Libro: América Latina y Estados Unidos. Una historia entre espacios desde la época colonial hasta hoy
Autor: Stefan Rinke
Año original de publicación: 2015
Editorial: Marcial Pons, Ediciones de Historia
Reseñado por: Roy González Sancho
Palabras clave: historia, época colonial, América Latina, Estados Unidos.
Citación: Rinke, Stefan. 2015. América Latina y estados Unidos: Una historia entre espacios desde la época colonial hasta hoy. Ambos Mundos. Madrid: Marcial Pons, Ediciones de Historia S. A.

  1. Introducción: 

En esta investigación, Stefan inicia como indica el título, realizando un recuento desde los tiempos coloniales dividiendo cada capítulo en periodos históricos. De esta forma, el Capítulo I se plantea en correspondencia con el arribo español hasta año 1760, elaborando un recuento de las raíces de los conflictos, hasta el comienzo de los prejuicios hacia la población autóctona.

Para el capítulo II, se ha marcado por el periodo entre 1760 y 1830, titulándolo América contra Europa: Revoluciones de independencia. Como indica el título, en este apartado se ocupará del cambio en las relaciones internacionales tras la revolución estadounidense y sus corolarios en América Latina, así como la revolución de independencia y una referencia a lo que fue el encuentro entre la Doctrina Monroe y el proyecto Bolivariano de la Gran América. Para el capítulo III,  el autor define el periodo comprendido en el período entre 1830 y 1860, ocupándose de estudiar de varios aspectos de esta coyuntura como: el Destino Manifiesto y el espacio “libre”, los conflictos acaecidos entre México y Estados Unidos, la controversia por la expansión estadounidense y la disputa dada en el Caribe, el proceso de la llegada de los filibusteros en Centroamérica, así como la consolidación de ciertos contactos entre el norte y lo que será considerado luego el patio trasero de Estados Unidos.

El capítulo IV, se ocupará de la visión panamericana, en el periodo que va de 1860 a 1898. Se inicia con una pormenorizada descripción y recuento de la crisis de la década de 1860, finalizando hasta la continuidad y cambio en las áreas de conflicto. El capítulo V, se dedica al análisis del “Imperio” marcado en el periodo entre 1898 y 1910, citando la Guerra Civil de 1898, el fallo en la construcción del canal de Panamá, así como el intervencionismo estadounidense y el surgimiento o denominación por parte de estas de la República Bananera, finalizando con un recuento sobre el concepto de Nuestra América.

En los capítulos siguientes, por ejemplo, en el VI se realiza un análisis de la época de la “Violencia Global, abarcando desde la Revolución Mexicana y Estados Unidos, a la guerra y la neutralidad de la Primera Guerra Mundial, así como la llegada de la guerra a América, todo esto dentro del periodo comprendido entre 1910 y 1918. Con respecto al Capítulo VII se ocupa de las “Naciones y Nacionalismo”, dividiendo esta sección en el período entre 1919 y 1933. Entre los contenidos se encuentran los factores de la llegada de las inversiones de países del “primer mundo” a las áreas de conflicto e intervencionismo que marcaba Estados Unidos, el ascenso de los nacionalismos latinoamericanos y la caída en aquel momento de la Gran Depresión de 1929.

Por otro lado, el Capítulo VIII se define el periodo de análisis entre 1933 y 1945, donde se analiza el periodo de la “buena vecindad” que duró hasta 1939, así como los conceptos de América neutral, al mismo tiempo la entrada en la guerra. Finalmente, con el camino hacia la paz, una vez terminada la segunda gran guerra euroasiática en la que Estados Unidos incursiona atacando a Japón, luego de haber mantenido una constante provisión de armamento a los “aliados”.

Para el Capítulo IX, se ha ubicado el periodo entre 1945 y 1970, donde se ha tratado el tema de los “centros y la periferia” en la época de la posguerra. Asimismo, se avanza en este periodo abordando y haciendo hincapié en las esperanzas y las protestas realizadas desde la periferia, la Revolución Cubana, y los focos de las crisis a finales de los años 70.

