Libro: Arrebatar la vida, El suicidio en la Modernidad (Titulo Original: Das Leben nehmen. Suizid in der Moderne)
Autor: Thomas Macho
Año original de publicación: 2021
Editorial: Herder Editorial
Reseñado por: Maikol Picado Cortes
Palabras clave: suicidio, modernidad, psicología
Citación: Macho, T. (2021) Arrebatar la vida, El suicidio en la Modernidad. Editorial Herder
Conozco del texto por la recomendación de un colega con el que comparto el interés en varios temas, entre estos el suicidio. “Arrebatar la vida, El Suicidio en la Modernidad” es un libro que requirió de mucha atención por la densidad de información que expone, se desarrolla en torno a la visión, interpretación y comprensión del suicidio a través de la historia, caracteriza el tema a partir de acontecimientos que se complementan con el análisis de diferentes obras culturales como; novelas, ensayos, películas, relatos, entre otros.
En la divulgación o presentación el libro, se formulan algunas preguntas, que intentan dar cuenta del fenómeno en estudio, el suicidio por ejemplo: ¿Qué poseo si me pertenezco a mi mismo? ¿Qué significa esto para el fin de mi vida? ¿Qué concepciones del suicidio existían antes de la modernidad? ¿Cómo caracterizar las culturas del suicidio? El desarrollo de estas interrogantes pasa por el conocimiento y exposición de “manifestaciones de la experiencia cultural del suicidio, a partir del análisis de obras literarias, cinematográficas y eventos sociohistóricos que se complementan con propuestas filosóficas, antropologías, sociológicas, históricas, políticas, entre otras.
El texto se desarrolla mediante 13 capítulos que a su vez se dividen en 5 secciones. Los capitulo están antecedidos por una introducción que desarrolla el tema a través de la historia y muestra las distintas interpretaciones que sobre el mismo se han propuesto, por ejemplo se menciona que:
“Durante muchos siglos el suicidio se consideró un pecado mortal, incluso un «doble asesinato» (del alma y del cuerpo), un crimen que había que castigar severamente, no solo mutilando y dando mal entierro a los cadáveres, sino, por ejemplo, también confiscando los bienes familiares; un crimen que, como mínimo, se calificaba como consecuencia de un estado de demencia y como enfermedad” p.1
Lo anterior dio paso a la construcción de otras interpretaciones que resaltan como punto de partida para un viraje diferente los cambios de siglo o “fin de siècle” y eventos sociohistóricos en el que sobresale la segunda guerra mundial. Se plantea un cambio esencial en la valoración del suicidio, desde el “proceso conducente acabar con un tabú, y, por otro lado, como difusión una emancipadora Tecnología del Yo” p.6.
Sobre cada capitulo cito algunas partes del texto de forma muy general, apuntando a que cada sección se complementa con información y análisis de elementos culturales y sociohistórico como ensayos, novelas, películas, relatos, entre otros.
- ¿A quién pertenece mi vida?
Inicia con un pasaje del ensayo de Albert Camus, “El mito de Sísifo” donde plantea la frase “No hay más que un problema filosófico verdaderamente serio: el suicidio” p. 27, se menciona que el mismo Camus reformula lo dicho partir de la frase “Si la vida vale o no la pena vivirla”.
Mas adelante se plantea la pregunta ¿el suicidio esta permitido o prohibido? Seguidamente se desarrollan algunas ideas y se indica que “Solo tras el comienzo del nuevo milenio, el 3 de noviembre de 2006, el Tribunal Supremo Federal de Suiza declaró el suicidio un derecho humano en el sentido del artículo 8 de la Convención Europea de los Derechos Humanos” p. 29
Este primer capitulo se desarrolla en tordo a la propiedad que se le designa a la vida desde diferentes instituciones, por ejemplo desde las autoridades eclesiásticas, además se menciona que;
“Probablemente las culturas prehistóricas no se planteaban en absoluto las preguntas de a quién pertenece nuestra vida y si nos está permitido disponer de ella y de su final, pues estas preguntas presuponen dos conceptos que solo se desarrollaron a raíz de la «revolución agraria»: el concepto de propiedad y el concepto de distinción social, es decir, los conceptos de dominio y de parentesco. Solo con ayuda de estas nociones era posible, por así decirlo, retirar las cosas y los materiales, los seres vivos y las personas de los procesos del metabolismo, del ciclo temporal y de la comunicación”. p. 34-35
2. El suicidio antes de la modernidad
Sobre esta idea el texto plantea que;
“En la antigua Grecia el suicidio tenía varias connotaciones, en algunas ciudades se establecían castigos para los cuerpos de personas suicidas mientras en otras no, además jurídicamente se establecía que era prohibido el suicidio para los esclavos y los legionarios” p. 53 (…) “En el judaísmo esta prohibido el suicidio por que roba la propiedad de Dios y vulnera la ley de la santidad de la vida”. p 54. Y agrega que “Hasta 1966 el suicidio estaba penado por la ley en Israel y los ritos funerarios tenían características diferentes a los normales. “No se rezaba ningún kadish” (…) “sucedía algo similar en la antigüedad grecorromana donde las excepciones eran los suicidios heroicos y honrosos”p.54 (…) “el sufrimiento físico podía ser en algunas culturas causa aceptable del suicidio y hasta noble, no decaer ante el sufrimiento de otros y terminar la vida por mano propia antes que por ejemplo la de un enemigo o una persona impura! p. 58
Sobre el suicidio antes de la modernidad se concluye que:
“si bien en la Antigüedad se consideraba lícito el suicidio heroico y honroso, igual que el martirio en el medievo cristiano, sin embargo imperaba en general la prohibición de suicidarse, y su incumplimiento era sancionado con castigos que se podían aplicar de las formas más diversas, en ocasiones también a los cadáveres” p.63. Se indica que antes de la modernidad los suicidios eran básicamente rechazados pero que bajo ciertas circunstancias podían respetarse, esto ante ciertas instancias que de una u otra forma se atribuyen cierto derecho sobre la vida de los individuos como la familia, el Estado o el Ejercito, iglesia y autoridades religiosas.
