Libro: La sociedad del riesgo. Hacia una nueva modernidad.
Autor: Ulrich Beck
Año original de publicación: 1986
Editorial: Paidós
Reseñado por: Bryan Vargas Vargas
Palabras clave: modernidad, riesgo, industrialización, ciencias sociales.
Citación del libro: Beck, U. (2006) La sociedad del riesgo. Hacia una nueva modernidad. Editorial Paidós.

Imagen 1: Villa Inflamable, Buenos Aires. Fuente: Sylvina Fridlewsky para el diario El País.

Conocí Villa Inflamable con los trabajos del sociólogo Javier Aurero y me parece el escenario de una expresión de la sociedad del riesgo para dar inicio a esta breve reseña. Es un ejemplo de la sociedad de riego en la que no se pierden las estratificaciones y desiguales de la sociedad industrial, sino por el contrario se refuerzan y a la que hay que sumarle los peligros de la modernización.

Esta modernización se disfrutaría de la mano de la ciencia, pero, la ciencia ha provocado más una objetivación infinita que otra cosa, por ejemplo, con un autor desde las ciencias de la sociedad como Javier Auyero que explica las paupérrimas condiciones de vida en la Villa, parece que se debe complementar con otra objetivación científica más allá del diagnóstico social para transformar o referirse con certeza, es decir, hay que construir un objeto dentro de lo ya objetivado para afirmar que algo malo sucede en este escenario, dice Beck, su diagnóstico queda en  “zonas indefinidas, difíciles de resolver” (p. 217), apuntando también al “error de convertirse en una discusión natural sin el ser humano, sin la cuestión del significado social y cultural” (p. 30)

Villa Inflamable es una buena muestra de la sociedad del riesgo expresado en que alguien tiene que asumir los riesgos civilizatorios que son “inevitables”, a lo que habría que sumarle la negación de un apoyo social a esta condición y por el contrario quienes viven este escenario son individualmente responsables de su condición y son empresa para salir de esta, dado que las certezas de la modernidad como la ciencia o el Estado están en una zona gris.

La sociedad del riesgo es donde la modernidad se encuentra con su propia contradicción al pretender por un lado un pensamiento científico racional y en el mismo proceso una relación social capitalista. En algún momento se tenían que encontrar y parece estar ocurriendo, no se puede pensar mediante un pensamiento científico se puede alcanzar mejores condiciones humanas si por el otro lado el capitalismo apunta a lo contrario; y el discurso se perpetua infinito, por ejemplo, como si alcanzar el desarrollo sostenible fuera posible cuando esto es más un oxímoron en la práctica,  y en el medio de esta contradicción de alguna forma deben encajar otros pilares de la modernidad como la objetividad, lo político, la democracia, el individuo, los estados. Dice Beck: “así, ya tempranamente y desde vertientes muy diversas, se ha criticado la pérdida de importancia del parlamento como centro de la formación de la voluntad racional.” (p. 242) y es que entre esta contradicción constitutiva (razón y capitalismo) de la sociedad del riesgo las institucionalidades modernas parecen o son más una idea de deber ser, pero sin alcance alguno.

Quizá la ciencia social tiene claro la incidencia política y económica de sus objetos de conocimiento, pero la verdad nomotética pretendida de las otras ciencias las separa de la discusión, y prefirieron la superespecialización que origina esas consecuencias y con ello parece siempre confirmar su «carácter inevitable» (p. 206) omitiendo la contradicción de fondo entre la racionalidad científica que alcanzaría un mejor estadio de la sociedad y el capitalismo que apunta a lo contrario. Este es el meollo del asunto, la sociedad queda entre viejas premisas (según Beck algunos alcanzadas en los estados del bienestar) como democracia, estados, libertad, educación, igualdad de género, educación y otras, pero cimentada en el encuentro entre la racionalidad científica y la posibilidad de alcanzar la modernización capitalista.

La industrialización (como un medio) y también la racionalidad científica (como algo que hay que explicar racionalmente) tienen en común su gusto por la objetivación de la naturaleza, dice Beck: “de este modo ha pasado de ser un fenómeno exterior a ser un fenómeno interior, ha pasado de ser un fenómeno dado a ser un fenómeno producido. Como consecuencia de su transformación técnico-industrial y de su comercialización mundial, la naturaleza ha quedado incluida en el sistema industrial” (p. 13). Además “el reverso de la naturaleza socializada es la socialización de las destrucciones de la naturaleza, su transformación en amenazas sociales, económicas y políticas del sistema de la sociedad mundial superindustrializada. (p. 13)

Volviendo al ejemplo de la Villa Inflamable la industrialización en la que está inmersa literalmente no condujo nunca al reparto de la riqueza, pero sí hizo democrático los riesgos de esta pretensión, aquí, “el cinismo es evidente” dice Beck (p. 31) y la sociedad de riego es aquella que asume correr riegos civilizatorios de una modernización que solo lo es para algunos. La describe Beck:

  • Son consecuencia del desarrollo técnico-económico mismo (p. 26)
  • Los peligros de las fuerzas productivas muy desarrolladas química y atómicamente suprimen las bases y categorías con las que hemos pensado y actuado hasta ahora: espacio y tiempo, trabajo y tiempo libre, empresa y Estado nacional, incluso los límites entre bloques militares y continentes. (p. 28)
  • Así pues, en los riesgos de la modernización se reúne causalmente lo que está separado por el contenido, por el espacio y por el tiempo, y de este modo es puesto al mismo tiempo en un nexo de responsabilidad social y jurídico. (p. 34)
  • ¿Dónde y cómo hay que trazar los límites entre daños aún aceptables y ya no aceptables? ¿A qué compromisos pueden llegar los patrones presupuestos ahí? Por ejemplo, ¿hay que asumir la posibilidad de una catástrofe ecológica para satisfacer intereses económicos? ¿qué son necesidades?, ¿qué son presuntas necesidades?, ¿qué son necesidades a cambiar? (p. 35)