En el Capítulo X titulado “El Tercer Mundo”, se describe el proceso comprendido entre 1970 y 1990 hablando desde el 11 de septiembre chileno donde se desaparece forzosamente a Salvador Allende, el descubrimiento de los Derechos Humanos en la región y los catastróficos años 80 del siglo anterior. El capítulo XI y último, se describen los vínculos políticos, económicos y socioculturales desarrollados a partir de 1990, hasta los años cerca de la publicación del libro, es decir los años 2014-2015.

2. Algunos aspectos a que destacar

2.1 Lo latinoamericano

El autor se ha preocupado por ver a Latinoamérica en función del contexto de las relaciones Norte-Sur de cada época, observándola como bien menciona al estilo de un “agente constituyente”. Este aspecto no solo por las afirmaciones Rinke, sino por la evidencia que se puede encontrar en muchos estudios sobre la región, se tiende a ver la región que se mueve como “barco a la deriva” internacional. En este caso el autor detalla dicha situación de la siguiente manera:

«Este aspecto ha sido hasta ahora poco conocido, ya que durante mucho tiempo dominó una tradición científica qué se ocupó del tema desde una perspectiva norteamericana, primero afirmativamente y más tarde críticamente. De hecho, la política de Estados Unidos hacia Latinoamérica fue un tema de suma importancia en los orígenes de los estudios Latinoamericanos en Estados Unidos durante la primera Guerra Mundial. Desde entonces adquirió gran relevancia en el debate político, lo más notable es que hasta ahora no existen prácticamente visiones generales sobre esta materia desde una perspectiva Latinoamericana” (p.11-12).

En este orden de las cosas, el autor importa con lo anterior una cita fundamental para el origen del estudio de los estudios latinoamericanos, siendo que estos nacen de la necesidad imperial de conocer el sur a partir de una posición específica, en dicho caso estaba fuertemente connotada por una visión asimétrica y subyugante con respecto a las regiones que iban a ser consideradas como el patio trasero. No obstante, esta posición no se sería mantendría por mucho tiempo dándose un cambio en el tono y la forma en la que se realizaban las investigaciones en este campo, debido principalmente a las propias acciones de los distintos gobiernos norteamericanos, tanto dentro del istmo latinoamericano como en otras latitudes a nivel global.

En este sentido son claras las referencias que brinda el autor con respecto al papel que jugó el gobierno estadounidense en eventos trascendentales de la geopolítica del siglo XX, cómo se pueden citar los ejemplos de la Revolución Cubana, la Guerra de Vietnam, las campañas de lucha contra el comunismo, en las que se apoyaron o se permitieron golpes de estado en contra de gobiernos latinoamericanos elegidos mediante elecciones populares y de inclinación socialdemócrata o progresista.

Estas acciones, de acuerdo con el autor determinaron que en los trabajos más influyentes historiadores como William A. Williams, la política exterior estadounidense comenzará a ser valorada como un poder imperialista, especialmente por sus acciones en repetidas oportunidades en territorios latinoamericanos, dicho de otra forma, se reconocía la perspectiva imperial con la que Estados Unidos veía a toda la región latinoamericana y al Caribe.

El autor puntúa, en este sentido, que la política imperialista de los estadounidenses se basaba en motivos económicos primordialmente, agudizándose en la medida que existieran motivos suficientes al interior, cómo para lanzarse en acciones externas para distraer a los críticos locales de los asuntos domésticos sin resolver. Al mismo tiempo, Rinke reconoce que esta interpretación nacía de las críticas que se fueron conformando bajo el compromiso del antiimperialismo, sustancialmente en el periodo de los años 20’s y del surgimiento de las teorías de la dependencia surgidas alrededor de la década de los 70’s, derivando en el caso de ambas corrientes en movimientos sumamente importantes. De hecho, estas críticas antiimperialistas siguen siendo determinantes e influyentes a la fecha, asimismo, el autor reconoce que eventos como los atentados del 11 de setiembre de 2001 y la llamada doctrina Bush, reavivaron las críticas antiimperialistas dándoles un nuevo impulso.

