Libro: Postpunk. Romper todo y empezar de nuevo.
Autor: Simon Reynolds
Año original de publicación: 2006
Editorial: Caja Negra
Reseñado por: Fernando Obando Reyes
Palabras clave: postpunk, música, historia de la música, agrupaciones musicales, arte.
Citación: Reynolds, S. (2013). Postpunk. Romper todo y empezar de nuevo. Caja Negra.


Los Sex Pistols cantaban «No future».
Pero sí hay futuro, y estamos intentando construirlo.
Alfen Ravenstine, Pere Ubu, 1978

Como podrá imaginar la persona lectora, el “postpunk” fue el movimiento musical, estético y político que le siguió al punk, teniendo su mayor auge según Reynolds entre 1978 y 1984. El punk profesaba un retorno a la simpleza, “los principios del rock n roll”, una actitud benevolente hacía el “hazlo tú mismo” y un llamado furioso ante las inconformidades de diversa índole durante la segunda mitad de los 70, pero no es que el postpunk se hubiera deshecho de todas esas ideas, más bien empezó a incluir modificaciones y matices de ellas. Ahora bien, quizás el aspecto en el que más difirió con la movida punk fue su llamado por una experimentación musical más arriesgada y ecléctica, la cual brindó una emergencia de agrupaciones musicales sumamente propositivas, las cuales marcaron aspectos de vanguardia que hoy en día siguen resonando. Reynolds también apunta como un punto de diferencia el aspecto político, mientras que en el punk era evidente, en la movida postpunk se mostraba como ambivalente, siendo suplantado por una visión de “regreso a la bohemia” y en algunos casos al intelectualismo ¿apolítico?.

Pero ¿Por qué visitar a Symon Reynolds y su libro sobre el postpunk? ¿Hay conexiones en la música costarricense y latinoamericana con esta historia de hace más de 30 años que se gestó principalmente en Europa y Estados Unidos? La respuesta a la segunda pregunta es un sí contundente, lo cual de paso hace que el primer cuestionaiento cobre sentido y relevancia. Bandas latinoamericanas como Caifanes, Santa Sabina, Fobia, Soda Stereo, Los Violadores, Los Prisioneros, Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, El Parque, Modelo para armar, Voz Propia, Sumo, entre muchas más, incorporaron muchísimos elementos musicales desarrollados durante la “época postpunk” con sus respectivas variaciones del entorno latino. Hoy en día se habla de “postpunk revival” y la lista de bandas que incorporan ideas y sensibilidades postpunk han ido en aumento. Ante todo esto, la revisión histórica de los orígenes de esta movida, nos brinda una idea más completa de sus transformaciones y resonancia en la actualidad.

Cabe destacar que acercarse a la obra de Reynolds es bastante agradable debido a que presenta esta historia con una narrativa amena y explicativa, al mismo tiempo que desarrolla una rigurosidad impresionante y procura mantener un análisis crítico que constantemente pone al contexto y a los hitos históricos como norte para brindar una mirada profunda y detallada del desarrollo del postpunk. De manera complementaria, el libro presenta cuantiosos extractos de entrevistas a las personas músicas participantes de este movimiento, lo cual brinda una diversidad de opiniones y visiones que dan al texto una enorme riqueza.

El libro se encuentra dividido en un prefacio, introducción y 2 grandes partes: la parte 1 abarca de los capítulos 1 al 13, y la segunda parte del 14 al 22. La obra cierra con un epilogo que brinda un balance de todo lo comentado y engancha con una mirada hacía el futuro. Como se puede observar, es una obra bastante extensa, por lo que para efectos de esta reseña se harán observaciones generales para la primera y segunda parte.

Parte 1: Postpunk

Durante el prefacio y la introducción se nos brindan varios acontecimientos anecdóticos que nos sitúan en los intereses del autor y una contextualización de los hechos tanto históricos como musicales que dieron pie a la movida postpunk. Realizada esta labor, entramos de lleno en esta historia que comienza a finales del 77 e inicios del 78, momento en el que se declara por primera vez “la muerte del punk”, ya que muchas voces críticas de la música consideraban que este “se había vuelto una parodia de sí mismo”.

Podremos notar que Reynolds acomoda el libro a través de “microrrelatos” en sus capítulos, siendo unos de los más frecuentes aquellos que están asociados a bandas. En esta primera parte tenemos la oportunidad de conocer la historia de agrupaciones como: Public Image Ltd., The Pop Group, The Slits, Gang Of Four, The Mekons, Scritti Politti, Pere Ubu, Devo, Cabaret Voltaire, The Human League, The Fall, Joy Division, Throbbing Gristle, Talking Heads, Mission of Burma, Wire y muchísimas más. Como se mencionó antes, suelen incluirse extractos de entrevistas con personas músicas participantes de estas agrupaciones, lo cual brinda una particular visión del desarrollo de los conjuntos y el entorno musical en el cual les tocó desarrollarse.

Cabe destacar que Reynolds de manera constante intenta remarcar las convergencias y divergencias entre las diferentes partes estadounidenses y del Reino Unido en las cuales se desarrollaron estas agrupaciones. Al mismo tiempo se señalan acontecimientos políticos y sociales que marcaron la época y que sin duda influenciaron de alguna manera u otra la producción musical. Aunado a lo anterior, los cambios en la industria discográfica a través de la tecnología son trazados cuidadosamente, pues estos influyeron en la relación “artistas-mercado musical” de maneras sin precedentes.