3. Efecto Werther
El efecto Werther hace referencia a la novela escrita por Goethe, titulada “Las penas del joven Werther” esta relata la historia de un hombre joven enamorado y desdichado, hacia el final del texto se describe detalladamente el suicidio del joven, esto se relaciona con la imitación del acto por parte de personas que leyeron el texto.
Sobre la imitación del acto suicida se indica que “solo se creó unos doscientos años más tarde, en investigaciones sociológicas sobre las correlaciones causales entre los índices de suicidios y la proyección de películas y la emisión de noticias por televisión, sin embargo ya en época de Goethe (1774) se desataron acaloradas discusiones sobre la «fiebre de Werther» y la «peste de Werther»
Se indica que “mientras que en el siglo XVIII el suicidio se consideraba un acto religiosa o políticamente imputable, como destrucción de una propiedad ajena que pertenece a Dios y al rey o como expresión de una relación consigo mismo sospechosamente liberal y comparable al onanismo, en el siglo XIX se fue concibiendo cada vez más como un acto que seducía a la imitación”. p.78
4. Suicidios de fin de siécle
El capitulo hace referencia aquellos suicidios que se relacionan con los cambios de siglo, por ejemplo:
“A pesar de estas dificultades para averiguar cifras y datos fiables, la mayoría de los autores coincide en que los índices de suicidios subieron en el siglo XIX” (…) “Este aumento se atribuyó a los efectos de la industrialización, a la creciente pobreza, a carestías, a la escasez de vivienda, al alcoholismo y a la tuberculosis, pero también a una especie de fascinación por la muerte que se atribuyó al fin de siècle como una «época de nerviosismo” p. 92
5. Suicidio en la escuela
Una de las ideas principales en el que se desenvuelve el tema se relaciona con:
«El modo como los Estados nacionales modernos trataban a su propia juventud se basaba en dos pilares organizativos: servicio militar obligatorio y escolarización obligatoria. Ya Gustav Siegert había preguntado por qué los suicidios infantiles se producen sobre todo en los «pueblos formados». Su conclusión era que la mayoría de los suicidios infantiles, tal como revelan nuestras pruebas estadísticas, se producen durante la fase educativa en su totalidad, que abarca la vida familiar y la vida escolar, y sus causas son: a) miseria familiar, pena por la desgracia familiar, trato duro e indigno por parte de padres y cuidadores; b) miedo a los exámenes, repetición decurso, discusiones con los profesores, miedo a la reanudación de las clases, miedo al castigo, otros motivos que guardan relación con la escolarización.» p. 117
6. Suicidio, guerra y holocausto
Entre otras cosas se menciona que:
“Las estadísticas actuales arrojan luz sobre los suicidios y los debates sobre el suicidio en la época de entreguerras. A menudo se argumenta que durante una guerra bajan las cifras de suicidios, mientras que después se incrementan notablemente, sobre todo cuando la guerra termina con una derrota. Masaryk comenta que el conflicto militar atenúa inicialmente las tendencias al suicidio, porque «la atención es desviada por lo general hacia otros objetos, pero el conflicto resulta muy nocivo en sus consecuencias. El pueblo se empobrece, se debilita física y psíquicamente y se desmoraliza, y de este modo experimenta tanto sufrimiento que, en este sentido, los efectos son igual de nocivos tanto si la guerra se ha ganado como si se ha perdido» p. 141.
