Por: Maikol Picado Cortes

Las relaciones humanas son aquel catalizador que permite en un gran número de ocasiones encausar de cierta forma nuestras emociones y sentimientos, son en estas, que los seres humanos podemos aprender, desaprender y reaprender las formas en cómo nos comunicamos, como sentimos nuestras emociones, de qué forma reaccionamos a lo que nos rodea y como nos podemos tratar entre seres humanos.

¿Qué podría suceder si de un día para otro estas relaciones humanas, establecidas en las dinámicas que se generan en espacios como la escuela, el trabajo o la comunidad, se viesen truncadas? Fue precisamente lo que sucedió con la pandemia del Covid-19, muchos de los espacios en los que los seres humanos se relacionaban entre sí, se vieron restringidos o eliminados por un periodo de tiempo al que no estaba acostumbrada una gran mayoría de personas, el resultado de lo anterior ha sido abordado desde diferentes disciplinas y enfoques, datos de la Organización Panamericana de la Salud (OPS)[1] indican que la pandemia por el Covid-19 provoco un aumento de un 25% en la prevalencia de la ansiedad y la depresión a nivel mundial, otras problemáticas se aceleraron o incrementaron, como la pobreza que según datos de la Cepal[2] tuvo un aumento sin precedentes en décadas impactando también el empleo y la desigualdad.

Las personas jóvenes también son victimas de estas problemáticas, datos expuestos por el Banco Interamericano de Desarrollo[3], indican que en América Latina y el Caribe se perdieron más días de clases que en cualquier otra región del mundo, siendo que entre marzo del 2020 y marzo del 2021, se perdieron en promedio 158 días, un 166% más que el promedio mundial que fue de 95 días, y estos datos no toman en cuenta las consecuencias de esta falta de lecciones, como la exclusión escolar, perdida de contenidos educativos, retrocesos en los aprendizajes de miles de estudiantes, etc.

Y relacionado con lo descrito anteriormente, están las noticias o situaciones que vemos a diario en nuestro país, como actos de violencia entre personas conductoras, o entre estudiantes de instituciones educativas de primaria y secundaria, aumento en el número de víctimas de accidentes de tránsito o muertes por homicidios, entre otras.

La reflexión que nace de lo anterior va en dirección de ¿qué podemos hacer ahora?, para recuperar los espacios sociales que se restringieron o se cerraron, ¿cómo reencontrarnos con las demás personas? a partir de las experiencias únicas de cada persona, pero necesarias para los demás, para la vida en sociedad basada en el respeto y amor mutuo, ¿cómo desde las instituciones educativas podemos lograr esto? ¿Qué estrategias se pueden implementar para recuperar o promover la salud mental de las personas?

En el ámbito personal, creo que el reencuentro debe iniciar con nosotros mismos, a partir de una introspección que nos permita hacer un balance sobre aquellas cosas que ganamos o perdimos en toda esta situación, también me parece importante el reencuentro con los otros a partir de lo que significó la pandemia, construir desde lo individual hacia lo colectivo, identificar miedos, temores, anhelos, metas, propósitos, compartir con los demás aquellos que llevamos dentro, hacerlo con el fin de construir, con ese otro semejante,  relaciones humanas basadas en el amor, la paz y el respeto que generen vidas dignas y capaces de adaptarse al cambio y la adversidad.

Sobre los espacios educativos, se pueden encontrar diferentes propuestas de cómo abordar las problemáticas surgidas no solamente por la pandemia, sino también, los retos que plantean las nuevas tecnologías o inteligencias artificiales a la educación mundial. La investigación es una de las primeras estrategias que surgen para encontrar alternativas, el estudio del espacio escolar, por ejemplo, es uno de los principales insumos para conocer como se encuentran las personas docentes en su trabajo o las estudiantes, la investigación ha de ser política, nos debe permitir tomar lugar dentro de este proceso de enseñanza – aprendizaje. Otras propuestas van en dirección de mantener y promover la educación presencial en las instituciones, de la mano del aprovechamiento de las tecnologías para el aprendizaje, habrá que analizar las brechas existentes entre el acceso y apropiación de estas tecnologías en las diferentes poblaciones estudiantiles que componen nuestra sociedad, se plantea además, retomar aquellos aprendizajes que no terminaron de desarrollarse y plantear un camino a seguir, de forma que los diagnósticos y las evaluaciones continuas ayuden con esta tarea.

Por su parte, algunas instituciones de educación superior se plantean en la formación de sus estudiantes la educación sostenible, basada en el respeto por el medio ambiente, que promueva la identidad cultural sensibles al entorno y comprometidos con la sociedad [4].

En mi opinión, las alternativas que se planteen en el camino de la educación deberán volver la mirada a lo planteado ya hace bastante tiempo por Paulo Freire, sobre la humanización en la educación, esta deberá estar estrechamente vinculada al desarrollo de cualquier tarea que se procure en el espacio escolar, entendida como aquella que le permite al docente y al educando desarrollarse y transformarse en un marco de respeto, de libertad y amor, planteando como base los derechos humanos y teniendo como norte la dignidad humana de todas las personas que compartimos los diferentes lugares.

Y sobre los espacios que compartimos con otras personas, el reencuentro debe pasar por aquellas diferencias que fueron más visibles por la pandemia, como las desigualdades, el acceso a la salud, al empleo digno, entre otras. Las preguntas de ¿cómo me construye mi comunidad y cómo aporto yo al desarrollo de mi comunidad? Son reflexiones que deben atravesar las relaciones humanas, el respeto por la salud de la otra persona significa hacerme responsable y cargo de mi propia salud, el convivir con los demás, implica ser consciente de aquellas conductas que reproducen el egoísmo, la violencia, el desprecio por el medio ambiente y las diferentes formas de vida que lo componen.

El reencuentro con nosotros mismos y los demás es un proceso necesario pero complejo y difícil, lograrlo implicará un esfuerzo individual y colectivo que busque mirar más allá de las problemáticas que nos plantea el diario vivir y proyectar un presente y futuro cuyo mayor reto es la sostenibilidad de los seres humanos en un medio ambiente deteriorado por nosotros mismos, planteando las vidas de todos y todas como dignas de ser vividas y atravesadas por el respeto a todos los derechos humanos, el amor por la vida, aspectos necesarios para buscar la paz y respeto con nosotros, con las demás personas, el ambiente y los seres vivos que lo componen.


[1] https://www.paho.org/es/noticias/2-3-2022-pandemia-por-covid-19-provoca-aumento-25-prevalencia-ansiedad-depresion-todo

[2] https://www.cepal.org/es/comunicados/pandemia-provoca-aumento-niveles-pobreza-sin-precedentes-ultimas-decadas-impacta

[3] https://blogs.iadb.org/educacion/es/como-abordar-perdida-de-aprendizaje-pandemia/

[4] Educación para la sostenibilidad en Concordancia con los ODS de la Agenda 2030 en Tiempos de Pandemia y Postpandemia por COVID-19