2.2 Lo confesional

Otro aspecto a recalcar de la obra que presenta Stefan, radica en el ahínco y cuidado que tiene para el tratamiento del tema sobre las relaciones entre Estados Unidos y Latinoamérica, ya que nunca pierde de vista la sincronía que se ha dado frecuentemente en la historia entre el poder religioso, el económico y el político. Este elemento puede rescatarse partiendo de la descripción sumamente detallada que realiza de la ruptura religiosa que sucede en Europa poco tiempo después de la llegada española a América, en específico los conflictos de la España católica con una Inglaterra protestante, y cómo las dinámicas propias de este conflicto tienen repercusión sobre la forma en la que se estructura los imaginarios y las relaciones en el espacio de las colonias americanas.  

Según lo referido por el autor, con la llegada de la corona española a América, las coronas de Francia e Inglaterra inician sus propias expediciones al continente, y convirtiendo de facto los territorios americanos en un terreno de disputa y desafío a las pretensiones de monopolio españolas. El hito que marca el inicio de este proceso se concreta específicamente con Isabel I (siglos XVI y XVII), cuando la reina rompe con varios siglos de buenas relaciones con España.

De esta forma, el continente americano se convertía en un espacio sin ley, en el que las controversias que para ese momento no se daban entre las coronas en territorio europeo, se podían librar en América en función de acaparar territorios para las distintas monarquías.

Puede deducirse de lo redactado por el autor, que las motivaciones religiosas también tenían importancia en la medida que fungían como un medio en el que las ideas se legitimaban. En este sentido la confrontación entre las confesiones protestante (inglesa) y la católica (española) daba inicio. Entre otras dinámicas, los puritanos ingleses intentaban salvar a los indígenas de Sur América del catolicismo español.

La prominencia este elemento era tan fuerte, que se desarrollaron prejuicios confesionales en una estructura que emulaba a la ruptura entre el protestantismo inglés y el catolicismo español, pero en este caso en el tipo de estereotipos negativos entre el norte y sur. Así, hubo una fuerte y propaganda antihispana promovida y propagada por los ingleses, la cual se vio influenciada por los escritos de Bartolomé de las Casas (1484 – 1566), especialmente en las denuncias que realizará de las casas en contra de las acciones llevadas a cabo como parte del dominio colonial y los excesos que se cometían en contra de las poblaciones indígenas del continente americano.

Es claro, partiendo de los análisis realizados por el autor, que la propaganda tenía por objetivo promover una revision y giro de la política por parte España, al tiempo que la misma sirvió como una justificación para justificar la expansión inglesa en América.

En un talante muy similar, el autor ha mencionado que el antagonismo confesional contra los españoles tuvo una mezcla en Inglaterra prácticamente desde sus inicios con sensibilidades patrióticas, y que operaron junto a la imagen de mercenarios y piratas que fueron ascendidos al estatus de héroe, y con alusiones al acostumbrado libertarismo inglés.

Asimismo, Rinke es claro al puntualizar que, a lo largo de toda la historia colonial, aquellas geografías bajo el dominio español y las otras bajo el dominio de otras potencias como Inglaterra, heredaron muchas de las estructuraciones y antagonismos propios de los conflictos confesionales políticos y económicos que se vivían en Europa. Tal es el caso que, en el siglo XVIII, eran bien conocidas las contrariedades y enemistades entre las colonias inglesas e iberoamericanas, las cuales se consideraban entre sí antagonistas, pero especialmente rivales confesionales.

Esto especialmente debido a que, desde la propia la primera en colonia tanto los colonizadores del norte como los españoles se encargaron de construir sus colonias en tierra protestante o católica, en la que no había espacio para la confesión del otro. Aunque, el autor rescata que las colonias estuvieron vinculadas entre sí en muchos sentidos, sin contar el gran desafío qué significaba América para con todas las poblaciones que lo habitaban.