7. Filosofía del suicidio en la modernidad.
Al respecto se dice que:
La pregunta por el suicidio es un motivo central de la Modernidad. Sin embargo, considerándolos por sí mismos, los debates sobre los suicidios por imitación en el siglo XIX, sobre los suicidios infantiles y escolares en el cambio de siglo y, sobre todo, sobre la correlación típicamente fascista entre muerte y suicidio expresada en el grito «¡Viva la muerte!» no testimonian aún ninguna nueva valoración del suicidio, tal como la exigía el Zaratustra de Friedrich Nietzsche, sino una fascinación ambivalente que oscilaba entre el rechazo y la identificación, entre la condena moral y la idealización heroica, entre el diagnóstico de la enfermedad y la adhesión estética.
8. Suicidio del género humano.
Suicidios de grupos, profesias apocalípticas, suicidio del género humano por guerras nucleares.
Matarse así mismo es la forma extrema de imaginar. Si se quisiera expresar el suicidio en una terminología realista de la eliminación, uno se condenaría a no entenderlo. Lo único que puede fundamentar una psicología y una ética del suicidio es una antropología de la imaginación. Constatemos de momento que el suicidio es el último mito, el «Juicio Final» de la imaginación, así como el sueño es su génesis, su origen absoluto. p. 190
9. Prácticas de Suicidio político.
En un pasaje del texto se menciona que;
“Al suicidarse, las personas esclavizadas «roban» en cierta manera su vida expropiada: se restituyen la vida justo al quitársela. Cuando el 14 de septiembre de 1906 el ejército colonial holandés desembarcó en la playa de Sanur, en el sur de la isla de Bali, se encontró ante un terrible suicidio masivo. Al llegar a una ciudad aparentemente abandonada, una procesión silenciosa salió del palacio del rajá y a una orden de este se suicidó en masa. Este suicidio colectivo ritual, que se podía practicar tras una derrota y conquista, se llamaba «puputan». p.220
Las figuras premodernas del suicidio, que en los siglos pasados habían sido reconocidas al menos parcialmente —el suicidio heroico (en la Antigüedad), el martirio (en el medievo cristiano) y el suicidio por necesidad (desde los comienzos de la Modernidad)— asumieron su perfil específicamente moderno. Los suicidios heroicos adquirieron plausibilidad —por ejemplo, bajo el lema fascista de «¡Viva la muerte!»—, de modo que tras derrotas militares no solo oficiales y generales se sintieron motivados para clavarse la espada, pegarse un tiro o envenenarse, sino que también miles de civiles buscaron una muerte colectiva. (…) Y también el martirio se ha transformado en diversas formas de suicidio político, como una última forma de protesta radical contra la esclavitud, la conquista y el sometimiento. p.221
Durante los años siguientes se produjeron otros muchos suicidios de protesta (casi siempre con fuego) en la India, Malasia, Japón, la Unión Soviética, los Estados Unidos y todavía en Vietnam. La mayoría de estos casos se referían a la política exterior de los Estados Unidos, sobre todo a su guerra en Vietnam. […] Casi todos los casos de suicidios de protesta posteriores a1963 —con excepción de los harakiri— se pueden reducir directa o indirectamente al de Quang Duc.23 p. 228
10. Terrorismo suicida
¿Fueron entonces los griegos los «inventores» del atentado suicida? Por lo general se supone, y no sin razón, que la historia de los atentados suicidas comenzó en Rusia. p. 254
Carta de despedida de quien se cree fue uno de las primeras personas en utilizar la inmolación de si mismo como suicidio:
“Alejandro II tiene que morir. […] Morirá, y nosotros con él, nosotros, sus enemigos, sus verdugos, moriremos también. […] ¿Cuántos sacrificios más exigirá de sus hijos nuestro desdichado país antes de ser liberado? […] Mi destino es morir joven. No veré nuestra victoria, no viviré un día, una hora en el tiempo glorioso de nuestro triunfo, pero creo que con mi muerte habré cumplido mi deber, y nadie en el mundo me puede exigir más.» P. 254
Entre tanto, Robert A. Pape ha creado una extensa base de datos para registrar los atentados suicidas. La cifra actual (desde 1982 hasta el 12 de octubre de2016) es de 5292 atentados, con 52966 víctimas mortales y 132 423 heridos. Hasta ahora se han visto afectados 51 países. En primer lugar figuran, lo cual es poco sorprendente, Iraq (2152 atentados) y Afganistán (1145). Les siguen Paquistán (516), Siria (259), Nigeria (175), Yemen (137), Somalia (117), SriLanka (115) e Israel (114). En los países que hoy conforman la Unión Europea se han producido en total 16 atentados, concretamente en Bélgica (3), Bulgaria (1), Finlandia (2), Francia (4), Gran Bretaña (4), Suecia (1) y España (1). En Rusia se cuentan 88 atentados suicidas sobre todo relacionados con la guerra de Chechenia— y en Turquía 43. p. 274
