
Libro: Yo seré la última. Historia de mi cautiverio y mi lucha contra el Estado Islámico
Autor: Nadia Murad
Año original de publicación: 2017
Editorial: Plaza & Janes Editores
Reseñado por: Nora González Chacón
Palabras clave: violencia sexual, trata de personas, Derechos Humanos, relato biográfico.
Citación del libro: Murad, N. (2017) Yo seré la última. Historia de mi cautiverio y mi lucha contra el Estado Islámico . Barcelona: Plaza & Janes Editores .
El anillo de oro con piedra roja del pueblo Yazidi
Por: Nora González Chacón
Politóloga y abogada de la UNED
Nadia Murad, joven yazidi de una tranquila aldea al norte de Irak, en su libro Yo seré la última. Historia de mi cautiverio y mi lucha contra el Estado Islámico, recuerda una simbólica experiencia que vivió con el anillo de oro con piedra roja que le regaló un enamorado que fungió por años como su tesoro más preciado, mismo que perdió en el sembradío de cebollas y que recuperó cuando junto a sus hermanos, ya asesinados, estaban cosechando un año después. La pérdida del anillo le causó dolor, y su mágica recuperación como regalo de la tierra fue el espejo de realidad porque era muy pequeño para su mano ya crecida. Había que venderlo junto a todo el dolor provocado por la pérdida, de todas formas, con el paso de los años ya era diferente a la Nadia de 13 años que lo recibió. Ya habían pasado muchas muertes, dolores y angustias. Ya el amor lo sentía diferente. Dejó de ser Penélope en el sembradío de cebollas y sus dolores de entonces no se comparaban con los que sufriría luego con sus pies en la tierra.
Esta lectura me llegó igual que un grito de dolor profundo de las mujeres primero y como un dolor de los pueblos oprimidos por quienes poseen el poder de las armas y que se visten de ideologías y valores propios para justificar las matanzas sistemáticas hacia otros pueblos. El prólogo (página 15 de 586 páginas restantes), me llevo a buscar el panfleto Preguntas y respuestas sobre la retención de prisioneras y esclavas elaborado por el Estado Islámico (EI) para proteger la propiedad privada humana femenina que poseen sea por rapto, apropiación o compra, limitando sus acciones y la de otros posibles propietarios. Les dejo una cita de ese indeseable panfleto: 4. Si el propietario de una cautiva la libera, sólo él puede tener relaciones con ella y no puede permitir que otro las tenga.
Luego avancé y conocí a su familia, su historia y estudié la historia de su pueblo que “había llorado tanto que al médico le preocupaba que pudiese quedarse ciega”, luego, el 15 de agosto de 2014, Nadia conoció la palabra que describiría lo sucedido: genocidio
Nadia muestra a las mujeres que transitar un texto nos lleva por muchos caminos que se entremezclan con nuestros procesos internos: racionales, de empatía, de repulsión, de alegría, de sueños, de placer, miedos, imágenes fuertes que están presente siempre al lado de cada sentimiento, sensación o de los procesos de la construcción integral de las personas. El tránsito de la mano con Nadia es un camino propio y particular de nuestro género porque leemos textos que descarnan los cuerpos femeninos y nos ubican en el lugar justo de la realización del miedo de ser atacadas en esta sociedad patriarcal. Ese miedo nos remite a un mundo de dolor en el cuerpo y en el alma porque todas vivimos en él y sabemos que es cuestión de tiempo para que ser víctimas de un ascenso a los extremos de la violencia en muchas formas y que la misma no está a la vuelta de la esquina, sino dentro de cada persona y es ejercida en la misma casa y en cada actividad cultural y moral contemporánea. En la mirada, en el lenguaje.
El libro muestra un ascenso a los extremos en la violencia hacia las mujeres mediada por creencias religiosas. Nuestra sociedad es violenta porque implica control sobre los cuerpos, ideas, libertad y somos moralizadas a extremos virginales, de vírgenes de culto. Pero no la virgen sin pecado original que va a parir un hijo santo, sino la virgen tótem petrificada y estigmatizada, que peca para “producir” descendencia. Esta repulsiva crisis Nadia la presenta muy bien en la forma en que los hombres de EI imaginan, desean, tratan y matan a las mujeres: deben ser honradas, puras y si sus cuerpos son tocados o penetrados dejan de serlo, aunque ellos mismos hayan hecho el acto de “depuración” su propio cuerpo masculino genera la deshonra. Pero las mujeres no dejan de ser objeto de deseo atávico son objetos-cosas y objetos de deseo, objetos descartables. A los hombres el patriarcado les exige tener comportamientos violentos. De manera que Nadia nos muestra con su historia que nuestras relaciones son violentas en esta contemporaneidad patriarcal y el temor de las mujeres a la esclavitud, a sufrir dolor o ser violentadas de formas diferentes es casi un temor ancestral. No quiero menospreciar el mismo temor que sufren otras poblaciones vulnerables como las mujeres trans, o poblaciones con identidades de género no binarias, niñez u otras poblaciones.
Hay otro tema que Nadia pone sobre la mesa es la trata de personas de mujeres y de la niñez con fines sexuales, de esclavitud, mendicidad, guerra cuyas condiciones son posibles porque la sociedad se construyó sobre valores inferiores a la dignidad humana tal se reconoce en los derechos humanos de las personas que limita a quiénes tienen el poder de las armas o a los Estados de ascender a los extremos de la violencia contra otros seres humanos.
Abrazo a Nadia, a su familia y a su pueblo.