La importancia de estas anotaciones radica en que la diferenciación confesional, observada por el autor, ayuda explicar en primera instancia las profundas diferencias y contrariedades que heredaron tanto el norte anglosajón como el sur hispánico.

 Al mismo tiempo, de la mano con esta interpretación, cobran un sentido diferente, las progresivas campañas de expansión y dominación que ha llevado a cabo Estados Unidos desde su propio inicio de la federación de estados que le da forma, las cuales sólo fueron cesadas en la época de 1860 debido a la guerra civil porque ese libró en el interior del país.

De esta forma, teniendo el elemento confesional como un componente fundante, puede entenderse la atribución de tintes divinos formuladas en el Destino Manifiesto y la justificación desde la cual se emprendió la Doctrina Monroe. Sobra decir que ambas construcciones discursivas e imaginarias jugaron un papel importante dentro de la estructuración de las relaciones entre los hemisferios de América. Rinke, en este sentido, detalla la forma como la superioridad religiosa en el siglo XIX se convierte y se vincula con un mesianismo secular, cuya meta más alta había sido fijada por Dios, para llevar la civilización al sur del continente.

En este caso, cabe pensar que quizás uno de los países más afectados por la expansión estadounidense hacia el sur fue México, Estado que vio reducido aproximadamente en la mitad su territorio.

2.3 El problema del Otro

Este es quizás otro de los puntos importantes y transversales dentro del libro Rinke, ya que debido especialmente a que Estados Unidos, como bien se ha mencionado, al haberse construido sobre la base de un Estado confesional, de religión cristiano-protestante, y de una población mayoritariamente blanca, sus primeros pasos como país se encaminaron a la definición de políticas aquí prácticas basadas en preceptos y justificaciones raciales favorables a las poblaciones recién detalladas.  

 En este sentido, y teniendo en cuenta los elementos confesionales explicitados en el apartado anterior, aquellas repúblicas que surgieron en el siglo XIX en todo el continente fueron consideradas una amenaza para Estados Unidos, especialmente aquellos territorios dominados por población anteriormente esclavizada como en Haití, dónde principalmente habitada desde aquel entonces por personas afrodescendientes.

En este asunto, el autor detalla las características de esta concepción de la siguiente manera:

“Un elemento importante aquí fue el discurso de la alteridad en relación con Latinoamérica. El discurso del “otro americano”, cargado de racismo y en el que los latinoamericanos eran representados a los ojos de los yankis como femeninos, blandos y débiles, como salvajes infantiles e incivilizados, así como bárbaros falsos y mentirosos, y en el que los anglosajones sin embargo se veían a sí mismos -aunque y también a los ojos de muchos latinos- como masculinos fuertes y civilizados, adquirió durante este periodo nuevas dimensiones”. (p. 96)

Es en este preciso contexto, ocurre un aumento de los intercambios y contactos comerciales entre inversores estadounidenses con varios países de América Latina. Sin embargo, el mantenimiento de estas relaciones no varió en nada las imágenes y las nociones despectivas que con respecto a la región que se tenían por parte de los anglosajones. Los campos de acción no sólo se dieron con el activismo de misiones religiosas protestantes, sino también en el ámbito de los medios de comunicación. De esta forma, la prensa norteamericana intentó arrebatar el monopolio de la información y las noticias a empresas europeas en la región, al mismo tiempo que emplazada la construcción de discursos sobre Latinoamérica utilizando imaginas despectivas. Rinke detalla con claridad cómo era el proceder de los medios estadounidenses en el fragmento a continuación: 