Ya asumido el “riesgo necesario” volvemos al encuentro entre las ciencias y capital como constitutivos de la sociedad del riesgo, el smog sí que es democrático (p. 42), y es que en el pretendido desarrollo técnico democrático quedan sus consecuencias, porque la ciencia como única palabra en la capacidad de medir ha quedado como legitimadora de la propia destrucción de la naturaleza y a la sociedad misma mediante su cuestionada misma “capacidad de medir” y explicar relaciones. Un ejemplo a modo caricaturesco:

Imagen 2: Caricatura contaminantes. Fuente: Elaboración propia.

Al mejor estilo del multiverso de Spiderman quienes son los emisores de desechos contaminantes se resguardan en que no se identifican entre sí y que habrá que probar si hay relación entre una enfermedad o perdida natural con algún desecho y hasta que la ciencia no lo pruebe no se tendrá certeza. Aquí el envolvente político, económico, ideológico, racional y otros de quienes están haciendo la ciencia, y que lo “político, económico, ideológico, racial” no es solo objeto de la ciencia social. Dice Beck: En contraposición a la evidencia palpable de las riquezas, los riesgos tienen algo de irreal. En un sentido central, son al mismo tiempo reales e irreales. Por una parte, muchos peligros y destrucciones ya son reales: aguas contaminadas y moribundas, la destrucción del bosque, nuevas enfermedades, etc. Por otra parte, la auténtica pujanza social del argumento del riesgo reside en la proyección de amenazas para el futuro. (p. 39)

Esto ocurre porque la modernidad no resolvió nunca sus contradicciones entre la ciencia que alcanzaría un mejor momento social y el capitalismo;  o las contradicciones mismas del capitalismo en tanto nunca resolvió la acumulación de riqueza por un lado y la pauperización por el otro, y el riesgo es más una extensión de esta disputa, que arrastrar viejos/permanentes problemas como el empleo más la seguridad/ inseguridad y la individualización de las personas que ahora deben resolver todas sus necesidades en el mercado, dice Beck: “se convierten en los sujetos de su subsistencia, mediada por el mercado, y de su organización y planificación biográficas” (p. 166) y “en el curso de los procesos de individualización realmente no desaparecen las diferencias de clase ni las relaciones familiares; más bien permanecen en el trasfondo en relación al nuevo «centro» emergente del modelo biográfico vital.” (p. 167). Individualismo caracterizado como:

  • En las condiciones de la individualización, los seres humanos han de cargar con el desempleo masivo como con un destino personal. (p. 117)
  • El otro lado de lo pasajero con que se presenta el desempleo es la transformación de las causas exteriores en culpa propia, de los problemas del sistema en fracaso personal. (p. 122)
  • En este sentido genérico, «individualización» alude a determinados aspectos subjetivo biográficos del proceso de civilización (p. 164)
  • Solución de las precedentes formas sociales históricas y de los vínculos en el sentido de dependencias en la subsistencia y dominio tradicionales (p. 164)
  • Así, el sistema social de seguridad se adapta a la piedra angular de la participación en el trabajo productivo. Al mismo tiempo aumenta la cantidad de quienes, pese a todo esfuerzo, no alcanzan o apenas si consiguen acceder al sistema ocupacional. (p. 170)
  • Hoy las circunstancias se interpretan como «fracasos personales» (p. 172)

Por tanto, la justificación de las viejas conocidas, a saber: “La amenaza de la pérdida de puestos de trabajo sirve de pretexto para ampliar los niveles permitidos en la emisión de toxinas, relajar su control y evitar que se investigue la presencia de elementos nocivos en los alimentos.” (p. 51). Pero “las sociedades de clases restan referidas en su dinámica de desarrollo al ideal de la igualdad (en sus diversas formulaciones, desde la «igualdad de oportunidades» hasta las variantes de los modelos socialistas de sociedad). No sucede lo mismo con la sociedad del riesgo. Su contraproyecto normativo, que está a su base y la estimula, es la seguridad” (p. 55)

La sociedad del riesgo no habla de la superación de las viejas quejas de la sociedad de clases, por el contrario, apunta a la profundización de estas, sumando ahora las consecuencias y riegos civilizatorios de apostar por una dominación de la naturaleza con principios antagónicos. Por un lado, la industria como un medio para la producción y también la racionalidad científica como algo que hay que explicar racionalmente, y agregando elementos, viejas quejas de la sociedad de clases que ya no se resuelven en proyecto común de sociedad racional o estado y que, por el contrario, individualizan las posibilidades de enfrentar los riesgos.  Finalizando con el ejemplo de la Villa, aun siendo evidentes las viejas quejas se relativiza la realidad hasta no estar medida científicamente, dejando a la ciencia hoy más que nunca en sus dilemas éticos y haciéndose evidente como proceso económico-social-histórico y no como verdad.

Referencias.
Villa Inflamable, la vida tóxica a cinco kilómetros de Buenos Aires. https://elpais.com/internacional/2018/02/14/argentina/1518638112_243046.html