjetiva. Otro elemento que se introduce es el de la movilidad, pues pese a la evocación de confinamiento las personas tienen una alta movilidad dentro de la prisión, algunos incluso fuera de esta. Se sugiere que las nociones de movilidad, separación y conexión, referidas a la realidad vivida en las prisiones son de gran utilidad para pensar la realidad en los vecindarios urbanos pobres.
Con esto precisamente, se da paso a estos barrios. Se menciona que sus residentes viven el confinamiento de múltiples maneras. Materialmente; en términos de falta de oportunidades e inseguridad; así como espacialmente discursiva y simbólicamente. A lo que se le agrega una dimensión temporal. La inseguridad es parte del confinamiento material de los residentes; por un lado, frente a las amenazas de desalojo constante al vivir en asentamientos ilegales y por otro la inseguridad personal pues hay presencia de pandillas y muchos residentes tienen experiencia de primera mano con la guerra civil. Es un sitio auto-controlado, con sus propias reglas de conducta y castigos. Si bien no hay barreras físicas que impidan ni el ingreso ni la salida, si hay una serie de prácticas de vigilancia que dejan en evidencia marcadores espaciales. El confinamiento es vivido por sus residentes no solo por una auto estigmatización sino también por los discursos que otros proyectan sobre ellos, consideradas como personas malas y sobredimensionando la idea de que estas viven en un lugar peligroso.
Una de las conclusiones a las que se llega es que tanto la vida en prisión como en los barrios esta constreñida, dado que las condiciones de ejercicio de la existencia son limitadas. Y pese a que queda abierta la duda respecto a que tanto se asemeja o diferencian estos lugares, lo cierto es que el poder social es un elemento central en la vida de ambos espacios definida en términos de dominación y resistencia, en relación con los rituales y regulaciones, así como en las estrategias de sobrevivencia. En términos espaciales pueden marcarse ciertas diferencias, pero en términos temporales sus residentes están sujetos a una suerte de horizonte ilimitado, para los primeros en términos de sentencia, mientras que para los segundos en términos oportunidades. Cierra con una frase que resuena de forma muy poderosa; para estas personas “[el] tiempo (para la realización de sueños y aspiraciones) está fuera de alcance”.