“En primera fila de las imágenes más utilizadas por los angloamericanos en el cambio de siglo para describir a sus vecinos del sur se situaron los conceptos de salvajismo y barbarismo. La conciencia de la propia superioridad funcionaba ante la premisa de la inferioridad del otro. Los americanos del sur eran considerados seres impulsivos que saciaban sus pasiones sin recato, lo que, en opinión de sus observadores, los debilitaba y los privaba de la posibilidad de salir de una etapa subdesarrollo, es decir, de pasar de ser niño dependiente a un lado en pleno derecho. A través de la creación y revisión de esta clase de estereotipos construyó una polaridad entre el norte y el sur, consecuencia inapelable de la ley natural. Sobre la base de esta multifacética ideología imperialista, Estados Unidos logró el orden hegemónico que perseguía, sustentándolo en una misión aparentemente obligatoria.” (p.97)

Como puede derivarse de las anotaciones del autor sobre este particular, se puede observar sin forzar el análisis que la funcionalidad de los medios de comunicación en la construcción de relatos, así como de imaginarios América Latina, han tenido un lugar preferente en las estrategias desplegadas por los diferentes en gobiernos estadounidenses en sus políticas exteriores. Lo que en cierto sentido podría tomarse como una nueva versión de la propaganda de la otrora utilizada por la corona inglesa en medio de su antagonismo confesional con el imperio español, salvando las diferencias del caso.

En este sentido, los discursos sobre la alteridad o el otro han tenido diferentes aplicaciones, utilizándose calificativos similares a los descritos anteriormente en diversas ocasiones como: “la lucha contra el comunismo”, “la defensa de propiedades de ciudadanos o empresas estadounidenses en América Latina”, o bien en contra de los “enemigos de la democracia” o de los terroristas, etc.

2.4 Intervenciones Militares

Un asunto que se describe con bastante detalle en el libro corresponde a las acciones militares y de propaganda que los diferentes gobiernos de Estados Unidos -sin distinción del partido que estuviese al frente-, llevaron a cabo en la región latinoamericana. En el caso de este libro, se describen las diferentes campañas de apoyo a regímenes de corte dictatorial o militar que fueron surgiendo en la región, o bien que fueron implantados por los gobiernos estadounidenses y sus agencias para proteger, según sus términos, las inversiones realizadas en los territorios de la región, o bien como forma de salvaguardar los “intereses estratégicos” acorde con la ocurrencia de cada contexto electoral estadounidense, por ejemplo.

Parte de estas acciones se describen en el siguiente fragmento:

este itinerario correspondió, en última instancia, a la ruta prescrita por el informe Rockefeller independientemente del delito que cometiesen los militares latinoamericanos, Washington estaba dispuesto a cooperar con ellos mientras lucharan contra el comunismo, o lo que ellos pensasen que éste era. El resultado fue que las fuerzas militares de muchos países se hicieron cada vez más fuertes y politizadas, tomando el poder en muchos casos, desde la década de 1960.» (p.196)  

            En este punto particular, aunque el autor menciona que, si bien en Washington no dirigió los golpes de estado como se aseguraba desde la propaganda comunista, evidencias recientes parecen contradecir esta afirmación. No obstante, en este caso el autor no se equivoca al mencionar que los gobiernos estadounidenses colaboraron indirectamente con el desarrollo de las dictaduras, o bien no hicieron nada por impedir los procesos, a pesar de que en algunos casos estos diesen resultados no esperados, o contrarios a los intereses a partir de los cuales se dejó que las distintas juntas militares actuaran, tal como sucedió en el caso del golpe de Estado de Perú en 1968.

2.5 El cierre del Libro

Después de todo el recorrido histórico, Rinke hace diferentes alusiones a diversos hitos dentro de la historia de las relaciones entre Estados Unidos y América Latina, enumerando, por ejemplo, las ocasiones en que variaban las excusas para mantener la política de intervención en los asuntos internos de los estados latinoamericanos, las acciones de contención en contra del desarrollo de proyectos políticos o económicos en las regiones tanto del caribe como en América Latina continental, etc.