11. Imágenes de mi muerte: el suicidio en las artes
Antes de la Modernidad es mucho más raro encontrar representaciones de suicidios en las artes, y las que hay se refieren casi siempre a motivos y narraciones conocidos, por ejemplo los suicidios de Sócrates, Séneca, Áyax, Saúl o Catón, de Dido, Cleopatra o Lucrecia, y por supuesto también de Judas. Las artes premodernas están muy alejadas de la posible realidad de estos actos de suicidio. p. 288
La persistente fascinación que el suicidio ejerció sobre las artes modernas no se agotó desde luego en la crítica social, sino que atañía aún más a los aspectos de la relación consigo mismo, de la escisión del sujeto y de la disociación que ya estaban prefigurados en el culto al genio. p. 289
Algunas investigaciones sobre el suicidio como tema de las artes comentan también la frecuencia con la que se han suicidado los artistas. En un apéndice de su estudio, Fred Cutter ha añadido no solamente una lista de los artistas que han trabajado sobre el tema del suicidio, sino también una lista de los que se han suicidado. Thomas Bronisch y Werner Felber han elaborado una lista todavía mucho más extensa de suicidios de artistas. Steven Stack ha comparado la distribución de los suicidios de artistas en los Estados Unidos entre las diversas corrientes artísticas entre 1985 y 1992.
Del total de 26198 fallecimientos de artistas, 646 fueron casos de suicidio. El índice de suicidios entre artistas era por tanto significativamente mayor que en el conjunto de la población durante esos ocho años. Sin embargo, también hemos visto que algunos grupos de artistas están sometidos aun riesgo mayor de suicidio que otros. El grupo de mayor riesgo son los actores, escritores, pintores, escultores, artesanos y dibujantes. […] Un riesgo menor corrían los bailarines, diseñadores, músicos, fotógrafos y redactores. p.292
12. Lugares del Suicidio
Se presenta una estadística de los sitios donde se produjeron suicidios en 16 Estados federales norteamericanos durante el año 2010. Durante ese período, el 75,4% de los suicidas murió en sus propias casas y viviendas, un 4,1% en la naturaleza (bosque, lago, mar, montaña), un 3,2% en calles o en autopistas, un 2,3%enelcoche, un 1,9% en un hotel, un 1,5 % en parques, parques infantiles o superficies deportivas, un 1,3 % en cárceles y un 1,2 % en aparcamientos o garajes. El resto de los lugares, como trayectos de tren, hospitales, oficinas, grandes almacenes o escuelas, apenas tienen relevancia estadística, con menos de un 1% respectivamente. Es interesante que esta estadística contradiga la importancia cultural de diversos sitios famosos por los suicidios, desde el puente Golden Gate hasta el bosque japonés de Aokigahara. Y en vista de que las tres cuartas partes de todos los suicidios se producen en el propio hogar, la estadística no da informaciones más concretas sobre las circunstancias vitales concretas de los suicidas ni sobre la habitación que escogen con preferencia para quitarse la vida. p.318
13. Debates sobre la eutanasia y el suicidio asistido.
Aparte de eso, según Kamann, desde los años ochenta los ideales de autodeterminación, a raíz de los procesos sociales de democratización e individualización, se han extendido desde las élites hasta amplias capas de la población. Al mismo tiempo estos ideales han perdido su «aura de heroicidad» y se han popularizado. p.375
La pregunta por el suicidio es un motivo central de la Modernidad, que en cuanto tal se ha investigado muy poco hasta ahora. El auge incesante de este motivo central vino precedido de diversos procesos de relativización: pasos de desheroización, de desmoralización, de descriminalización y, finalmente, también de la despatologización del suicidio. p. 375 y 376
A modo de conclusión, el suicidio ha sido tan explorado e interpretado como la muerte, incluso siendo en algunos casos elementos de la misma situación. Para Schopenhauer, el mundo como voluntad y representación escribe que el suicida quiere vivir y que «simplemente está insatisfecho con las condiciones en las que [la vida] se le presenta». p. 172.
Por su parte Terry Eagleton, quien, en su ensayo de reciente publicación sobre esperanza sin optimismo (2015), comenta:
“El suicida no tiene por qué estar convencido de que la existencia en sí misma carece de valor. Por el contrario, puede creer que hay razones para la esperanza, pero que esas expectativas no son para él. […] El suicidio es una cuestión de esperanza. Una persona se suicida porque espera dejar de sufrir. p. 172-173.