Por otro lado, no todos los relatos del libro están focalizados en las agrupaciones, por ejemplo, llama la atención todo un espacio dedicado al “boom” de los sellos independientes en Reino Unido y sus transformaciones durante la época, así como la explicación de pequeñas “sub-escenas” que se formaron alrededor del postpunk como la No wave neoyorquina, o las múltiples escenas locales de Inglaterra, las cuales solían estar asociadas a propuestas intelectuales.

El capítulo 13, el último de la primera parte, lleva como título “PIL y el auge y la caída del postpunk” el cual es presentado por Reynolds como un punto de inflexión para el movimiento. Localizado en algún momento entre 1980 y 1981, el autor argumenta que es en este punto en donde se pasa de la cima a un lento descenso en picada que sin embargo traería algunas de las últimas propuestas más arriesgas del movimiento hasta su estancamiento y “desaparición” a mediados de los ochenta.

Parte 2: New Pop y New Rock

En esta parte Reynolds identifica el “new pop” y “new rock”, entendiéndoles como movimientos emparentados y que al mismo tiempo forman parte del postpunk. Si esto suena complejo, es necesario recordar que todo intento de cercar y delimitar de manera estricta “géneros musicales” ha resultado terriblemente estéril; esto debido al constante juego de transgresiones, reflexiones y préstamos que suelen realizar las agrupaciones al desarrollarse un movimiento musical. Sin embargo, tal y como lo demuestra Reynolds, esto no significa que sea imposible indetificar ciertas ideas claras e incorporaciones en el estilo musical de las propuestas artísticas.

Al igual que en la primera parte nos encontramos con una gran cantidad de relatos de agrupaciones que adquirieron relevancia en este periodo de 1980-1984 que explora el autor, aquí conocemos a: The Specials, Madness, The Beat (The English Beat), Sex Gang Children, Malcolm McLaren (en su faceta de músico), Bow Wow Wow, Orange Juice, Bauhaus, Siouxsie and the Banshees, ABC, The Cure, Adam Ant, ZZT, Frankie Goes To Hollywood, U2, Echo and the Bunnyman, entre otras más. Ante la lista anterior valen un par de aclaraciones, la primera es que muchas de estas bandas iniciaron antes de este período, pero según Reynolds fue aquí en donde se convirtieron en referencias culturales importantes. La segunda, es que muchas de las bandas que aparecen en la primera parte vuelven a hacerlo en este apartado, ya sea para revisar sus transformaciones o su declive.

El seguimiento a los hitos históricos y a las particularidades geográficas se mantienen a lo largo de esta sección, de igual manera, siguen complementando los testimonios de las personas músicas protagonistas. Cabe destacar lo mismo del seguimiento a las transformaciones tecnológicas, las cuales se iban presentando de maneras más estridentes y transgresoras; capta la atención la aparición de los casetes y los mecanismos que sucedieron para sacar copias de ellos, el abaratamiento de costos en equipos para realizar “música electrónica”,  la irrupción de MTV, la televisión por cable y la relevancia que adquirieron los videos musicales, los cuales se alimentaban de la inventiva en el campo de las tecnologías audiovisuales.

Pero mientras se nos relatan las últimas “grandes ideas” del postpunk, al mismo tiempo se nos narra su decadencia. Los excesos por parte de las personas artistas, el estancamiento creativo, el hartazgo de la prensa especializada y una perniciosa relación entre artistas, discográficas y sus equipos de producción, fueron creando un caldo de cultivo que trajo un momento de baja para el postpunk el cual aun tendría oportunidad de mantenerse con vida en la influencia de bandas latinoamericanas y otras de parte del mundo, hasta su casi desaparición en los 90. Las maquinaciones del postpunk tendrían que esperar un “revival” ya entrada la década de los 2000 traído principalmente por una movida de bandas neoyorquinas para entrar de nuevo en la discusión musical.

En el epílogo Reynolds menciona: “Los años del postpunk se sintieron como un largo período de infinitas sorpresas y creatividad inagotable. Uno vivía a la expectativa de la siguiente innovación, del próximo salto hacia adelante. En 1985, sin embargo, casi toda la energía del movimiento parecía haberse disipado, como si las ramificaciones del punk hubieran alcanzado un punto muerto.” Ante esto el autor argumenta que el rap era el que estaba a punto de vivir un gran momento, junto al metal, el hardcore y un incipiente movimiento de “rock alternativo” que se convertiría en la movida del “grunge” en Estados Unidos y del “brit-pop” en Inglaterra.

Como se menciono brevemente, y el mismo Reynolds lo reconoce, ese no fue el fin definitivo del post-punk, pues sería revivido en nuestro siglo. Agrupaciones de todo el mundo (re)descubren la historia de este prolífero movimiento que surgió como una necesidad de respuesta ante el caos del punk, e incorporan desde nuevas sensibilidades y localizaciones sus principios, los cuales se topan con nuevas implementaciones tecnológicas y cambios en la industria de la música que eran inimaginables hace 30 años.

Nota: Para una referencia de algunas bandas costarricenses contemporáneas que incorporan aspectos de la movida postpunk tanto en su sentido clásico como más actual se recomienda escuchar: Adiós Cometa, Dylan Thomas., Dystt, Lentamente, Queridos Edificios, Doctor Amor Extraño, Caídas Libres, Desorden Siniestro y The Great Wilderness.