Sin embargo, merece la pena rescatar el fragmento con el que Rinke cierra su obra, a propósito del desenvolvimiento de una historia entre espacios y entre tiempos, metáfora con la que ha trabajado durante todo el texto:

 “Situamos el comienzo del segundo diseño del siglo XXI, Se puede afirmar que el día de hoy hay una mayor diversidad y existen actores más influyentes, cuyas vidas se juegan en estructuras transnacionales. Al mismo tiempo, es importante dejar claro que, durante dos siglos, Las relaciones oficiales entre las Américas han estado lejos de ser solidarias. La relación entre Estados Unidos y Latinoamérica sigue siendo -con todas las necesarias diferenciaciones particulares-asimétrica. Desde el punto de vista norteamericano, los vecinos del sur son siempre los otros subordinados, los que deben cambiar por el contacto con sus normas. Durante décadas esta exigencia ha ido de la mano de una retórica civilizadora que se basa en el racismo y que aún hoy día no ha sido de ninguna manera superada. Por su parte, en Latinoamérica, el recuerdo de la herencia de las expansiones e intervenciones norteamericanas sigue teniendo mucho peso. Sólo futuros acontecimientos mostrarán si es posible la solidaridad entre los distintos espacios de América cuando estas cargas históricas no importen. sea como sea, el viaje hasta allí se vislumbra a un largo.” (p. 221)

3. Conclusiones preliminares

La entrega del libro “América Latina y Estados Unidos: Una historia entre espacios desde la época colonial hasta hoy” de Stefan Rinke, puede ponerse al lado de otras obras obligatorias de lectura, si se trata de temas como la historia de las relaciones internacionales entre Estados Unidos y Estados Latinoamericanos, Al tiempo que puede ponerse ciertamente en el mismo terreno de recomendación que autores como Marcos Roitman, Pablo Guadarrama, Manuel Alcántara, Enrique Dussel, entre otros.

En rasgos generales, el autor de este título presenta un análisis pormenorizado y sintético, que va desde los aspectos más generales y estructurantes de las relaciones continentales, a los eventos específicos y localizados, desde los cuales puede verse las concreciones de los esfuerzos hegemónicos de Estados Unidos por desplazar a potencias europeas del continente americano, particularmente en el inicio de la historia de las repúblicas recién independizadas,  y posteriormente de las incursiones con las que Estados Unidos buscaba garantizar su hegemonía.

El autor no depara en detalles sobre las diferentes formas en las que la potencia protestante, ha incurrido en actos contra la humanidad de las y los latinoamericanos, caribeños y caribeñas. Sin dejar de lado los intereses perseguidos con la política imperialista de los norteamericanos.  

El texto en su integridad corresponde aún en sumo importante para el análisis actual incluso de las formas de pensamiento político económico científico y filosófico que ha marcado los diferentes momentos de la historia de nuestra América.

Un aspecto importante para rescatar, en este mismo sentido, resulta del ímpetu y la rigurosidad con la que se anotan las maneras como las rivalidades imperiales han configurado el pensamiento filosófico y político de ambos lados del espectro geopolítico. Por ejemplo, ahora debe tenerse en cuenta, dadas algunas influencias intelectuales, la manera en la que muchos sectores “críticos” del pensamiento y las disciplinas científicas -incluso- consideraron en su momento que el intercambio o la consideración del mundo anglosajón de pensamiento consistía una manera en la que el pensar latinoamericano podía salir del dominio colonial ibérico.

Esto, permite pensar, además de dar claridad, sobre el hecho de que la geografía latinoamericana muchas veces ha sido el escenario de la misma dinámica de disputa interimperialista, como se mencionó anteriormente, en esa “tierra sin ley” donde se continuaban las disputas que ambas facciones coloniales no emprendían en sus propios territorios y con sus propios recursos. Este es sin duda un elemento que debe llamar a la reflexión, teniendo en consideración que la subalternidad no garantiza nada más que su misma reproducción, así como la continuidad de los mismos centros hegemónicos.